Fue a través de una carta. A pesar de que vivimos tiempos de la inmediatez, la pianista y académica del Departamento de Música (DMUS), Svetlana Kotova, se enteró a través de una carta que la Academia Chilena de Bellas Artes había decidido otorgarle el premio Domingo Santa Cruz, distinción que reconoce el importante aporte que ha realizado al medio artístico nacional.
Entre las razones que esgrimieron al momento de hacer público el reconocimiento está su participación, colaboración y compromiso con el medio musical chileno.
“Me toca muy profundamente este reconocimiento, ya que, por primera vez, después de 30 años de incansable labor en el medio artístico chileno, una institución de la importancia de la Academia Chilena de Bellas Artes, de carácter transversal y nacional, reconoce mi aporte a la escena musical chilena. Por otro lado, siento mucha humildad, ya que estoy consciente de que hay muchos músicos que merecen tal reconocimiento, y el hecho de que se me haya elegido a mí me impulsa a trabajar con aún mayor entusiasmo y pasión por la difusión de la música de arte y en particular la creación musical chilena”, comentó.
La profesora Kotova lleva 30 años en el país y declara que “desde el comienzo me sentí bienvenida en Chile, a pesar de haber sido muy joven. Ya el primer año recibí invitación para realizar un recital de piano en la Escuela Moderna de Música, y luego vinieron invitaciones para tocar de solista con orquestas, participar en conjuntos de cámara, o ser parte del renombrado Ensemble Bartok. Siento profundo agradecimiento a las personas que vieron en mí ese potencial y lo hicieron posible, como María Iris Radrigán, Santiago Meza, Valene Georges, Carmen Luisa Letelier, Jaime Mansilla y tantos otros”.
En sus tres décadas en Chile, la profesora Kotova ha destinado esfuerzos para divulgar obras de compositores chilenos, como es el caso de Enrique Soro y Jorge Peña Hen.
“En el caso de Enrique Soro fue una casualidad. En busca de obra chilena para mi recital de revalidación de título en la U. de Chile, encontré en la biblioteca de la Facultad de Artes Dos Tonadas para piano. Quedé encantada con la belleza y frescura de su música, así que luego, durante mis estudios de doctorado en EEUU, me dediqué a recopilar sus obras para piano, que estaban fácilmente accesibles en el sistema de bibliotecas universitarias. Una vez de vuelta en Chile, propuse al entonces Presidente de la Academia Chilena de Bellas Artes Chile, Santiago Vera-Rivera, hacer un CD con obras para piano de Soro, que resultó muy bien aceptado por la comunidad. Era el primer CD monográfico de Soro en ese momento. Gracias a esa grabación, conocí a Roberto Doniez, nieto del compositor, y empezó una colaboración muy nutrida con su archivo y ahora Fundación Enrique Soro, con frutos tan lindos como los Cds Integral de Sonatas para Piano e Integral de Obras para dos pianos, ambos proyectos realizados gracias al apoyo de Fondos de Cultura”.
En el caso de Jorge Peña Hen, todo comenzó con la invitación de la viuda del compositor, pianista Nella Camarda, para que interpretara el Preludio para piano durante la ceremonia de entrega del archivo Peña Hen al Archivo Nacional de Música. De ese encuentro surgieron nuevas sesiones en las que conoció otras obras de Peña Hen, una de ellas el Concierto para piano y orquesta, que estrenó con la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles (FOJI) en mayo de 2022.
“Siento que mi deber como artista es relevar la creación artística del país que me acogió con tanto cariño, y de forma especial, de compositores que de alguna forma fueron postergados por la historia musical moderna. Es el caso de Soro, que en los últimos años ha vuelto a sonar mucho, o de Luigi Stefano Giarda, a quién aún le debemos ese reconocimiento. Venir de una cultura musical muy distinta a la chilena me permite apreciar con especial interés la música de esos autores, de mucho oficio, muy personal y expresiva, que quedó damnificada por la vorágine de grandes cambios en la composición del siglo XX”, concluyó.
El Premio Domingo Santa Cruz será entregado en abril del próximo año. El reconocimiento consiste en un diploma y una escultura creada por el Premio Nacional de Artes Plásticas, Sergio Castillo.