En la sede de Las Encinas de Facultad de Artes de la Universidad de Chile, un pasillo que durante años estuvo en desuso fue transformado en un espacio expositivo vivo y significativo. La Microgalería Las Encinas nació desde una iniciativa estudiantil autogestionada impulsada por estudiantes del Departamento de Artes Visuales y del Departamento de Teoría de las Artes durante las movilizaciones de 2024.
Motivados por la necesidad de contar con espacios libres y horizontales para compartir obras y procesos creativos, un grupo de estudiantes decidió recuperar este pasillo como galería. Con esfuerzo colectivo, limpiaron, pintaron y reacondicionaron el espacio. Así, dieron forma a un lugar que no solo acoge exposiciones, sino que también propone un modo alternativo de concebir la práctica artística dentro del ámbito universitario.
La Microgalería Las Encinas se define por su voluntad de democratizar el acceso a la exhibición. Si bien se prioriza a quienes no han expuesto antes, no existen requisitos formales para participar: pueden postular estudiantes o personas externas, de cualquier disciplina. La única condición es el deseo de compartir una obra o reflexión. Desde sus inicios, la galería se ha pensado como un lugar abierto, colaborativo y sin jerarquías.
¿Cómo nace la idea de la Microgalería y qué los motivó a ocupar este espacio en específico?
Equipo Microgalería: La idea surge en 2024, en medio de conversaciones entre estudiantes que veíamos la necesidad de contar con un espacio expositivo propio, que no dependiera de jerarquías ni de procesos burocráticos. Vimos que ese pasillo estaba en desuso, lleno de carteles viejos y sin ninguna función clara. Decidimos ocuparlo, resignificarlo y convertirlo en una galería abierta a las propuestas de estudiantes y egresados.
¿Qué significa para ustedes que la galería sea autogestionada y horizontal?
Equipo Microgalería: La autogestión para nosotres no es solo una forma de organización, sino también una postura política. Creemos que la producción artística debe poder circular sin depender exclusivamente de validaciones externas o institucionales. Ser horizontales implica que todas las decisiones se toman en conjunto, que no hay jerarquías entre nosotres ni con quienes exponen. El montaje, la difusión, la limpieza del espacio... todo lo hacemos entre todes.
El equipo que la gestiona, organizado en comisiones de curaduría, montaje, archivo y comunicaciones, toma decisiones de manera horizontal. Esta forma de trabajo ha permitido sostener una programación constante, con exposiciones individuales, colectivas y temáticas, además de colaboraciones con colectivos como Remontar, del territorio LGTBIQ+.
Las inauguraciones son también concebidas como momentos de encuentro y activación del espacio. Muchas veces se articulan con otros eventos de la sede o se acompañan de conversatorios, ferias y actividades interdisciplinarias, con el fin de potenciar el vínculo entre arte, comunidad y territorio.
¿Qué tipo de exposiciones han albergado y qué criterios usan para seleccionar los proyectos?
Equipo Microgalería: Hemos tenido exposiciones de pintura, instalación, fotografía, archivo y también propuestas más experimentales que trabajan con el cuerpo o el sonido. No usamos criterios excluyentes. Abrimos convocatorias y recibimos propuestas de estudiantes y egresades, priorizando aquellas que no han tenido oportunidades de exhibir su trabajo en otros espacios. Lo importante para nosotres es que la exposición dialogue con el espacio y que quienes participan también se involucren en el montaje y en las decisiones curatoriales.
¿Qué desafíos han enfrentado en el camino?
Equipo Microgalería: Muchos. Desde la falta de recursos materiales, porque no contamos con financiamiento institucional, hasta el desgaste que implica sostener un proyecto colectivo mientras estudiamos y trabajamos. Pero también hay resistencias simbólicas. Al principio hubo cuestionamientos sobre si era legítimo “tomarse” un espacio para hacer una galería. Pero con el tiempo hemos demostrado que sí se puede hacer arte de manera colaborativa, desde la base.
¿Cómo proyectan el futuro de la Microgalería?
Equipo Microgalería: Queremos que se mantenga como un espacio vivo y en constante transformación. Idealmente, nos gustaría que nuevas generaciones de estudiantes tomen la posta y le den continuidad. También estamos pensando en formas de archivar las exposiciones, generar publicaciones o hacer conversatorios. No queremos crecer en términos institucionales, sino profundizar el sentido comunitario del proyecto.
La recepción del proyecto ha sido muy positiva. Profesores y estudiantes del Departamento de Artes Visuales y de Teoría de las Artes, han reconocido el carácter inédito de la iniciativa en la sede, y para muchos egresados y egresadas, la Microgalería ha sido una vía para reconectarse con la universidad desde nuevas perspectivas.
Actualmente se encuentra en exhibición la muestra colectiva Si no existe la ciudad: Más afuera de los bordes de Santiago, una reflexión sobre los límites, los márgenes y lo que existe más allá de la urbe y de la gran capital. Esta exposición se enfoca en las diferentes percepciones y experiencias nacidas desde las relaciones ante el centralismo del país con la capital, revisitando las experiencias que se tejen fuera del epicentro de la ciudad, cuestionando y repensando lo que queda en el olvido fuera de sus fronteras invisibles. Cuenta con las obras de les artistas: Sisi, Anaís Ahumada, Oliver, Martín Bravo, Velana, Micelio de la Torre, Felipe Olivares, Helena Viera, Rousse de la Puebla, Val Aguilera, Martina Leiva, Antonia Gallardo, Javiera Álvarez, Luccy Cocova, Daniel Herrera, Jota Contreras, Consuelo Baltazar y Francisca Medel. Hasta el 21 de mayo se podrá visitar esta exhibición en Las Encinas 3370, Ñuñoa, Campus JGM de la Universidad de Chile. La entrada es liberada.