El pasado 23 de mayo se inauguró en la Galería Hifas, ubicada en Libertad 304 en el Barrio Yungay, la exposición Sembrar la Matriz de la artista y profesora adjunta del Departamento de Artes Visuales de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, Paula Coñoepan. La muestra, visible desde la calle las 24 horas del día hasta el 27 de julio, plantea una reflexión profunda sobre la corporalidad, el castigo y la identidad a partir de una materia viva y picante: el ají.
La exposición forma parte de una colaboración inédita entre el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) y Galería Hifas, donde la artista fue convocada por Anilla MAC. Esta invitación surge a partir de su rol como docente universitaria y habitante del mismo barrio donde se emplaza el espacio expositivo.
“Me entusiasmó la idea de trabajar en un espacio no convencional, donde las obras sólo pueden ser vistas desde el exterior. Pensé en cómo dialogar con el formato de vitrina y jugar con los códigos visuales de la moda para introducir un mensaje mucho más complejo”, señala Paula.
La muestra está compuesta por dos fotografías en gran formato, parte de la serie Una femineidad que arde, el registro audiovisual de la performance Arder y una instalación de 50 plantas de ají iluminadas con luz UV. Las obras giran en torno a este condimento, usado tanto como material como metáfora: un vestido confeccionado con piel de ají cacho de cabra y una gran trenza de 9 kilos son elementos clave que entrelazan cuerpo y territorio.
“El ají me interesa porque vincula lo cotidiano con una identidad territorial. En las cocinas del sur de Chile, de donde proviene mi familia, las trenzas de ají son parte del paisaje doméstico y económico. A partir de ese símbolo, desarrollo una reflexión sobre cómo las feminidades han sido moldeadas y castigadas en nuestra cultura”, explica la artista.
Este proyecto comenzó hace más de dos años, cuando creó El secreto del ají, una videoinstalación premiada con la beca CIFO 2024, que fue exhibida en el Museo Universitario de la Universidad de Antioquia, en Medellín. Para esa ocasión, se propuso llevar ají chileno al extranjero, pese a las complejidades sanitarias, ya que la procedencia del material era esencial para el sentido de la obra.
“Sabía que ni la trenza ni el vestido volverían a Chile, pero para mí era importante que ese ají fuera chileno. La obra se ancla en lo identitario y no podía ser de otra forma”, afirma. Más allá del territorio, la exposición también se adentra en las reacciones físicas del cuerpo. La artista explora cómo el ají, a través de la capsaicina, genera una experiencia de ardor que se convierte en lenguaje corporal y simbólico.
“El vestido de ají está moldeado a mi cuerpo, pero también me moldea a mí al afectarme directamente. Quise habitar el ají, entenderlo como un elemento que no solo arde por fuera, sino que transforma desde dentro”, reflexiona. Uno de los conceptos centrales de la obra es el de “matriz”, abordado desde múltiples dimensiones: como espacio de origen, como cuerpo femenizado y como principio de reproducción simbólica a través de las semillas de ají que dan origen a las plantas presentes en la instalación.
La artista invita a todas las personas a visitar esta vitrina que dialoga con la ciudad desde la calle, y a participar del conversatorio que se realizará el jueves 17 de julio a las 16:30 en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) de Quinta Normal, donde compartirá en profundidad los procesos detrás de esta obra.
“Esta muestra es una oportunidad para sembrar preguntas sobre el cuerpo, la identidad y el castigo. Espero que quienes pasen por la vitrina puedan detenerse y preguntarse qué es eso que arde, qué es eso que estamos habitando”, concluye Paula.