El Premio Herminia Arrate de Dávila, impulsado por el Departamento de Artes Visuales de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile junto a la familia Carrasco-Dávila, convoca este 2025 a nuevas postulantes de la Licenciatura en Artes Visuales para reconocer y apoyar la obra de jóvenes pintoras en proceso de titulación. El galardón, creado originalmente en 1941 por Carlos Dávila en memoria de su esposa, vuelve a activar una tradición que busca honrar la figura de la pintora Herminia Arrate y, al mismo tiempo, abrir oportunidades concretas para creadoras emergentes.
Para Marcela Carrasco, nieta de la artista, este premio tiene un profundo valor simbólico. Señala que para la familia “ha sido rememorar los valores artísticos de Herminia: su originalidad, su búsqueda de la belleza, su compromiso con el oficio y su reflexión constante. Nos refuerza que fue una adelantada a su época. Creemos que este premio es un homenaje a su trabajo y una invitación a conocer más sobre la artista y la mujer que fue”.
La convocatoria de este año busca resguardar precisamente esos valores, no sólo desde la memoria, sino también desde la práctica artística contemporánea. Marcela destaca que Herminia “fue generosa con sus pares, avanzada en lo pictórico y renovada en sus estilos. Este premio les pueda servir como un escalón para poder abrir puertas”. Su legado se proyecta así hacia las generaciones que hoy enfrentan el desafío de consolidar una voz propia dentro del campo de la pintura.
La historia de Herminia Arrate, marcada por su pasión y disciplina, sigue siendo un ejemplo para las jóvenes creadoras. En un contexto social e histórico complejo, entre las décadas de 1920 y 1930, logró construir una trayectoria destacada y, desde su rol como embajadora, apoyó a talentos chilenos y extranjeros que viajaban en busca de formación. “Siempre tuvo la visión de colaborar con sus pares”, recuerda Marcela. La familia busca mantener viva esa vocación de apoyo, ofreciendo un espacio que potencie la continuidad y proyección de quienes hoy comienzan.
Tamara Lamilla, primera ganadora del Premio Herminia Arrate de Ávila en 2024, destacó la importancia que tuvo esta distinción en el inicio de su carrera. Señaló que recibir el premio fue “un gran honor”, especialmente por tratarse de su primera edición y por estar dirigido a promover y reconocer el trabajo de pintoras emergentes. Explicó que el reconocimiento se tradujo en nuevas invitaciones a exponer, mayor visibilidad y un crecimiento significativo en el público que comenzó a seguir su obra. Afirmó también que durante todo el proceso sintió el apoyo constante de la Universidad de Chile, lo que hizo de la experiencia una instancia particularmente valiosa. Por eso, extendió una invitación directa a todas las estudiantes que ingresen al proceso de titulación en 2025: “si tienen la oportunidad de postular, háganlo”, insistió, resaltando que se trata de una oportunidad real para impulsar la trayectoria artística de jóvenes pintoras.
Los requisitos para postular al Premio Herminia Arrate de Dávila 2025 son autodefinirse como mujer; estar cursando 4° año de la Licenciatura en Artes Visuales, mención Artes Visuales, de la Universidad de Chile; haber cursado 4° año durante 2025, contar con matrícula vigente y titularse en el año en curso; y presentar un portafolio con al menos cinco pinturas desarrolladas en el proceso de titulación o en trabajos recientes.
La convocatoria estará abierta hasta el miércoles 31 de diciembre de 2025. Revisa toda la información en el siguiente link: https://uchile.cl/a235582
Reseña Herminia Arrate
Herminia Arrate (1895–1941) fue una pintora chilena cuya obra, aunque breve, destaca por su solidez pictórica, su sensibilidad íntima y su rigor compositivo. Discípula de Pablo Burchard, desarrolló un lenguaje propio que la crítica vinculó al Grupo Montparnasse, aunque su trabajo mantuvo siempre una independencia expresiva. Su carrera despegó en los años 1920 con exposiciones en Santiago y destacadas menciones en los Salones Oficiales, donde fue elogiada por la sutileza de su mirada y la modestia luminosa de sus motivos domésticos. Entre 1927 y 1940 vivió en Estados Unidos, donde continuó pintando y exhibiendo, recibiendo atención favorable de la prensa en Washington y Nueva York. Su obra se caracteriza por naturalezas muertas e interiores austeros, de paleta terrosa, composiciones rigurosas y texturas densas que vuelven tangibles los objetos representados. Críticos y artistas de su tiempo destacaron su honestidad artística, su rebeldía frente al academicismo y su capacidad para encontrar belleza en lo sencillo. Tras su muerte temprana, fue homenajeada por sus pares, quienes subrayaron la profundidad emotiva y la delicadeza espiritual que marcaron tanto su pintura como su relación con el oficio.
