"Para mí, la escultura es un medio muy natural, como una extensión de mi cuerpo", señala Patricia Vargas, académica del Departamento de Artes Visuales que el pasado 19 de enero inauguró Pinturas Recientes en el Museo Nacional de Bellas Artes, exposición en la que exhibe una serie de esculturas en las que trabajó alrededor de cinco años. "Incluso, en algún minuto, decidí desechar la exposición, y sólo en la medida en que abandoné estas esculturas pude retomarla", cuenta la artista sobre ese proceso que inició en 2006 y en el que finalmente dio forma a ocho esculturas realizadas en bronce, de pequeño formato y sobrepintadas al óleo, sumando en su propuesta los problemas volumétricos de la escultura con los propios de la pintura.
Y es que esta artista siempre ha pensado desde la pintura cuando trabaja, "en la curva de una cadera, en una pierna vista desde un punto en particular, en líneas, finalmente. De hecho, en esta exposición, las esculturas están pegadas a la muralla y no se pueden rodear porque mi idea es que se vinculen con la pintura. Por eso están pintadas e instaladas en fondos de color, porque nunca me ha interesado la escultura para ser rodeada, sino siempre pegada al muro y con una sola mirada, aunque lo que pase al otro lado funcione igual", explica Patricia Vargas, quien exhibe sus obras junto a las de Rodrigo Vega, artista y amigo de esta académica que, en el marco de esta exposición, presenta once pinturas de pequeño formato, la mayoría de éstas monocromas.
Ambos artistas trabajaron a partir de fotografías para dar forma a las propuestas que exhiben en Pinturas recientes. Rodrigo Vega lo hizo con imágenes de objetos que él mismo fotografió y que luego pintó en tela sobre tabla utilizando principalmente el blanco y el negro. "Yo me enamoré de esas pinturas porque tenían una cuestión oculta que me fascinó. Además, son de pequeño formato, lo que le otorga una cierta intimidad que también se relaciona con mi propuesta", dice Patricia Vargas, quien, por su parte, trabajó a partir de las innumerables fotografías que sacó a los modelos que posaron para ella para dar con las escenas que buscaba, las que modeló en greda, vació en bronce y finalmente pintó al óleo, logrando que se dimensionaran y se "convirtieran en objeto", dice.
Para Carolina Cortés, ayudante del Taller de Dibujo de Patricia Vargas y una de las personas que colaboró en el montaje de esta muestra, el diálogo entre ambas propuestas está dado más bien por las diferencias que por las similitudes. "Existe una relación que va más allá de lo figurativo pero que no es tan evidente. El trabajo de Rodrigo es mucho más mimético mientras que el de Patricia es más bien sintético, y lo curioso, por decirlo de algún modo, es que el color está presente en las esculturas y no en las pinturas, donde la mayoría son monocromáticas", cuenta esta artista, agregando que la propuesta de montaje "es lo menos convencional que hay, donde las distintas decisiones que se tomaron son un real aporte tanto en la lectura de cada obra como de la muestra en general".
Pinturas recientes se inauguró el pasado 19 de enero en el Museo Nacional de Bellas Artes (Parque Forestal s/n, Metro Bellas Artes), espacio en el que permanecerá en exhibición hasta el próximo 25 de marzo.
