Premio Nacional de Artes 2002:

Fernando García: "Lo único que he podido hacer durante la pandemia es escribir música"

Fernando García: "Lo único que he podido hacer es escribir música"

Al 11 de Julio de 2020, Fernando García, compositor, musicólogo y Premio Nacional de Artes (2002), llevaba 27 nuevas obras escritas durante el confinamiento a causa de la pandemia del COVID-19, lo que sumado a su fecunda producción creativa anterior da un gran número de piezas de su autoría, pero... ¿cuántas son en total? “Le confieso que no sé con certeza cuántas obras he escrito, pero es seguro que son más de 500 a esta altura del partido… ¡son todas iguales eso sí!” dice bromeando apenas comienza esta conversación, evidenciando que la cuarentena no ha mitigado en nada su humor tan característico.

Desde el inicio del confinamiento el maestro García se encuentra en Pirque en casa de su hijo Leonardo. Dice que “desde el punto de vista físico no podría estar mejor” y lo confirmamos cuando iniciamos las gestiones para esta entrevista y lo encontramos ejercitándose en una bicicleta estática. “El problema es que no tengo absolutamente nada que hacer. Resulta que por mi edad no me puedo mover de la casa, entonces lo único que puedo hacer es escribir música”, nos cuenta.

En medio de una pandemia mundial cumplió 90 años, la gran mayoría ellos ligados a la música y a la Universidad de Chile. El confinamiento no impidió que recibiera el cariño y reconocimiento de amigos y colegas.

“Para mí fue muy sorprendente, me saludó una cantidad de gente… ¡infinita! Además, yo digo que llegar a los 90 años, en términos generales no es no es muy corriente ni muy usual, además lúcido… aunque... ¡yo nunca he sido lúcido! Más bien, sigo con la lucidez que normalmente he tenido (risas). Estoy muy agradecido de toda la gentileza de parte de mis amigos que se han acordado de saludarme en estas fechas”.

Protagonista de la música

Fernando García es un testigo privilegiado de los cambios que ha enfrentado el sector artístico en Chile y en la Universidad de Chile en los últimos cincuenta años. Hasta septiembre de 1973, formó parte del Instituto de Extensión de la Casa de Bello, proyecto que vinculaba el quehacer artístico de la institución con el país a través de elencos como la Orquesta Sinfónica y el Ballet Nacional Chileno. Entonces el país no contaba con un ministerio de  cultura, por lo que la Universidad de Chile a través de su entonces Facultad de Bellas Artes asumió el rol de propiciar la creación artística y su circulación por todo el territorio. El maestro García valora el aporte de Domingo Santa Cruz, que junto a otros colaboradores, “fueron quienes formaron toda la vida musical chilena que nosotros gozamos ahora. En ese equipo (Instituto de Extensión) trabajaban todos, de capitán a paje, por el desarrollo de la música nacional. Yo era compañero de los tipos más reaccionarios del universo y no había ningún problema porque teníamos claro nuestro objetivo común. Y resulta que esto fue reconocido por el mundo entero. Yo estuve en Europa, en más de una ocasión, y me tocó conversar con personas que estaban maravilladas con lo que habíamos hecho. Y no sólo en Europa sino también cuando venían a Chile artistas internacionales a trabajar con la Orquesta Sinfónica o con el Ballet Nacional Chileno recibimos las mismas opiniones”.

El Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 significó su exilio por casi 17 años. Regresó al país en diciembre de 1989 luego de haber vivido y trabajado junto a su esposa, la bailarina y coreógrafa Hilda Riveros, en Perú y Cuba. “Yo tuve mucha suerte, estoy muy agradecido de que (Augusto) Pinochet me haya botado del país porque gracias a eso yo conocí este continente riquísimo culturalmente que se llama Latinoamérica y del que no tenemos ni idea”, agrega ironizando sobre su exilio.

Regresó también a la Universidad de Chile, pudiendo ser testigo presencial del empobrecimiento en que habían quedado las universidades públicas, el arte y la cultura, así como también del trauma vivido al interior de la Facultad de Artes con estudiantes, profesores y funcionarios muertos, desaparecidos o exiliados.

“Tuve ocasión de ver cómo se había destartalado todo, incluso trabajando dentro de la institución seguimos criticando el empobrecimiento en que nos encontrábamos. Sin embargo, yo tengo la esperanza que esta cuestión vuelva a cambiar porque los músicos necesitan que exista una orquesta sinfónica suficientemente importante para la ciudadanía que pueda cumplir con la labor que antes cumplía, así como también se requiere financiar toda la actividad artística en una medida muchísimo mayor de lo que se hace actualmente”.

“Soy un convencido de que el Estado debe hacerse cargo de toda esta cuestión. Los pobres pericos que se dedican a estos menesteres - no hablo de mi caso en particular- están prácticamente crucificados, no tienen dónde presentarse y no me estoy refiriendo al momento actual”, dice.

Militante comunista, el profesor García va más allá y declara que “hay que modificar totalmente el sistema socioeconómico que tenemos porque el grado de injusticia que existe en los países es infinito. Miremos Chile, la situación miserable de algunos chilenos no tiene por qué ser, hay gente que se muere de hambre y también sujetos ricachones que andan paseándose por todo el mundo y se abanican. La injusticia que existe tiene que ser modificada y los únicos que están planteando modificar este asunto en serio son los comunistas, por consiguiente yo me encontraba y me encuentro bastante cómodo dentro del Partido Comunista porque piensa exactamente lo mismo que yo.”

Epílogo

Durante esta conversación, el maestro García constantemente dice frases en las que relativiza su importancia como autor. “¡Era un perfecto mediocre!”, “yo nunca he tenido condiciones para la música”, ”tocaba, como la mona, pero tocaba”, manfiesta con ironía y excesiva modestia. Al final de la conversación, le pedimos que nos mencione algunas de sus obras, pensando en las nuevas generaciones de músicas y músicos que no pudieron conocerlo en persona, y que podrían hacerlo a través de sus creaciones. Responde:

“Francamente no le puedo decir si hay alguna obra que particularmente merezca recomendación. Yo personalmente creo que no hay que escuchar ninguna… ¡hay que salvarse de ese martirio!”.

Insistimos en que entonces comparta alguna reflexión dirigida a quienes comienzan su camino en la música. Accede. “Lo único que yo puedo decir es que los que están dedicados al arte, sigan dedicados al arte”, expresa con solemnidad.

Maestro, cuando todo esto termine y usted vuelva a su departamento cerca del Parque Forestal, ¿qué es lo primero que tiene ganas de hacer?
No tengo nada pensado ni tampoco voy a hacerlo. Lo único que extraño un poco es que yo tenía la costumbre permanente de tomar café en cualquiera de las esquinas de mi barrio, y con los amigos de allá, como Pancho Coloane, bajábamos a tomar cafecito y conversar, pero eso, nada de pensar en proyectos. Además, maestros queridos, yo no sé si llegaré a los 90 y medio, eso no lo sabe nadie. Capaz que llegue a los 90 y cuarto con suerte.

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