En el coloquio "Archivos: reflexionando un mundo inédito":

Académica reflexionó en torno a la fotografía como aparato de registro y control

Académica habló sobre la fotografía como aparato de registro y control

Organizado por la Facultad de Educación, Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de La Frontera, por el Núcleo de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades de la misma institución y por el equipo de Investigación Proyecto “Archivos” de la Iniciativa Bicentenario Juan Gómez Millas de la Universidad de Chile, el pasado 28 y 29 de mayo se realizó el Coloquio Archivos: reflexionando un mundo inédito.

Fue en el marco de esta iniciativa que la artista y académica del Departamento de Artes Visuales, Verónica Troncoso, presentó una ponencia centrada en el uso que se le ha dado a la fotografía como aparato de archivación, registro y control sobre el cuerpo del otro, cuestión de la que dio cuenta “a partir del análisis crítico de los sistemas de registro del cuerpo en el archivo del fotógrafo Julio Cordero -fotógrafo de principios del siglo XX­- y los alcances de los desplazamientos políticos y críticos del archivo de Cordero realizados en la actualidad por el colectivo de activistas feminista, Mujeres Creando”, dijo al iniciar esta ponencia que tituló Registros fotográficos normalizados: sistemas de control y su subversión, investigación que pudo realizar gracias a la ayuda de la académica Soledad Novoa.

El archivo

Julio Cordero fue un fotógrafo boliviano de principios del siglo XX que instaló uno de los estudios fotográficos más importantes de la ciudad de La Paz y que, en paralelo, trabajó para la policía de esa ciudad registrando, principalmente, a prostitutas y delincuentes. De allí que su archivo, que cuenta con 100 mil negativos sin catalogar, cinco mil negativos de acceso restringido y alrededor de 100 imágenes a las que investigadores sí pueden acceder, entregue una amplia visión de la estructura social de Bolivia además de demostrar cómo “el poder no sólo se ejerce como control, sino también como dispositivo que deja entrever las ubicaciones territoriales del cuerpo según su estrato social, estratificaciones que se encuentran vinculadas no sólo al capital económico sino también en directa relación con su condición racial”, añadió Verónica Troncoso.

La artista y académica continuó su ponencia con la descripción de las cuatro categorías presentes en el archivo de Julio Cordero: elite, cholos, indios y marginales, categorías que en su conformación respondieron a decisiones estéticas y también a “parámetros que operan en el orden de lo político, donde la noción de lo político deviene del lugar/territorio que ocupa cada cuerpo dentro de un estrato registrado”, explicó. Y agregó: “Asistimos así a una cámara no-neutral, una cámara codificada que instala, desde una posición privilegiada,  al cuerpo del otro en un lugar determinado, posición que es des-velada desde las lecturas de la construcción estética asignada a cada cuerpo social, en un contexto definido con fines establecidos”.

La subversión del archivo

Fue en el marco de la 27° Bienal de Sao Paulo que el colectivo de artistas Mujeres Creando expuso la obra Una lectura no autorizada de un pedazo de nuestra historia, propuesta que articularon precisamente a partir de una lectura crítica del archivo de Julio Cordero. Lo que hicieron estas artistas feministas bolivianas fue subvertir las categorías asignadas a este archivo “mediante la construcción de tensiones entre imagen fotográfica y relatos ficticios de sus protagonistas, haciéndolos dialogar entre un tiempo que orbita entre el pasado y el presente, diluyendo los límites del tiempo”, señaló Verónica Troncoso sobre ese trabajo que daba cuenta así de la vigencia que esa problemática continuaba teniendo a principios del siglo XXI.

“Mujeres Creando acciona la subversión del archivo de Cordero mediante la erosión de los modelos de la realidad, desarticulando los códigos visuales, fragmentando signos y significados, subvirtiendo la sintaxis, socavando los mitos del poder y su iconografía, denunciando la instrumentalización y la manipulación del poder a partir del desplazamiento hacia el campo de las artes visuales. La obra es concebida como un sistema de acciones críticas que generan relaciones de sentido inéditas en y desde el archivo de Cordero, usurpando algunas de las reglas de la archivación y de construcción de documentos, subvirtiendo desde dentro de las lógicas del archivo al archivo mismo”, añadió la académica del Departamento de Artes Visuales.

Junto a ello, también destacó de esta propuesta la elaboración de tres cartas ficticias escritas al presidente de Bolivia, Evo Morales, que de esa forma traían a la actualidad las problemáticas planteadas por ese colectivo. Del mismo modo, la nueva rotulación que dieron a estas imágenes fotográficas al agregar pies de foto como “todos los indios son delincuentes”; “la prostitución es una forma de explotación de nosotras, las mujeres”; “llevo el apellido del patrón, pero igual no más no me ha querido perdonar el pan que he robado para mis hermanitos”; “vivir sirviendo, morir rogando”; y “corderos yendo al matadero de la codicia”.

“Las estrategias desplegadas operan de lo escrito: el relato, el pie de fotografía y la categorización / palabra / concepto, la cuales re-asignan, re-consignado el archivo, haciendo tambalear el territorio para el cual éste fue concebido y provocando con ello su subversión como corpus y territorio de los cuerpos consignados en él”, agregó al respecto esta artista y académica del Departamento de Artes Visuales, concluyendo respecto a este obra que “la palabra escrita funciona acá como la inversión de lo ‘no inscrito’ en el archivo, la palabra escrita del que no incidió en el territorio del poder, la palabra escrita–inscrita de los marginados”.

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