La muestra se inauguró el pasado 7 de junio:

Profesores exponen sus obras en "Vacua-S-Cultura (La forma ansiosa)"

Profesores exponen sus obras en "Vacua-S-Cultura (La forma ansiosa)"

Como “la construcción de una línea histórica y también imaginaria, donde sondeo diferentes producciones que a mi ver contienen y definen gran parte de la producción contemporánea nacional, desde todas sus aristas, campos formales, conceptuales y sobre todo políticos en el amplio sentido”, responde Víctor Hugo Bravo al preguntarle por lo que caracteriza la propuesta curatorial de Vacua-S-Cultura (La forma ansiosa), añadiendo: “De ahí el concepto de vacuidad, de vacío como posibilidad de ocupar, instalar y llenar lo que no está escrito o definido. Es un tránsito por el objeto escultórico, tomando lo escultórico como modelo modernista frente a nuestros atisbos de rupturas tardías, incluyendo las propuestas actuales. Esto define una producción objetual cargada, con musculatura de mucha producción textual que permite entrar y revisar da tiempo a la reflexión”.

Chay Velasco, Carlos Costa, Francisco Brugnoli, Pablo Rivera, Luis Montes Rojas, Adolfo Martínez y Mauricio Bravo -los últimos cinco, profesores del Departamento de Artes Visuales- fueron convocados para esta exposición que destaca precisamente por revisar la escultura a partir de “su propia tradición. Es interesante el planteamiento porque, al parecer, aún podemos seguir hablando de escultura”, dice Luis Montes Rojas. Y agrega: “Mi trabajo, por mi propia formación y relación con la producción y reflexión, no puede sino establecer una cercana relación con lo que sabemos significa la escultura definida desde ‘procesos y principios’, lo cual no significa necesariamente coartar la posibilidad de indagar y manipular los rescoldos, los restos y las fisuras de las gramáticas propias de la disciplina. Al contrario, para mí es campo fértil de trabajo y es ése precisamente el lugar de mi investigación”.

Francisco Brugnoli, en tanto, subraya el concepto de vacío propuesto por Víctor Hugo Bravo en la curatoría de esta exposición recientemente inaugurada en la Sala de Arte MNBA del Mall Plaza Vespucio, “una paradoja que me interesa dada la tradición de la escultura en cuanto ocupación del espacio e incluso trascendencia desde su monumentalidad o preciosismo material”, dice este destacado artista, académico y director del Museo de Arte Contemporáneo sobre esa “paradoja que me parece cruzarse bien con mi trabajo, por su materialiad absurda y no permanencia en el tiempo o espacio -no existía antes de la exposición- y además por su falta de seducción como coqueteo con el ‘gusto’. Y todo esto en una sala que recibe en nombre del Museo de Bellas Artes”, dice.

La muestra

Víctor Hugo Bravo dio forma a esta muestra a partir de la construcción de “una línea procesual bajo un criterio que media entre referentes personales y la visualización del objeto en un tránsito más universal, reubicando ciertos acontecimientos significativos de la producción tridimensional no sólo desde sus materialidades y funciones en el lenguaje sino también desde apreciaciones teóricas, desplazamientos y emplazamientos a otras disciplinas”, cuenta el artista y curador de esta muestra que contempla “instalaciones de objetos que dialogan, objetos y herrumbres de obras como el caso de Brugnoli a performances urbanas que se inscriben en discursos subjetivos, como en la propuesta de Mauricio Bravo, o traslaciones propias del lenguaje como el árbol dentro de la van de Pablo Rivera y su video registro”, añade al respecto.

En ese contexto es que Francisco Brugnoli exhibe una instalación conformada por viejos televisores, una escala doméstica y un águila embalsamada, entre otros. “Desde los años 60 trabajo con distintos tipos de residuos especialmente industriales y fui con el tiempo agregando conceptos como lo cotidiano, el faso-kitsch, ruina-escombro, la memoria, el trabajo rutinario como absurdo, la paradoja de la felicidad del consumo, el cuestionamiento a la originalidad, etc., a través de un trabajo experimental que puede ocupar diferentes soportes incluyendo la misma ciudad o el propio cuerpo”, dice sobre estos trabajos que ha llamado pegoteados, agregando que “tal vez, detrás de todo este conjunto de objetos abandonados, de alguna manera testimonio de las ruinas que la modernidad ha dejado en estos territorios, no esté otra cosa que buscar el reconocimiento de alguna mirada del palpitar de su reclamo”.

Por su parte, Luis Montes Rojas expone tres obras que dan cuenta de su producción de los últimos tres años: Damnatio memoriae, A la memoria y Martirio y retorno. “Todas coinciden en la utilización de los recursos propios de la escultura tradicional -bronce, granito, el retrato, etc.- para permitir una nueva revisión de las historias que se hallan contenidas en los símbolos ubicados en la ciudad y que han constituido una visión unívoca del pasado y, por tanto, también del presente”, dice sobre sus obras, dos de las cuales se exponen por primera vez en el marco de esta exposición. “En definitiva, apelo a la posibilidad de establecer nuevas lecturas acerca de esa historia, las que no pretenden volver a contar la historia a la manera de un historiador, que no es mi papel, sino más bien abrir posibilidades, hacer preguntas, invitar a revisar lo ya dicho”, añade.

Junto a estas obras, las propuestas de Chay Velasco, Carlos Costa, Pablo Rivera, Adolfo Martínez y Mauricio Bravo terminan por conformar esta exposición en que “se cruzan formas, ideas y recetas en torno al material ideológico”, dice Víctor Hugo Bravo, quien señala ver “obras con materialidad histórica, que están siendo poco revisadas, no hay marginalidades sino más bien seguimientos personales, insistencias y muchos procesos positivamente no resueltos. Eso me construye una línea, no sé su forma, pero veo la trama-dura y hago, o pretendo hacer, el punto de fricción con ciertas maneras del objeto actual; percibo operaciones sin materia, ideas sin forma, política sin ideología. Esta muestra es un punteo de inicio que describe sólo una visión lateral de un campo explosivo. Del arte”.

Víctor Hugo, ¿por qué trabajar en torno a estas problemáticas en este momento en particular? ¿A qué responde tu interés?

El proyecto se genera hace un año atrás con una invitación que me hace Patricio M. Zarate, director y curador de la sala del Mall Plaza Vespucio, del Bellas Artes. Pensé de inmediato en un “espacio” ausente en la plástica nacional, la revisión del campo escultórico y su transición y descubrimiento del objeto hacia la instalación, un canal con muchos baches, muchas trampas poco descifradas. Entendiendo que su proyección actual aborda un amplio espectro disciplinar: video, dibujo, sonido, instalación, prácticas de relación y performance.

Acá la materialidad se hace elocuente en la medida que el rango comunicante se posiciona en el propio lenguaje de los significados, un versus quizás al campo de la imagen (bidimensional). Por otro lado observo una reutilización ligera y frágil del ready made o el objeto encontrado, el objeto mixto y las simbiosis resemantizadas en las producciones actuales, donde la aparición del icono político constituye plataforma sin sedimento, más que nada afiatada al contorno, al externo de las “cosas” mediáticas sin compenetrar materialidad e idea, u objeto-acción.

Es de alguna forma ubicar dónde está el lleno ideológico, la forma politizante y el ejercicio de subversión en las materialidades circulantes en el medio. Obras como la de Brugnoli, por ejemplo, que reeditando desde parámetros modernos pueden leerse como estéticas actuales potenciando en rendimiento, y donde estas últimas no alcanzan la referencia histórica por desconocimiento o por derecho propio. La cuestión es cómo se construye esta línea con desvaríos diversos, comenzando a vislumbrar dónde efectivamente existe la vacuidad de la forma en el propio acontecer del lenguaje o en la ficción del aparato artístico contemporáneo, y me sitúo en el medio local e internacional, un fenómeno que se estira y se reproduce en la misma formación artística. Leo una exuberante estetización-estatizacion de lo político en desmedro de un seguimiento más concienzudo del objeto aparentemente obsoleto y exento de contenido.

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