También se está planificando su instalación en la Facultad de Derecho:

Silla de gran formato continúa itinerancia y se instala en Beauchef

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Un objeto cotidiano que está presente en la gran mayoría de los espacios educativos fue lo que recrearon Álvaro Silva, Miguel Barrera, Claudio Pérez, Rosario de la Maza, Emilia Ahumada, Pavel Biggeri, Valentina Henríquez y Andrea Morales, estudiantes del Taller de Volumen de Patricia del Canto, María de los Ángeles Cornejos y Tatiana Núñez que, con ayuda de sus profesoras, de funcionarios y de otros estudiantes del Taller de Escultura, dieron forma a una silla universitaria de seis metros de alto. "En términos de objeto, es otro gesto más del proceso educativo que representa el lugar que ocupamos los estudiantes y que garantiza, por así decirlo, un espacio en una sala de clases, un lugar en la educación", señalan los estudiantes que estuvieron involucrados en el proceso de creación de esta silla que actualmente se encuentra en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile.

La importancia que para ellos tiene lo que representa este objeto fue lo que los motivó a que éste alcanzara los seis metros de altura, "un tamaño que tuviese un poco más de sentido en relación a la grandeza de un derecho", explican estos estudiantes, agregando al respecto que, con la escala de esta silla, también buscaban representar un problema "que se arrastra desde hace tiempo y que se hace presente: aquel asiento sube y alarga sus patas para hacerse inalcanzable, como un objetivo que todos podemos ver, que tenemos certeza de que es bueno, que admiramos, que es más grande que nosotros mismos pero que está lejos e implica un problema para llegar. Está muy arriba, fuera de alcance y no es asequible para el tamaño real".

La idea de trabajar en este objeto surgió en el contexto del actual movimiento por la educación, inquietud que partió de los propios estudiantes que se acercaron a estas profesoras con el objetivo de elaborar una propuesta que tuviera como eje central el tema de la educación y que se realizara en el marco de los talleres que ellas dirigen. "Si bien nunca antes habíamos trabajado en el taller con el contexto político como soporte, en términos conceptuales y metodológicos nos calzaba perfecto con el sentido y los contenidos que durante años nos ha motivado a realizar el taller. Además, nos parecía importante que, desde el arte, nuestros estudiantes lograran encontrar un lugar propio en relación a la contingencia, haciendo uso de todas las potencialidades expresivas y discursivas que el arte posee", recuerda la académica María de los Ángeles Cornejos.

El proceso

Una intervención espacial de carácter pública que lograra manifestar un vínculo real, efectivo y constructivo con el espacio, la comunidad y su contexto fue lo que este grupo de estudiantes y sus profesoras se plantearon como objetivo, teniendo en consideración, cuando decidieron realizar la silla, que ésta podría estar finalizada antes o después de resuelto el conflicto estudiantil. "Por ello es que coincidimos en que la silla debía operar con una temporalidad que trascendiera la del instante y que instaurara el problema de la educación como un motivo permanente. Aunque el escenario cambiara a través de un posible acuerdo y las movilizaciones terminaran en cualquier momento, de todas formas la silla entraría a operar como la presencia de todas las aspiraciones que han motivado el movimiento estudiantil", explica María de los Ángeles Cornejos.

Todo el proceso que hubo tras la construcción de esta gran silla universitaria se llevó a cabo en dependencias del Departamento de Artes Visuales. "Nos establecimos en la Escuela como espacio, con los talleres como recursos y sus encargados como apoyo, lo que hizo, para los que trabajábamos en la silla, un sentido de universidad muy evidente y al mismo tiempo espontáneo", señalan estos estudiantes, agregando que "cobró mucho sentido ese proceso con el contexto del país, donde lo que se busca es lograr una buena educación que, entre otras cosas, logre que todos los actores que allí participan sean los que vayan construyendo nuevas formas de educar en las que los roles y sus usos cobren sentido y existan voluntades mutuas para lograr esa retroalimentación, que es como el flujo de conocimientos sustancial de una sociedad".

Así, con fierro y madera fueron dando forma a este objeto que adquirió mayor peso al ser "un proyecto en conjunto que partió de una reflexión sobre una problemática de la sociedad", dicen estos estudiantes que incluso organizaron una rifa para costear los materiales que utilizaron en la construcción de esta silla universitaria. "Fuimos aprendiendo en cada parte del proceso de construcción tanto de los profesores como de los funcionarios y también de nosotros mismos: distintas técnicas, materiales, oponiendo formas de reflexionar y perspectivas sobre la marcha", agregan sobre el proceso de construcción de esta silla que, en primera instancia, fue instalada en la sede Las Encinas de la Facultad de Artes y que también se exhibió en el frontis de la Casa Central de la Universidad de Chile en el marco de "48 horas de arte por la educación".

La itinerancia

"La silla siempre fue pensada para que se instalara en distintos lugares, para que los principios del movimiento estudiantil que la silla representa pudieran llegar a muchos espacios disímiles, circulando por la mayor cantidad de lugares posibles. No puede quedar detenida en algún lugar transformándose en parte del paisaje y que de tanto ser vista ya no se vea", dice María de los Ángeles Cornejos. Ello, aún cuando aclara que "el esfuerzo de instalarla es tremendo, ya que independiente de las condiciones del lugar, ésta debe ser armada y montada de manera segura. Sin embargo, nuestros estudiantes tienen un compromiso y un nivel de certezas tan potente e importante con el movimiento y con su propio trabajo, que están dispuestos a que los principios por los que están movilizados sigan circulando por donde sea necesario".

Por ello es que para este grupo de estudiantes era tan importante que esta silla se exhibiera en distintos lugares, "espacios que también simbolizan su origen, como las distintas facultades de la Universidad de Chile que, a la vez, son focos ciudadanos en donde la gente que es parte de la ciudad y quizás no tiene vinculación directa con las casas de estudio, por ejemplo, pueda sentirse increpado; donde el mismo objeto vaya creando vínculos con diferentes personas en diferentes espacios para que se cuestionen algo o simplemente dirijan su atención a una fachada y, sin querer, a la educación", explican estos estudiantes. 

Y eso es justamente lo que han hecho hasta el momento. A la sede Las Encinas de la Facultad de Artes y a la Casa Central de la Universidad de Chile se sumó ahora la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas que, desde el pasado 27 de septiembre, alberga a esta silla de seis metros de altura que también se está planificando instalar en la Facultad de Derecho. "Al ponerla dentro de una universidad tradicional y antigua como es la Universidad de Chile, podemos ver cómo el objeto se introduce en un sitio donde los problemas que aquejan a la educación se han hecho presentes a lo largo del tiempo, manteniendo en un estado crítico y desgastado a esta institución. La fachada es lo que recuerda ese desgaste y así, funcionando como iconos, se le introduce esta imagen en frente: visualidad explícita y a gritos de un importante asunto pendiente", concluyen.

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