Desde el 6 al 30 de agosto:

Pablo Ferrer exhibe la reconstrucción de sus recuerdos en "El Sitio"

Pablo Ferrer exhibe la reconstrucción de sus recuerdos en "El Sitio"

Como un intento de trabajar sin modelos fotográficos, con el fin de producir imágenes de un modo distinto al que estaba habituado, surgió en Pablo Ferrer -académico y coordinador de creación del DAV- la idea de evocar la memoria para la realización de su último proceso creativo “El Sitio”, proyecto con el que obtuvo un Fondart en el área Líneas de Fomento de la Visualidad, durante el 2014.

Una muestra que reúne más de 20 pinturas y una maqueta que da cuenta del “recuerdo involuntario”, como el propio artista lo señala, con el que  recupera imágenes que tienden a retornar. “La idea central del proyecto era trabajar con la memoria, con mis experiencias, con mis recuerdos y lo que he hecho es tomar estas imágenes de la memoria y las he organizado en dos clases: recuerdos de espacios interiores protegidos y recuerdos de espacios exteriores o intemperie”, afirmó el artista visual Pablo Ferrer.

De esta manera, el edificio correspondiente al bloc donde vivió su niñez, su dormitorio, pasillos y un sitio eriazo, entre otros lugares, se plasman en las obras del artista que busca reconstruir atmósferas, situaciones de luz y color, con la finalidad de que el espectador establezca algún tipo de relación y empatía desde sus propias experiencias.

No cuento mi historia porque las situaciones con las que trabajé son muy poco narrativas, son bastante banales y no hay grandes acontecimientos. Lo que me interesa más bien es la atmósfera, que creo compartir, ni siquiera necesariamente con alguien de mi edad; puede ser con alguien mayor o menor que yo, porque las obras refieren a calles de Santiago, interiores que remiten en general a una experiencia del interior y del exterior, del espacio protegido y de la intemperie”, explicó el expositor.

Para El Sitio Pablo Ferrer utilizó la memoria como fuente de imágenes, experimentando un nuevo modelo de representaciones pictóricas, en este caso mentales, que le permitieron al artista evocar aquello con lo que cualquier persona se podría sentir identificada.

“Puede ser que las imágenes que uno retiene de manera más concentrada, más precisa, son aquellas imágenes que uno liga a su biografía. Entonces lo sustancial es que esas imágenes tienen una presencia lo suficientemente nítida como para ser el modelo a trabajar. Aunque si me preguntan qué hiciste ayer en la mañana, tengo una imagen muy vaga, que en realidad tiene que ver con el inventario de actividades que uno hace y por lo tanto con menos información para trabajar. Es decir, contienen menos información visual que estas imágenes con las que he estado trabajando, que son más bien memoria involuntaria, o sea, son recuerdos que tienden a volver y son recuerdos no necesariamente de una cosa instantánea que ocurrió, sino que en muchos casos aparecen como concentraciones de situaciones que se dieron en un lugar y que forman una nueva imagen que uno tiene por recuerdo”, reveló Ferrer.

La maqueta

Parte de ese recuerdo se presenta también en una maqueta de 3 x 2 x 1.5 metros, elaborada de la misma forma como el artista hizo las pinturas, es decir, a través del ejercicio de recordar. “A diferencia de las exposiciones anteriores donde mostraba las pinturas, pero no las maquetas, esta vez me pareció que podía ser productivo mostrar esta maqueta construida desde la parte hacia todo. Es decir, hice un edificio pero lo construí desde mi dormitorio. Hice mi pieza con todos sus muebles y luego el baño y luego el dormitorio de al lado, hasta llegar al edificio completo, los departamentos aledaños y los pasillos. Todo eso está construido a partir de la memoria, por lo tanto, tiene diferentes distorsiones, pero no han sido distorsiones expresionistas, en el sentido de que yo las haya hecho con la intensión de expresar algo. Para nada, solo traté de hacer lo mejor que pude la maqueta del edificio donde viví todos esos años”, reconoció el académico.

La exposición, debe su nombre a la forma como el artista llamaba durante su infancia al sitio eriazo en el que jugaba junto a sus amigos. Hace referencia además al sitio del suceso del imaginario policial y al Estado de Sitio, régimen político de excepción. Así lo explicó el autor: “con la gente del barrio utilizábamos esa palabra para nombrar a este lugar. Entonces el término quedó cargado de una connotación un tanto misteriosa o peligrosa y me gustó porque coincidía con ese elemento biográfico y al mismo tiempo se acercaba a conceptos como sitio eriazo o el sitio del suceso.  También se puede vincular con el estado de sitio, con ese estado de excepción que creo tiene que ver un poco con el ambiente de algunas pinturas”, afirmó.

El Sitio de Pablo Ferrer se inaugura este miércoles 5 de agosto a las 19:30 horas en la Sala Chile del  Museo Nacional de Bellas Artes y se presentará hasta el 30 de agosto. La entrada es liberada. Durante el mes de diciembre la muestra se trasladará hasta la Universidad Católica de Talca.

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