"50 años, 50 voces" | Francisco Miranda, funcionario

El 11 de septiembre de 1973 mi hermano y yo no fuimos al colegio. Me acuerdo que mi mamá estaba escuchando la radio y por eso no nos dejó ir. A mi papá no lo vimos esa mañana. Trabajaba en la Tesorería General de la República, frente a La Moneda, y había salido muy temprano de casa. En esa época, nosotros vivíamos en los edificios que están frente al Campus Juan Gómez Millas, por el lado de lo que hoy es Ignacio Carrera Pinto. Ese martes fuimos con unos amigos a mirar lo que ocurría en Avenida Grecia, por donde vimos pasar un tanque que dejó marcas en el piso. Cuando volvimos mi mamá estaba muy nerviosa, pero nosotros no teníamos idea de lo que pasaba. Éramos niños, teníamos nueve años. Recién notamos que algo sucedía cuando se empezaron a escuchar disparos, como a las diez o las once de la mañana. Nadie entendía muy bien lo que sucedía, aunque algunos vecinos habían escuchado por una estación de radio de amplitud modulada el último discurso de Salvador Allende. Como a las doce vimos a los Hawker Hunter que pasaron por la zona, y después supimos que iban a bombardear La Moneda. Mi papá llegó a las tres de la tarde, muy alterado. Muchos años después nos contó que lo habían sacado alrededor de las nueve de la mañana de su lugar de trabajo y se lo habían llevado, junto a todos los funcionarios, a un sector lleno de pasajes subterráneos que está entre La Moneda y el edificio de Teatinos, lugar donde estuvo durante el bombardeo a La Moneda. Fue controlado, despojado de sus pertenencias de valor y, una vez verificada su identidad, dejado libre. Cuando volvimos a la normalidad, una normalidad muy entre comillas, no podíamos salir porque había toque de queda. El primer toque de queda del que me acuerdo fue a las tres de la tarde y nadie se atrevía a salir porque pasaban camiones de militares por todos lados que se llevaban a la gente. Como al principio no teníamos clases y las radios dejaron de emitir los programas que escuchábamos, mi papá me empezó a enseñar a armar antenas, aprovechar un receptor, desarmar radios y modificarlas, porque para él era importante que nos informáramos. Así empezamos a escuchar noticias de onda corta y descubrimos que había muchas estaciones de radio, como la BBC de Londres, la Voz de América, Radio Francia Internacional, Radio Canadá Internacional, Radio Exterior de España, Radio Berlín internacional y Radio Moscú, entre otras. Quedé fascinado y empecé a escuchar noticias que marcaron mi desarrollo profesional, ya que empezaba a comprender la importancia del documento sonoro como evidencia histórica. Fue inolvidable escuchar en Radio Exterior de España que el general Pinochet estaba presente en el funeral de Francisco Franco, en Madrid, noticia que aquí fue ocultada por la propaganda. Yo volví al colegio después de un tiempo, ese mismo año, y lo primero que noté es que dejó de existir el concepto de presidente de curso y apareció el concepto de brigada del tránsito, que eran como un apoyo de orden en los colegios al que se ingresaba voluntariamente. Mi papá volvió a trabajar en la Tesorería después de mucho tiempo, pero se le redujo el sueldo y perdió todos los derechos que tenía. Si durante la Unidad Popular hubo escasez porque estaba todo medio escondido, como las evidencias históricas lo demostraron, lo que pasó después es que no teníamos plata. Así que mi papá tuvo que hacer clases de contabilidad en diferentes lugares y lo dejamos de ver mucho tiempo, porque trabajaba tantas horas que llegaba cuando nosotros ya estábamos durmiendo. Duros momentos en que vimos como familia a un Chile que empezaba a cambiar.

Francisco Miranda, funcionario de la Facultad de Artes

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