Los académicos del Departamento de Artes Visuales de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, Luis Montes Rojas, Mauricio Bravo, y Sergio Rojas, junto a las investigadoras Verónica Figueroa y Magdalena Guajardo se agrupan en el Núcleo de Investigación Escultura y Contemporaneidad, que desde su conformación en el 2015, han realizado una serie de estudios referentes a la escultura y que en su mayoría han desembocado en diversas publicaciones como la recientemente lanzada Cuerpos de la Memoria. Sobre los monumentos a Schneider y Allende.
Esta incansable labor ha continuado con los años y hoy presentan un nuevo libro, Escultura y Contingencia (1959-1973), una publicación que aborda un período desconocido y poco estudiado como fue lo realizado por un grupo de artistas antes del golpe militar de 1973.
Juntando relatos, entrevistas y documentos de archivo, este grupo de investigación llega a la exposición titulada La imagen del hombre, realizada en 1971, y curada por Miguel Rojas Mix quien fuera el Director del Instituto de Arte Latinoamericano de la U. de Chile, y en cuyo catálogo se da a conocer un “trabajo escultórico que rompe con la tradición americanista que le precede y se abre hacia formas de lenguaje figurativo que privilegia la gestualidad, lo transitorio y la percepción contingente del acontecer del hombre moderno, así como la aparición del entorno cotidiano como signo de crisis y voluntad de transformación social”, se lee en la presentación del ejemplar.
“En ese catálogo que mi padre -Luis Montes Becker- guardaba de la época de estudiante, aparecían algunos nombres conocidos: Francisco Brugnoli, Mario Irarrázabal, Ricardo Mesa o Hugo Marín, pero también otros no tan conocidos y con imágenes de obra muy potente, como Víctor Hugo Núñez o Carlos Peters. Leer ese catálogo es acercarse a una declaración de principios, casi un manifiesto, que también nos acercó hacia la utopía de la conformación de un campo, de un territorio escultórico que se desligó de las nociones modernas de la ‘escultura chilena’, representada por Colvin, Román y Garafulic”, explicó Luis Montes Rojas, editor del libro y académico del DAV.
Asimismo, Montes Rojas aseveró que “es interesante revisar ese período, fundamentalmente porque no ha sido abordado profundamente. Lo que hemos encontrado nos ha abierto la puerta hacia un tiempo sorprendente, de una tremenda vitalidad, de obras impactantes, pero que sabemos fue tachado, clausurado”.
Escudriñando la Historia
Pero ¿Cómo llegaron a ese descubrimiento? Fue a partir de su primera investigación, recogida en el libro Escultura y Contemporaneidad en Chile (disponible gratuitamente en la web del DAV), la que estudió a los artistas de los 80 que empezaron a desbordar las nociones modernas de la escultura, cuando dieron con la hebra que les llevó a ingresar profundamente en la producción de los años 60´.
“Estos artistas, que habían sidoformados en escuelas de arte universitarias (UChile, UC y Arcis), evidentemente resentían el desmantelamiento del sistema artístico y universitario a partir del golpe de Estado”, contó Montes Rojas.
Tras las indagaciones, además surgió un factor clave para avizorar ese ausente período y que según lo explicado por Montes Rojas se asocia a la cierta “conciencia inaugural” que los artistas del ochenta desarrollaron, “como si lo que estuvieran haciendo no tuviese antecedentes, y que por ello no tuvieran que cargar con el peso ni de la tradición ni de la historia”, contó.
Sin embargo, esos artistas sí reconocían claramente el corte producido en 1973 y, por ende, eran conscientes del desconocimiento respecto de artistas, obras y prácticas escultóricas realizadas con anterioridad a esa fecha. “No había referencias visuales, objetuales o narrativas respecto de eso que había sucedido antes del golpe. Había desaparecido”, indicó el editor.
Con esos antecedentes, el Núcleo desarrolló un proyecto de investigación que, gracias al apoyo de FONDART, se propuso encontrar eso que “había dejado de estar, eso que quedó fuera de la historia del arte y de toda documentación. Ese fascinante tiempo donde nuevos proyectos de sociedad se habían puesto en marcha; donde el mundo de la cultura y las artes habían participado activamente en su construcción, y donde la escultura parecía no haber existido”, señaló el académico del DAV.
Y así llegaron a descubrir que ese convulso período de tiempo propuso obras que anticiparon casi todo el repertorio de la escultura contemporánea, lo cual fue nutriendo nuevas preguntas sobre el período, pero por sobre todo con la relación con el pasado y la historia: “¿Es posible pensar en aquello que pudo haber sido y que, definitivamente, ya no fue? ¿Cómo se da esa relación con el pasado y su utopía, ahora mirada desde el presente?”, se cuestionó el Núcleo.
Surgen también nuevos nombres y referencias como los trabajos desarrollados por Félix Maruenda, Mario Irarrázabal, Hugo Marín, así como la consideración de la importante obra escultórica de Valentina Cruz, Juan Pablo Langlois y Cecilia Vicuña, a través de quienes la disciplina se abre hacia la contingencia y la política, “pero fundamentalmente hacia la noción de acontecimiento, con obras verdaderamente sorprendentes que se hallan bien descritas y documentadas en los textos, donde se supera claramente la noción moderna de una obra cerrada en sí misma para pasar a abarcar el espacio, el contexto y una nueva idea de temporalidad, muy cercana a la idea de instalación que hoy está tan presente en el diccionario contemporáneo”, explicó el editor.
Al respecto la investigadora y coautora del artículo, Hitos de una transición: reflexiones sobre escultura en Chile (1959-1973), Verónica Figueroa Aránguiz, coincide con Luis Montes Rojas, señalando que, “dentro de esta investigación, el lector, además de encontrar nueva información teórica e historiográfica de gran relevancia, también hallará puntos de vista que responden a las concepciones e ideas personales de los artistas que fueron parte de este momento en la historia del arte en Chile”
Agregó que “poder haber conversado con algunos de esos artistas, tales como Valentina Cruz, Francisco Brugnoli, Víctor Hugo Núñez, Carlos Peters, Juan Pablo Langlois (en la que podría considerarse una de sus últimas entrevistas documentadas), nos entregó un panorama sumamente amplio y detallado de lo que significó la escultura para ellos como jóvenes artistas. Considero que el gran valor de esta investigación reside, en que sin renunciar al desarrollo de un trabajo académico, tanto en teoría como historiografía, integra de forma ingeniosa el componente humano y azaroso que constantemente opera en las artes y que es finalmente el que más nos acerca a la comprensión de la práctica artística”.
Similar opinión dio la coautora del mismo artículo, Magdalena Guajardo Matta, quien afirmó que “nuestro proyecto surge a partir de la reflexión sobre los procesos de cambio y expansión a los que se ha visto sometida la definición de escultura. Nos centramos en la experiencia y en los devenires políticos que han atravesado la práctica escultórica durante los años 1959-1973, a partir de las entrevistas y visitas a talleres de los artistas implicados”.
Guajardo adelantó que “Con ello resultó que Hitos de una transición surge de estos relatos en que constantemente se repetían, una y otra vez, ciertos recuerdos de exposiciones, escuelas y personas, que formaban parte fundamental de su historia y que por lo tanto, tomaban cuerpo en sus obras. Así, este proyecto cobra vital importancia, en la medida que reúne y sitúa acontecimientos que fueron relevantes en los relatos del arte durante el período y que nos ha permitido tener una perspectiva más rica sobre la producción escultórica y sus transformaciones”.
Por su parte el filósofo, doctor en Literatura y académico de la Facultad de Artes, Sergio Rojas, autor del artículo “Era nada, y era impresionante” Sobre lo contemporáneo en el arte: una cosa fuera de lugar, señaló que “en mi caso, el campo de investigación abordado en este proyecto fue ocasión para reflexionar el modo en que desde el presente nos dirigimos hacia el pasado para transformarlo en historia, y esto especialmente respecto a la "historia del arte".
Y continuó “Cuando nos detenemos a pensar esto, resulta extraña esa idea de que el tiempo es como un curso de acontecimientos que marcha desde el pasado hacia el futuro. Tendemos a creer que el presente ha sido el resultado de hechos que sucedieron en el pasado, pero bajo el nombre de ‘historia’ lo que hacemos es más construir el pasado desde el presente”.
Finalmente Rojas acotó que, “Me interesa atender a esa dimensión que en cada ‘presente’ no se concibe como histórica, me refiero al régimen de lo cotidiano. La naturaleza de los hechos pretéritos en los que hoy reconocemos ‘estatura histórica’, estaban tramados en su tiempo con incertidumbre, contingencia, azar. Entonces, me pregunto, ¿Cómo llegan a existir los hitos en la historia del arte? ¿Lo que no sucedió es parte de lo que llamamos ‘historia’? ¿Cómo es que algo que ‘no era nada’, como la instalación Cuerpos blandos, de Juan Pablo Langlois, llega a ser una obra fundamental en la historia del arte chileno?”.
Otro de los autores del libro, Mauricio Bravo Carreño, escritor del artículo Escultura chilena de los 1960: desórdenes, retornos y materialismo, reforzó la idea que los lectores encontrarán textos que abordan un período de la producción escultórica no cubierto o escasamente cubierto hasta el momento: el de las décadas 1960 y 1970.
“En estos años se exhiben momentos de experimentalidad que rompen radicalmente con las concepciones americanistas que le precedieron y que abren, además, un espacio de producción tridimensional en el cual el cuerpo emerge como significante de lo político y también como materia moldeada por las fuerzas y tensiones de la historia”, dijo.
Arguyó además que “Cabe destacar que estos desplazamientos se concretan de forma similar en lo referente a una concepción del espacio y lo performativo, inaugurando o anticipando, de este modo, estéticas que problematizan el arte a través de una poética del acontecimiento y lo efímero”.
Se refirió también al punto de vista historiográfico de la publicación aduciendo que “los escritos abordan los factores contextuales y políticos que movilizan estos cambios. Junto con ello, analizan los marcos epistemológicos que inciden en la emergencia de una producción dirigida a cuestionar la perspectiva esencialista del ser americano que había primado en los 1950. Estos análisis se basan en material de archivo, por lo cual configuran un diagrama o cartografía del período abundante en referencias y que posibilita al lector comprender cómo los artistas asumieron el rol social que les exigían tanto la reforma universitaria como el compromiso político que demandaba la vía chilena al socialismo”.
Para concluir, Mauricio Bravo analizó la mirada teórica del libro y dijo: “las y los lectores podrán encontrar ensayos que abordan la temporalidad problematizada por estas obras escultóricas, de un lado, y también escrituras que buscan establecer en qué medida las dinámicas vanguardistas dialogan con su pasado, trazando itinerarios donde la perspectiva teleológica o finalista de la historia se abre hacia temporalidades disímiles y múltiples, del otro lado”.
Para conocer más antecedentes del libro Escultura y Contingencia, te invitamos a conectarte a la transmisión virtual del lanzamiento el jueves 10 de diciembre a las 18:30 horas vía Facebook Live @DAVUchile. La presentación estará a cargo de Soledad Novoa Donoso (Directora del Centro Nacional de Artes - Cerrillos) y Luis Prato Escárate (Doctor en Bellas Artes y académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile).
Una vez finalizada la actividad, el Núcleo de Investigación Escultura y Contemporaneidad dispondrá de un correo electrónico que permitirá solicitar gratuitamente un ejemplar impreso.
Además, el libro estará disponible para descarga gratuita a través de la Biblioteca Digital del DAV en el siguiente link: http://uchile.cl/a83875