"El interés siempre está en compartir mi pasión por el dibujo, ampliando al máximo su influencia en los distintos procesos formativos y educativos. La verdad es que soy un convencido de que el dibujo es una herramienta muy útil para cualquier proceso de aprendizaje", responde Gabriel Uribarri al preguntarle por los motivos que lo llevaron a aceptar la invitación que le hicieron para dictar una conferencia y un taller práctico en el seminario Arte y educación. Re-enseñar y re-aprender a través del arte que el pasado 15 de noviembre se desarrolló en dependencias del Campus Viña del Mar de la Universidad Andrés Bello, con el objetivo de capacitar a los docentes en estrategias artísticas y literarias que les ayuden a mejorar sus didácticas así como también integrar el arte como una herramienta al proceso de enseñanza-aprendizaje.
En ese contexto es que este artista optó por centrarse en el dibujo, el que enseña desde hace varios años como académico del Departamento de Artes Visuales de la Universidad de Chile, experiencia que le ha permitido observar, entre otras cosas, "cómo el miedo que un estudiante tiene al entrar a un taller de dibujo tiende a desaparecer con el tiempo, adquiriendo una notoria seguridad respecto de sus habilidades", explica Gabriel Uribarri que, en el marco de la docencia, también ha debido "leer y estudiar, y no sólo acerca del dibujo, porque éste, siendo un campo fundamental de exploración de procesos creativos, también está siendo ocupado como herramienta para solucionar problemas en distintos ámbitos, como en educación, ciencias y arquitectura. Entonces, efectivamente el dibujo expresa el pensamiento del sujeto, por lo tanto, cuando observamos un dibujo, tenemos la posibilidad de percibir cómo ese sujeto ha estructurado su visión y su forma de pensar", agrega.
¿Ésas fueron algunas de las temáticas a las que se refirió en el seminario?
En el taller, el objetivo era que los asistentes tuvieran la experiencia de dibujar de distintas formas, por lo que trabajé a partir de una metodología que sé que funciona y que les permitiría comprender que el dibujo es una herramienta que ayuda en áreas como la psicopedagogía y la psicología, que eran las disciplinas de las que provenían la mayoría de las asistentes. Junto a eso estaba la conferencia que en verdad fue una conversación con Ricardo Martínez, Magíster en Estudios Cognitivos que estaba interesado en ahondar en cómo el dibujo puede ser útil para el desarrollo de los aprendizajes o puede ayudar a que una sociedad mejore sus desarrollos culturales, por ejemplo. Fue inevitable que la conversación derivara hacia asuntos un poco más generales del país: qué pasa hoy con la educación en nuestra sociedad, qué es lo que está pasando con las áreas artísticas que se han ido empobreciendo en nuestra sociedad.
Desde ese punto de vista, y tomando en cuenta que en el título de este seminario se hablaba de re-enseñar y re-aprender, ¿cuáles cree usted que son los aportes del arte en ese contexto?
Llama la atención que un seminario en una universidad se llame de esa manera, porque insinúa la existencia de problemas al plantear que habría que re-enseñar y re-aprender a través de otros modos o herramientas, lo que indica que efectivamente algo no estaría resultando. Y la verdad es que yo estoy de acuerdo con eso, porque la sociedad tomó una decisión tiempo atrás de dejar de lado las áreas artísticas, mirándolas como áreas prescindibles, y hoy nos vemos en una profunda crisis educacional que nos obliga a plantearnos que lo que aquellos consideraban prescindible quizás no lo fuera tanto. Pienso que he vivido los últimos 12 ó 15 años aprendiendo y enseñando a dibujar, analizando cada metodología, cada respuesta de los estudiantes, cada uno de los dibujos que he ido observando y revisando, y he visto cómo ese sujeto, su modo, su seguridad y su autonomía, cambian.
¿En qué se traducen esos cambios?
La experiencia de dibujar como un hábito constante permite que un estudiante se vuelva autónomo, pues pierde el temor a que algo sea bueno o malo, considerando toda la experiencia válida. De este modo se vuelve más autónomo, al punto de no necesitar un tutor pues ya es capaz de ver su proceso como una experiencia completa. Por tanto, ya no se deshace de "lo que le quedó mal" para concentrarse en "lo que le quedó bien", porque ya no existe lo bueno y lo malo y se aprende de todo aquello que es o que fue experiencia. Es más, cuando me invitan a dictar talleres y me piden los materiales siempre me preguntan por la goma. La goma es un material para contribuir a la experiencia, no para negar aquello que "quedó mal". En realidad, cuando alguien dibuja, deja una escritura, una carta de lo que conoce y de lo que no. Y esa carta hay que leerla, y sólo cuando se aprende a leer esas cartas se pueden escribir otras más complejas.
¿Cómo fueron recibidos estos planteamientos por quienes asistieron al taller?
Aunque un taller de una mañana es poco, creo que es impactante cuando ves cómo reacciona un grupo de veinte o treinta personas cuando las haces dibujar frutas con la mano izquierda, por ejemplo, o cuando se dan cuenta de que cada uno de los dibujos que hizo cada uno de los asistentes tienen absoluta validez. Ahí es donde desaparecen las categorías de lo bueno y lo malo, porque cada una de esas cartas, de esos dibujos, puso de manifiesto al sujeto y su relación con una determinada realidad, pero no sólo con el mundo que estaba viviendo en ese momento, sino también a través de su historia propia.
En términos generales, ¿qué es lo que más destaca de la actividad en que participó?
El hecho de seguir insistiendo que las disciplinas deben ser transversales y deben dejarse cruzar por otro tipo de experiencias. El arte debe estar en toda pedagogía, en toda psicología y en toda actividad humana, y de hecho lo está, lo que ocurre es que ya no lo vemos. Esas complejidades habitan en el ser, lo que pasa es que las hemos ido olvidando y creo que hemos ido construyendo un sujeto más empobrecido. Eso es lo que pienso, es mi opinión. Cada vez que pongo en acción el dibujo en ámbitos que son completamente distintos y que no se corresponden necesariamente con un contexto de arte, la gente se sorprende de la capacidad que tiene. Es en el taller donde surgen todas esas experiencias y reflexiones, esas cartas que nos cuentan una historia.
