Durante la primera semana del mes de abril, el académico y critico teatral Agustín Letelier llegó al Departamento de Teatro de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile por tercera vez para dictar el seminario "Japón, Cultura y Estética a través del Teatro".
Sin embargo, las circunstancias en esta ocasión eran distintas. El terremoto y maremoto registrado el 11 de marzo en Japón puso a la nación nipona en el centro del acontecer mundial. En cada rincón del planeta se vio con asombro no sólo la devastación causada por el sismo, sino por la sorprendente calma de la población japonesa ante la tragedia. Esto, a juicio del profesor Letelier, es un signo distintivo de la cultura de esa nación. "Hay una cosa de disciplina social que se ha instalado como parte de la cultura y que la respetan mucho porque es una sociedad jerárquica, los respetos están ante muchas otras cosas".
Conocedor de la cultura nipona, Letelier profundizó durante doce sesiones en aspectos propios del teatro de esa nación, considerado uno de los más rigurosos y con enorme tradición. "Hay varios elementos que sería muy necesario que la gente de teatro los manejara más. El primero de ellos es el rigor en la preparación técnica, que es considerada primordial e intensa. Otro aspecto a destacar es el manejo de textos clásicos, los actores deben conocer mucho el teatro, la historia, las obras principales, sus análisis".
Es tal la rigurosidad y estudio que la disciplina tiene, que incluso se ha elaborado un sistema de gestos y movimientos, compartidos por el público, que permiten aludir a sentimientos y emociones en escena. "Hay un estudio de cuáles son los movimientos corporales que proyectan ciertas sensaciones. Cada montaje parte de un conocimiento previo de cuáles son los movimientos o las acciones que hacen que algo sea más significativo", explicó el profesor Letelier, agregando que incluso en el teatro de marionetas se consigue trasmitir emociones con simples movimientos de los muñecos.
Comparando la realidad de Japón con la de occidente, un aspecto que destaca el profesor Letelier es el largo camino que emprenden los intérpretes durante su período de formación para considerarse un actor en el amplio sentido del término."Los actores trabajan muchos años con maestros de quienes van aprendiendo sus técnicas. Para ellos es muy claro que un actor no puede considerarse como tal antes de unos diez o quince años de estar en el escenario y de ser considerado, además, bueno por sus pares. Salir de una escuela de teatro y sentirse actor, es un imposible en Japón".
¿Esa concepción es compartida por las generaciones más jóvenes?
Hay muchos jóvenes que no están muy dispuestos a aceptar esa rigurosidad en la formación y salen de Japón. Muchos se han ido a Estados Unidos o Europa, donde pueden hacer una carrera con bastantes menos restricciones y que a veces es también muy exitosa. Sin embargo, el respeto y reconocimiento a sus raíces es tal que cuando han tenido éxito vuelven a Japón y trabajan ahí debido a esta gran estimación que se tiene por el arte. Esa es una cosa muy distinta respecto a nosotros.
Una tradición lejana
El profesor Agustín Letelier destaca con frecuencia la gran calidad del teatro nipón y la enorme tradición de éste. A pesar de ello, reconoce que en nuestro país esta herencia no es muy común, situación que a su juicio se explica por varios factores. "El primer motivo es porque es difícil conocer las obras japonesas, la mayoría de ellas no están en circulación en nuestro medio. Sin embargo, aquí ha habido directores como Andrés Pérez, por ejemplo, que tenía una influencia bastante fuerte e hizo obras como "Madame de Sade" que es una pieza japonesa y le daba ese clima. Otros directores también toman algún poco de esa atmósfera, pero en general te diría que es un mundo teatral muy diferente del nuestro, con criterios que no son los occidentales".
Uno de aquellos elementos distintivos es el tema de las libertades interpretativas que posee el director. Mientras en occidente éste tiene derecho y casi la obligación de darle una mirada propia al texto, en oriente hay un enorme respeto a las formas originales, siendo un requisito no modificarlos mayormente. "En el teatro japonés se trata de mostrar las obras tal como fueron presentadas originalmente hace 300 o 400 años y de hecho se presentan igual. El sentido de la creatividad del actor o del director es distinto. Aquí un director siente que tiene que dar un lenguaje nuevo, que tiene que interpretar de manera propia, incluso cambiando textos. Allá el respeto a los textos, a la forma original es enorme. Se trata fundamentalmente de reproducir las formas anteriores, y eso es muy lejano al sistema occidental".
¿Y cuál es la actitud del público respecto a manifestaciones artísticas como el teatro?
Hay una gran estimación por el teatro y por el arte en general pues se sabe que es una cosa buena, que el contacto con el arte te perfecciona, te lleva a un nivel un poco más alto. Al ir a un museo sabes que ahí habrá muy buenas obras y el sólo hecho de estar en ese lugar va a producir algo en ti que te va a sacar durante un tiempo de las cosas vulgares.
Fuera de eso, los artistas en general son muy valorados y la gente sabe mucho de arte, tienen muy educado el gusto, de modo que es posible discriminar con bastante precisión algo que está mejor hecho de algo que no está tan bien hecho. Además, los precios son muy distintos entre lo que se considera una obra de carácter artístico y otra cosa que es una artesanía buena. Eso lo distinguen mucho y las cosas de calidad son muy caras.
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