Licenciada en Artes Plásticas y egresada del Magíster en Artes Visuales:

La unidad y el gesto mecánico en la obra de Jesús Román

La unidad y el gesto mecánico en la obra de Jesús Román

"La curatoría de la Galería Balmaceda Arte Joven pedía obras vinculadas a hechos ocurridos hace diez años atrás", señala de entrada Jesús Román, Licenciada en Artes Plásticas y egresada del Magíster en Artes Visuales que debió traer al presente lo ocurrido en 1998 para dar vida a "Ultra Light", exposición colectiva que presenta junto a Sandra Molina y Arturo Cariceo, y que trae de regreso las lentejuelas y cuelgas que ya había utilizado en su anterior muestra: "Por la belleza real".

Hace 10 años atrás, esta joven artista y ayudante de los académicos del Departamento de Artes Visuales, Nury González y Arturo Cariceo -en Pintura y Composición, respectivamente-, ingresó a estudiar odontología a la Universidad de Valparaíso-donde permaneció dos años-, desde donde hurtó un hueso de la cara que se utilizaba en la Cátedra de Anatomía y que estaba fracturado, justamente, para poder ser estudiado.

"Este año me di cuenta que el haber estado en odontología me permitió llegar a estudiar arte porque sin haber pasado por esa escuela, creo que nunca hubiese sido capaz de darme cuenta que no era ese el lugar en el que quería estar por siempre", explica esta mujer que, con ese objeto en las manos y esa historia en la cabeza, comenzó a elaborar los inicios de lo que sería la obra que finalmente presentaría en "Ultra Light". Y agrega: "Empecé a mirar hacia atrás y revisando cuadernos de anotaciones que tengo, me encontré con una frase del pintor alemán André Butzer que dice 'Yo soy el sonido del corazón y de los relojes a ambos lados'".

La temporalidad y apropiación -"Yo soy"- que estaban presentes en esa frase, hicieron que Jesús decidiera trabajar con ella porque "encontraba que calzaba muy bien con mi idea de unir el tiempo de estos últimos 10 años". Si bien hasta ese momento no tenía muy claro cómo iba a trabajar su obra, consideraba que tanto la frase como la historia del hueso la posicionaban en un tiempo que le resultaba interesante de desarrollar. "Con eso y un poquito de experiencia, ya tienes un cierto cuerpo de obra que permite focalizarse. Pero, ¿con qué materialidad me interesaba trabajar?", se pregunta la artista.

Hecha con lentejuelas e hilos transparentes, y enmarcada en acrílico, esa frase, que finaliza con ese hueso instalado sobre una superficie transparente, ocupa parte importante de uno de los muros de la Galería Balmaceda Arte Joven. "En el Magíster empecé a desarrollar el trabajo con las lentejuelas y con Nury González, profesora del programa, descubrí que no sólo podía trabajar en bidimensional con las lentejuelas, sino también pasarlas a la tridimensionalidad. Esa fue la primera vez que utilicé lentejuelas con cuelgas, con hilos como parte de mi obra", recuerda.

¿Cuándo fue eso?

El año pasado, y a raíz de ello surgió "Por la Belleza Real" en la Sala Juan Egenau. La lentejuela tiene una carga estética súper grande, por lo que mi intención era restarle esa categoría de superficial y minimizar el gesto en el sentido de neutralizar los colores para quitarle esa carga un poco dulzona que tiene. Descubrí las cuelgas, que tienen que ver con el primer trabajo que desarrollé, donde disponía las lentejuelas una al lado de la otra, para minimizar ese gesto que es manual -pero también repetitivo, casi maquinal- y convertirlo en algo neutro, tanto en lo que uno ve como en el mismo gesto porque no implica un desgaste intelectual.

Pero físico sí.

Físico sí porque son muchas horas de trabajo. Pero la concepción del trabajo también implica lecturas previas para contextualizar, proceso en el que te vas a los referentes, en mi caso, los minimalistas, entre otros. Pero toda la intelectualización del trabajo es antes porque en la ejecución misma hay cero intelectualización. Es un gesto manual que se mecaniza.

¿Eso es lo que te interesa hacer?

Eso es lo que a mí me interesaba desarrollar hasta ahora, yo creo. Ahora siento que hay que salirse un poco de eso porque de repente, cuando empiezas a trabajar de una forma, no te das ni cuenta y te terminas encerrando sola.

¿Te sientes encerrada?

Me siento un poco encerrada en esa operación monótona, donde trabajas la mecanización del gesto y la anulación del cuerpo y de la cabeza también. Es como cuando uno teje, una acción casi automática en que tejes y tejes.

Hasta que te equivocas.

O hasta que tu cabeza se va hacia un lugar sumamente lejano. Ahí entra el asunto del tiempo porque estás tan concentrada que, sin darte cuenta, empiezas a recordar y a elaborar. Podía estar pensado en una estupidez, pero también reflexionaba sobre lo que estaba haciendo. Era como irse para adentro y pensar por qué estoy haciendo esto.

Entonces también hay un trabajo intelectual.

Al final me di cuenta que sí, pero luego de estar mucho tiempo concentrada en el gesto maquinal y monótono. Sólo después de eso tu cerebro reacciona y empiezas a pensar, pero el momento de letanía también me permitía concentrarme en el gesto que estaba haciendo, en la operación, que se repitió cuando pasé a la tridimensionalidad y las cuelgas porque fue exactamente lo mismo pero con un trabajo distinto: meter un hilo dentro de la lentejuela. Era el mismo trabajo introspectivo que visualmente se veía diferente. Pero para esta muestra decidí trabajar además con esta frase que encuentro totalmente potente, poética y con una importante carga de apropiación: "Yo soy". Es que creo que a los artistas nos cuesta mucho decir yo soy algo, yo soy artista.

¿Cuesta?

Es que inmediatamente vienen las preguntas qué haces, de qué vives, y cuesta decir yo soy artista. Por eso encontré potente la frase, porque me posicionaba en un lugar, que era 1998 y 2008 al mismo tiempo, y también por esa apropiación de una facultad, de un sentido de ser. Y quise trasladar lo que había hecho con las cuelgas en "La belleza real" porque me parecía interesante trasladarlo a la palabra. Además, en ese hacer palabra también había un sentido de apropiación: Yo construyo esa frase a través de mi gesto. Por eso te digo que la concepción previa del trabajo es mucho más intelectualizada. Por ejemplo, en "Por la belleza real" usé la frase del slogan de los productos Dove, que son productos de belleza, es decir, del cuidado de la imagen o de la superficie, característica que también distingue a la lentejuela. Es un objeto altamente estético que se relaciona con lo decorativo. Mi intención era mostrar esa carga, pero minimizada. Además, el trabajo con las lentejuelas tiene un doble juego perceptivo.

¿Por cómo se aprecia de cerca y de lejos?

Desde lejos parece una superficie lisa, pero te acercas y cambia. Hay una unidad repetida que tiene que ver con la serialidad y con la muerte -de la imagen y de sentido. Además todo es blanco, lo que dificulta la traducción. Pero usar la frase en "Ultra Light" me permitía apropiarme de esa frase a través de mi trabajo manual. Y podría haber sido cualquier otro objeto en realidad, pero como me interesa la lentejuela, el asunto de la superficie, el brillo y la estetización, me pareció pertinente seguir trabajando con ese material porque me ha permitido elucubrar y darme cuenta de cuáles son mis intereses que están detrás de la obra, como anclarme en asuntos que son propios de la publicidad y trasladar el gesto repetitivo a texto, por ejemplo.

¿Desde hace cuánto tiempo están presentes estos intereses de carácter más conceptual de los que me hablas?

A nivel conciente, desde el 2006. Cuando hice la memoria y revisé lo que hacía en la Escuela, sorpresivamente me encontré con trabajos realizados en primero de pintura y que eran súper minimal, un trabajo abstracto donde pintaba rectángulos, ocupando el óleo directo del tubo. Entonces, sin darme cuenta, ya tenía este interés. Después, me obsesionaba traspasar las fotos pixeladas a pintura, un trabajo más intelectual a nivel pictórico, pero que al final era similar porque el píxel es igual a una lentejuela: una unidad.

La misma lógica.

Claro. Y la lentejuela apareció de la nada al igual que varias cosas en arte. Salí de la Escuela y no sabía qué hacer, estaba perdida y aburrida de pintar. Un día, paseando por la calle Meiggs, me di cuenta que tenía un gusto estético por los productos prefabricados chinos, entre ellos la lentejuela. Pero antes de llegar a la lentejuela, usé con flores artificiales chiquititas e hice trabajos con eso y también con papel de regalo, todo siempre bien aglomerado y saturado.

La unidad y el gesto mecánico.

Sí, pero lo hacía porque no sabía qué hacer. Al final me di cuenta que simplemente era rellenar un espacio, y después empecé a contextualizar más el asunto. Eso se lo debo al Magíster porque me encauzó, me dijeron tienes esto y ahora debes limpiarlo y concentrarte en cuál es la operación que estás haciendo y por qué te interesa. Ahí supe que era un asunto de superficie, que no es lo mismo que superficial. La superficie es lo que está encima, el cuidado de lo que está por sobre todo lo demás, pero no es lo mismo que superficial.

Pero usas la lentejuela que parece ser un objeto superficial.

Es súper superficial, pero mi tarea era bajar esa carga superficial y hacer que se viera sólo superficie. Lo que yo quiero hacer no es mostrar la fechitización o estetización del objeto por sí mismo, sino que trasladar ese objeto estético a la esfera del arte y minimizarlo. Creo que me ha resultado porque son trabajos estéticamente atractivos, visualmente llamativos, delicados y súper cuidados, pero sin dejar de ser reflexivos.

¿Como femeninos?

Eso dicen.

¿Y a ti qué te parece que te digan eso?

Pésimo. Todo el mundo dice que son súper femeninos, pero una persona en la exposición de Balmaceda me dijo que el trabajo de Cariceo y el mío eran súper contenidos y de cabeza. A pesar que uso la lentejuela sabiendo toda la carga que tiene, trato de sacarle y restarle todo eso, pero no puedo negar que sigue teniendo una cierta relación cultural con la mujer, con el trabajo delicado que pueda tener ese hacer. Pero ya no me molesta tanto porque descubrí a un artista hombre estadounidense que trabaja con lentejuelas, Jim Lambie. Entonces, no es un trabajo de género. En "Por la belleza real", concientemente pedí a mujeres que me ayudaran a hacer el trabajo con las cuelgas, haciendo caso a lo que me decían. Pero eso fue intencionado, y cuando hice la defensa de mi tesis, de ese mismo trabajo, me preguntaron y contesté lo mismo que te estoy diciendo: Sé que se relaciona con un trabajo femenino pero no es mi intención hacer un trabajo de género. No se puede estigmatizar a alguien por trabajar con elementos decorativos y unirlo directamente a un asunto de género. Pero en Chile el arte es súper serio, pensado y teórico, entonces, aparece esta cosa que es un poquito más brillante y obvio que lo hace una mujer.

¿Un prejuicio?

Hay un prejuicio. Pero este trabajo en "Ultra Light", siento que me abrió, de alguna forma, un camino hacia la conceptualización. Uno puede identificar una frase y un sentido, pero al final te encuentras con un hueso, entonces te preguntas ¿qué pasa con esto?, y eso hace que la obra se vuelva más enigmática. Por otro lado, no es azaroso el color de la lentejuela que elegí, pues es de un color similar al hueso, y por lo tanto las cuelgas parecen cartílagos también. Todo lo que te he dicho han sido horas de pensarse a uno mismo, lo que es súper difícil. A veces, uno comete el error de leer mucho y rallar con ciertos autores, y después te encuentras con un vacío de ideas porque estás tan teorizada que la visualidad se te escapa. Yo creo que la creación es un ir y venir entre imágenes y teoría pensando en qué estoy movilizando y poniendo en juego en esta idea visual.

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