La historia se centra en "Rebeldía", una joven costurera que es condenada a 10 años de cárcel por asesinar a su patrón cuando éste pretendía abusar sexualmente de ella. Eso fue el foco inicial del proyecto que presentó Jesús Urqueta para el curso de Taller Integrado I de la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile: llevar a escena el texto "Desdicha obrera", de Luis Emilio Recabarren, pero pensando también hacer una mirada crítica desde el estudiante teatral de la Universidad de Chile al Bicentenario. "El Taller Integrado se instala convocando a directores teatrales que presenten proyectos que sirvan un poco como la primera experiencia profesional de alumnos de Teatro y Diseño", sintetiza el joven director.
Urqueta fue seleccionado y trabajó con un numeroso elenco: Amanda Araya, Belén Rodríguez, Juan Moya, Mauricio Vaca, Sebastián Zeballos, Felipe Troncoso, Benjamín Bravo, Anali Muñoz, Macarena Marambio, Nicole Espinoza, Bernardita Galleguillos, Constanza Blanco, Ebana Garin y Alejandro Contreras dan vida al montaje, con el diseño integral de Paola Ávila, Gabriela Clavería, Francisca de la Fuente, Andrea Huaiquián, Rodrigo Mellado y Tamara Simpson.
El director se mantuvo fiel a lo que hace con su compañía, Teatro Versión Oficial: trabajar el teatro político. "Las últimas dos obras que dirigí trataban literalmente de la contingencia política en Chile, como "Ele (La Oficina)", que era sobre la Oficina de Seguridad Pública que se concretó en el gobierno de Patricio Aylwin. Desde esa biografía y universo es que propongo también hacer "Desdicha Obrera", porque el teatro político me interesa, particularmente las ideas críticas que tenía Recabarren sobre el centenario, y cómo al revisar sus escritos y ciertos textos, como "Ricos y pobres", nos damos cuenta que en cien años tampoco se avanzó mucho más, e incluso se retrocedió también. Las mismas demandas que hacía en 1900, 1910, 1920, son las mismas demandas que siguen existiendo", explica con ojos agudos.
¿Cuáles son tus referentes?
Recabarren y este Bicentenario chileno. Las materias son distintas a los otros talleres integrados, el universo de nosotros se nos acota desde una actuación realista. Nosotros tenemos más libertad desde el diseño, pero también el texto da para mucho. Hemos trabajado harto en la biografía del actor, para que se transforme en un actor-autor, y no sea solamente un ejecutor de indicaciones de un director. Al contrario, gran parte, con la experiencia y habilidades biográficas de los estudiantes, particularmente en la ejecución musical, estamos construyendo la puesta en escena también.
La obra de Recabarren se cuenta a través de tres cuadros. "Él la define como un dramita social en tres actos. Lo que hacemos nosotros es, a partir de lo que contaba anteriormente, de que Recabarren tenía en 1910 una mirada muy crítica al centenario que se celebraba, al darnos cuenta que muchos de esos postulados y demandas sociales no han sido resuelto por la clase burguesa, instalamos tres grandes hitos a lo largo de este último centenario en la historia político chilena, que son en 1910, aludiendo al centenario, 1969-1970, que es todo el movimiento social que culmina con Allende en el poder, y el 2010, que tiene que ver con lo que vivimos ahora", cuenta Urqueta.
¿Cómo trabajaron eso con los diseñadores?
Trabajamos tres estéticas distintas. El primer cuadro es con estética, música, vestuario y actuación de 1910, el segundo cuadro de 1970 y el tercero de 2010. Trabajamos con qué les interesa a los alumnos también, y el tercer cuadro es un juicio donde aparecen imágenes contingente, como lo podría ser, no sé, los testigos encapuchados. Este tercer cuadro está trabajado desde el hoy, por ejemplo, el personaje que hace la jueza es una especie de "Rebeldía" también, quien es el personaje principal, o sea, es como una obrera enjuiciando a otra obrera. Es el hijo de obrero que tuvo la posibilidad de estudiar, que finalmente rehúsa de cierta forma su clase social y termina enjuiciando a otro obrero, igual que él, que puede ser su vecino, su hermano, su primo. Desde ese lugar se instala un poco la contingencia, de mirarnos como un espejo y decir que es peligroso, porque se pierde el hombre como una naturaleza, el ser compañero, el ser un ser humano y entender los problemas de otro por ser un ser humano también. Creo que los roles que se van adquiriendo en la vida, sobre todo por el sistema capitalista, hace que nos olvidemos de eso un poco. Y vienen estos rollos del individualismo y el de querer salvar el pellejo propio por sobre todo. Está también desde el punto de vista que tenemos con los alumnos, que no hay mucho que celebrar en este Bicentenario, este 2010, y que seguimos igual.
¿Qué te gustaría que los alumnos rescataran de este trabajo?
Tiene que ver con un objetivo que puse en el proyecto, que es que redescubrieran la importancia del teatro político de acción directa, de empezar a hablar de manera directa sobre la contingencia y los problemas chilenos. Esa es la gran importancia, darse cuenta que el teatro político no es una cosa arqueológica, sino que hay una cosa absolutamente posible de hacer. Siento que hay toda una teoría teatral que habla más de la forma que del contenido, cuando lo que propongo siempre es que el contenido de la forma. Y que la estética obedece una ideología por sobre todas las formas.
