Hace 7 años, la dramaturga Sally Campusano decidió dejar por un tiempo nuestro país para radicarse temporalmente en Francia, aterrizando “en montañas alpinas, lejos de la civilización, rodeada de animales que nunca había visto en mi vida y sin conocer ni una sola frase del que sería mi nuevo idioma”, dice la autora de la obra El automóvil amarillo que el jueves 8 se estrenó en la sala Antonio Varas, sede del Teatro Nacional Chileno (TNCH) de la Universidad de Chile.
“Me fui para empezar una nueva vida sin saber a lo qué iba”, agrega, un momento de su vida que quedó plasmado en esta obra: “El momento en el cual decidí tomar el ‘automóvil amarillo estacionado al borde de la carretera’”.
Fue el chispazo para escribir una obra que habla del instante en que los seres humanos “nos enfrentamos a la bifurcación, a la curva pronunciada, a la ruta desconocida. Ese instante borroso en el que tomamos vuelo para saltar al acantilado”.
Para ella el texto “aborda el instante suspendido antes del cambio”, como también “la abulia, las emociones oxidadas, las contradicciones y el miedo. Por eso en esta obra deambulan personajes petrificados por el terror a la transgresión, personajes que caminan a contratiempo tratando de responder a las preguntas existenciales a las que todo ser humano se enfrenta”.
En este sentido, la dramaturga alude a interrogantes esencialmente humanas que se han planteado desde el nacimiento de las civilizaciones y que han buscado respuestas a través de la filosofía, la religión y la política.
“Son preguntas –dice- a las que todos hemos respondido mientras damos palos de ciego en medio de tétricas noches; en donde las luces incandescentes, las carreteras infinitas y los encuentros furtivos son tierra fértil para tomar entre las manos riesgos mortales de los que no podremos arrepentirnos”.
Dos hombres y una mujer
A partir de ese instante, Sally propone una historia simple, con un automóvil abandonado al borde del camino con las puertas abiertas, las llaves puestas y la radio encendida, un lugar al que llegan -por separado- dos hombres y una mujer, quienes se ven en la obligación de decidir qué hacer con el automóvil y con sus vidas.
“El automóvil es una metáfora, comenta. Mientras estos personajes están en plena crisis y con la vida que se les viene abajo, tropiezan con una posibilidad de cambio. El automóvil representa la posibilidad de una fuga y de un nuevo comienzo, el movimiento que contrasta con el estancamiento de sus vidas. Por otra parte, la carretera y la noche son lugares de paso en donde pueden permitirse las mayores transgresiones sin dejar huellas, permitiéndole a estos seres una transformación radical sin la obligación de asumirla públicamente”.
Desde esta perspectiva, la autora subraya y defiende la radicalidad de las decisiones que conllevan consecuencias, asumir fracasos, aceptar recriminaciones, soportar el daño que se le causa a otro.
Sin embargo, finaliza, “liberados de esa carga ‘El hombre incapaz’, ‘La mujer perdida’ y el ‘Hombre solo’ –así denomina a los tres personajes de esta obra- ya no tienen excusas para evadir sus fantasmas”, convirtiéndose en “tres seres humanos intentando hacerse cargo de sus existencias”.
Actividad internacional
Sally Campusano también ha tenido y tiene una activa participación en encuentros donde las dramaturgas del mundo son protagonistas absolutas.
En 2011, en el marco del Festival Iberoamericano de Cádiz, intervino en la Conferencia “La escritura de las mujeres: un espacio emergente” y, en 2012, en la Conferencia Internacional de Dramaturgas en Estocolmo. Desde este año al 2015 se desempeñó como Coordinadora para América Latina de Women Playwrights International Conference (Sudáfrica, 2015).
Women Playwrights International (WPI) no tiene fines de lucro. Fue creada en 1989 por escritoras estadounidenses, año de la primera conferencia de Nueva York -se realiza cada tres años- en la que participó Isidora Aguirre. Su directorio es multinacional y su objetivo fortalecer la difusión de la dramaturgia femenina y crear conexiones para que ellas realicen su trabajo en mejores condiciones.
Actualmente, Sally Campusano es directora de la comisión organizadora de la Women Playwrights International Conference Chile, que se realzará en octubre de 2018. El grupo lo integran Muriel Miranda, Ximena Carrera, Carolina Quintana, Nona Fernández, Andrea Jeftanovic, Daniela Molina, Carla Romero, Constanza Blanco, Ana López y Leticia Arbelo (Argentina).
Sally no comparte la idea de que exista una dramaturgia femenina y masculina, ya que esta “categoría es una arma de doble filo: ayuda a poner el foco en nuestro trabajo, pero también nos deja aparte, como si nuestra creación tuviera un estatuto distinto al de nuestros pares masculinos”.
Tampoco cree “que hayan temáticas específicas de nuestro género ni que su tratamiento tenga un color especial, en función de nuestras sensibilidades. Esto restringe el trabajo intelectual de las mujeres enmarcándolo en viejos paradigmas de género en donde, por el hecho de ser mujer, somos más proclives a tratar ciertos temas. Lo que define la escritura de una persona, más allá de su género, son sus vivencias y sus contextos socio- político- geográficos”.
Sin embargo, reconoce que como “las dramaturgas en la historia del teatro, independiente de sus países, hemos sido marginalizadas e invisibiizadas, hemos tenido que crear una categoría y eventos específicos para poner en relieve nuestro trabajo”. Se refiere a que “al tener conciencia de los problemas de visibilización de nuestro trabajo artístico somos muy detallistas con los personajes femeninos y con los discursos que les otorgamos. Esto es una discusión abierta, un punto de controversia entre las dramaturgas del mundo entero y un tema de debate en la próxima conferencia de WPI que estamos organizando en Chile, para octubre de 2018”.
El automóvil amarillo tendrá funciones hasta el 1 de julio en la Sala Antonio Varas (Morandé 25), los días jueves, viernes y sábado, a las 20.00 horas. La entrada general tiene un valor de $5.000, y estudiantes y tercera edad $3.000. Los jueves populares el precio único es $3.000.
