Luis Orlandini: "Los chilenos hemos ido diluyendo nuestros fuertes complejos"

L. Orlandini:"Los chilenos hemos ido diluyendo nuestros complejos"

Sobre la guitarra, la música docta y sus proyectos conversamos con el más destacado guitarrista nacional en medio de su pletórica agenda de conciertos.

Acaba de presentarse junto a la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, dirigida por el maestro Maximiano Valdés, en un concierto del Festival Interamericano de las Artes. Antes estuvo tocando en Santiago, en la Universidad de Los Andes, y junto a David del Pino con la Sinfónica de Chile interpretó el famoso Concierto del Sur, del mexicano Manuel Ponce. Ahí volvieron a confabularse el guitarrista y el director, quienes han actuado juntos en decenas de ocasiones, en Chile y el extranjero. La última vez fue hace unos meses, en Caracas, con el Concierto de Aranjuez (Rodrigo), el mismo que tocó luego en La Serena.

"Cuando Manuel Ponce escribió su concierto, la guitarra recién estaba retomando un rol de instrumento de concierto equiparable al resto", dice Luis Orlandini. "En el año 39 Joaquín Rodrigo escribió su Concierto de Aranjuez, luego vino Ponce con su Concierto del Sur en 1940 y Castelnuovo Tedesco con otro concierto, entonces la guitarra empezó a tomar cada vez un rol más protagónico. Hoy en día, la guitarra está totalmente validada, hay una buena cantidad de conciertos en todas partes y los compositores escriben regularmente para guitarra".

Del mismo modo, la agenda de conciertos de este año del principal guitarrista chileno, profesor de las Universidades Católica y Chile, esta última donde además es director del Departamento de Música y Sonología, resulta exuberante. A principios de año estuvo en Alemania, en el Festival de Guitarra de Aschaffenburg, donde estrenó el concierto del chileno Javier Farías. Luego, junto al Cuarteto de Guitarras de Chile se presentó en Lauzzane, Suiza. Cuando vuelva de Puerto Rico lo esperará el estreno, junto al guitarrista Romilio Orellana, de un concierto a dos guitarras de Farías, "que de hecho lo está escribiendo todavía, estoy estudiando un movimiento que no ha terminado... Y en noviembre tenemos una gran gira de un mes por América (Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador, Perú y Estados Unidos), pero si hay algo que a mí me produzca un placer enorme eso es hacer música".

¿Cómo ves la salud de la guitarra clásica, tanto en la composición como en la interpretación hoy en Chile?

Chile es un país líder en ese sentido, se escribe mucho para guitarra, se hacen muchas grabaciones. Está reconocido en todo el mundo que acá hay una escuela buena, porque todo guitarrista que sale de acá tiene una formación sólida que le permite ir al extranjero o a seguir estudiando o hacer una carrera y participar en concursos donde les va súper bien.

¿A qué lo atribuyes?

La verdad no lo sé, pero hasta el año 60 este era un país de pianistas, y poco a poco se ha ido transformando en un país de guitarristas. Hay mucho talento y mucho interés. Desde hace unos 30 años que en Chile se ha mantenido una especie de boom en que la guitarra clásica tomó un rol protagónico, se titula gente permanentemente, hay muchos guitarristas chilenos que actualmente viven en el extranjero. Quizás lo único que no es tan bueno es el acceso que tienen los músicos a espacios para mostrar su arte. El mercado es reducido. Hay cada vez más teatros, pero la posibilidad de tocar en ellos como algo remunerado y permanente es baja. No es que haya poco público, porque si haces una buena promoción llenas un teatro, pero el acceso que tienen los músicos a los teatros y los recursos de los teatros para contratar artistas son pocos.

¿Y la música docta chilena en general?


En ese sentido ha habido elementos que han hecho que la cosa mejore. Hace dos años el Consejo de la Cultura financió cuatro nuevas orquestas regionales. Eso fue un adelanto enorme que no ocurría hace mucho tiempo, porque los núcleos orquestales son fundamentales. En algún momento, unos veinte años atrás, se creó la Fundación de Orquestas Juveniles, y se crearon muchas, pero sin ninguna proyección hacia el profesionalismo. Y ese pequeño paso que se dio en Valdivia, Valparaíso, La Serena y Talca fue un avance enorme. Eso unido a nuevos y buenos teatros me da la sensación de que se avanza. Se podría avanzar más pero se avanza. Falta que terminen la sala grande del GAM. Ahora, la difusión en medios es súper restringida. Se ha ido achicando. En la televisión es escasísima, en radios es similar y si no fuera por la Beethoven estaríamos fritos.

Desde el comienzo has participado en el Taller de Música Contemporánea de la UC y, simultáneamente, has hecho música docta tradicional. ¿En qué mundo te sientes más cómodo?

La verdad es que son etiquetas. Hoy en día esas etiquetas cada vez tienen menos validez, de repente los públicos suelen etiquetar más y decir esto me gusta y esto no, y eso es muy legítimo. Pero a mí me encanta hacer música absolutamente tradicional e histórica así como la música contemporánea, que he hecho mucha. Y me gusta mucho también cuando se hacen fusiones, como es el caso de Juan Antonio "Chicoria" Sánchez, compositores que no tienen reparos en que su música tenga una raíz folclórica o una fusión entre otras tendencias populares. Afortunadamente, los chilenos hemos ido diluyendo nuestros fuertes complejos.

¿Qué otros proyectos tienes para lo que queda de 2011?

Con Romilio Orellana vamos a hacer un DVD para incluir en un catálogo que vamos a llevar en la gira de noviembre. Tenemos un plan bastante ambicioso. Siempre hacemos proyectos grandes, como Dos Guitarras para el Bicentenario, con un montón de giras, un disco, todo tratando de darle mayor tiraje al movimiento guitarrístico chileno al interior y hacia afuera. Ahora estamos en una segunda etapa en que queremos ampliarnos aun más. Queremos que el movimiento guitarrístico sea tan potente en Chile que genere ojalá una fundación del estilo de las Orquestas Juveniles, que sea avalada por el Estado. Ese es nuestro rumbo, pero para eso tenemos que hacer un movimiento que sea muy visible, que estemos en muchas partes, que se sepa y que los actores culturales nos crean.

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