Este jueves 23 de junio, a las 19:00 horas:

Sergio Rojas en ciclo de conferencias Trazos de Discurso

Sergio Rojas en ciclo de conferencias Trazos de Discurso

"Los procesos de autoconsciencia en el arte del siglo XX generaron poderosas expectativas críticas respecto a los procesos de constitución de subjetividad. ¿Ha sobrevivido la voluntad crítica a la estética de la representación?", se pregunta Sergio Rojas al referirse a algunas de las problemáticas que abordará en El agotamiento estético de la crítica en el arte contemporáneo, conferencia que dictará este jueves 23 de junio, a las 19:00 horas, en el Auditorio de la Facultad de Artes sede Las Encinas, y que se enmarca en el ciclo de conferencias Trazos de Discurso que organiza Extensión y Publicaciones del Departamento de Artes Visuales y el Magíster en Psicología Clínica de Adultos de la FACSO.

Este ciclo, que por segundo año consecutivo tiene a estas dos unidades académicas trabajando en conjunto, tiene por objetivo generar una instancia de encuentro entre las ciencias sociales y las artes en la que se aborden problemáticas atingentes a ambas disciplinas (ver contenidos vinculados). De allí que este 2011 el tema escogido sea la relación entre arte y discurso, invitando a académicos e investigadores de distintas áreas disciplinares, como el psicoanálisis, la filosofía, las artes visuales, entre otras, a reflexionar en torno al discurso de las artes y las artes del discurso, y a interrogar por el lugar de la palabra y del habla en el arte, la cuestión del poder y la dimensión política de la obra de arte.

Mario Betteo y Andrés Bralic fueron quienes dieron inicio a Trazos de Discurso, iniciativa que continuará con la conferencia que el filósofo, Doctor en Literatura y académico del Departamento de Teoría de las Artes, Sergio Rojas, dictará en el marco de esta iniciativa que tiene como principal objetivo la generación de cruces disciplinares. "Este ciclo de conferencias es organizado por el Departamento de Artes Visuales y el Departamento de Psicología, y se trata en ello de una convergencia de discursos que hoy no nos sorprende, porque a lo largo del siglo XX hubo un largo y complejo desarrollo del pensamiento en torno a la cuestión de la representación", señala Sergio Rojas respecto al origen de esta actividad.

Profesor, ¿qué lo llevó a usted a proponer la conferencia El agotamiento estético de la crítica en el arte contemporáneo? ¿Desde dónde busca acercarse a la problemática propuesta?

Pienso que una de las condiciones que hizo posible la relación entre las artes en general y las poderosas elaboraciones teóricas del pensamiento -una condición que incluso exigió la relación entre la visualidad y la teoría- fue aquello que aún se denomina como "crítica". Me refiero al trabajo de des-construir la realidad de la experiencia, exhibiendo los órdenes que inadvertidamente la articulaban. En general, la crítica es un trabajo de "des-naturalización" de la realidad, y en ese sentido es un trabajo político, porque pone en cuestión la prepotencia de lo real, y entonces hace lugar a los hombres en la construcción del mundo. Pero en la actualidad el "coeficiente crítico" del pensamiento está en entredicho, y la emancipación de la subjetividad parece ser más bien la consigna del mercado, pensemos por ejemplo en el poderoso cinismo de un slogan como: "la imagen es nada, la sed es todo". Por una parte, Guattari se preguntaba cómo fue que un descubrimiento tan poderosamente revolucionario como el de lo inconsciente se vino a radicar en costosas oficinas de "normalización" de la subjetividad, y por otro lado vemos la consolidación del arte contemporáneo en los términos del mercado. No es interesante pretender "objetar" a uno u otro por este "desenlace", sino preguntarse qué es lo que ha ocurrido, qué es eso que denominamos nuestra "condición contemporánea".

Desde su perspectiva, ¿qué es lo que ha ocurrido, qué es eso que denominamos "condición contemporánea"?

Por una parte, como señalaba Castoriadis, el hombre contemporáneo ha dejado de reflexionar sus propias condiciones de existencia, le resulta muy difícil hacerlo, entre otras cosas porque la facticidad de esas condiciones parece trascender lo que en otra época se denominaba sin más "la ideología". Esto suponía la actividad de un sujeto conformador de lo Real, un sujeto al que el trabajo crítico (en la filosofía, en las artes, en la literatura, etc.) intentaba develar, debilitando así su prepotencia. Ahora nuestra "condición contemporánea" es la de individuos que habitan en medio de magnitudes e intensidades que no responden a un programa humano de acción. La "inteligencia militar", la "inteligencia económica", precisamente en su des-humanidad, operan con eficiencia en medio de esas magnitudes. Por otra parte, se ha ido instalando la idea de que el funcionamiento del mercado es algo natural, es decir, que dejar a la dinámica del  mercado la espontánea organización de la existencia de los seres humanos es lo único que queda después del denominado "fin de las ideologías". Nos enfrentamos entonces a la paradoja de un malestar generalizado y progresivo, que coexiste con una especie de "sentido común" que nos dice que el mercado lo resolverá todo. La indignación ciudadana que por estos días vemos manifestarse en las calles de Chile es la expresión de un malestar que debe revelarse contra una serie de consignas que han ido conformando el "sentido común" de un ciudadano acrítico.

Esa realidad que describe, ¿cómo ha afectado al desarrollo de la crítica en el arte contemporáneo?

La figura de la crítica en las artes ha correspondido al modo en que el trabajo de los artistas se relaciona con el contexto, con la realidad social, con la situación política; es decir, la crítica en el arte implica el trabajo de trascender los límites estéticos e institucionales de la obra. En este sentido, a lo largo del siglo XX cada vez que consideramos una obra de la que se pueda decir que es "crítica" en algún sentido, reconocemos también una reflexión de los códigos de percepción y comprensión del propio arte. Entonces el trabajo crítico no está sólo en lo que la obra "dice", sino ante todo en lo que la obra hace, la crítica es una operación antes que un mero contenido ideológico. Pienso que hoy la institución en torno a la obra de arte exhibe una paradoja. Por una parte, está más que nunca proyectada hacia el espacio social, y encuentra sus "temas" en el cotidiano, en los media, en la política contingente, etc., sin embargo, por otro lado, el ingreso de esos motivos en la representación artística sugiere una especie de "desenlace estético" de la realidad. Algo de esto pudimos ver en la exposición "Chile Arte Extremo", en el Instituto Cultural de las Condes este año. Esto no es de ninguna manera un reparo sobre el arte contemporáneo, porque pienso que esto es el efecto de procesos que trascienden la esfera de las artes. Me llama la atención sin embargo la constante referencia de los artistas a la crítica en sus discursos, como si hubiese una especie de deuda con algo previo, como si la apelación a la crítica fuese una suerte de credencial, un a priori de legitimación.

¿Eso es así? Es decir, ¿efectivamente esa apelación a la crítica sería una suerte de credencial?

Por cierto que no es así. La crítica es una operación que se desarrolla a partir de la obra, y supone una distancia respecto a la realidad, precisamente lo que se denominaba la "distancia crítica". Hoy las obras más interesantes que trabajan con la representación siguen siendo irónicas, pero no necesariamente críticas. Por ejemplo, la reciente exposición de las artistas Sandra Molina y Jesus Román en la Sala Gasco, exhibe una materialidad impresionante, pero no se pretende crítica. Yo la calificaría más bien de "post crítica", un trabajo en que el procedimiento de "extremación" y agotamiento de la representación es lo fundamental, un efecto que podemos reconocer también en algunas obras de Paz Carvajal y de Rodrigo Bruna. No se trata de obras que ensayen desbordar los límites de la representación, sino más bien radicalizar el cuerpo estético de la imagen. Esta hipótesis puede verificarse, desde luego, mientras hablemos de propuestas visuales con cuerpo de "obras". Otra cosa ocurre cuando se trata de trabajos que trascienden la materialidad cósica de la obra.  Son problemas que espero abordar en la conferencia.

Y desde su punto de vista, ¿la voluntad crítica ha sobrevivido a la estética de la representación?

No tengo dudas de que sigue existiendo una voluntad crítica en el pensamiento artístico. Como decía antes, la crítica siempre ha estado relacionada con la conciencia respecto a los órdenes de la realidad, órdenes que son constituyentes de subjetividad. Por eso es que la crítica no sólo expone la prepotente articulación de la realidad, sino que demanda procesos de autoconciencia. Ahora bien, la estetización de la realidad ha sido, para decirlo de alguna manera, la "respuesta" del mercado a la crítica. Me refiero a que hoy no es tan clara la distancia o confrontación entre la crítica y la estética de la representación. Creo que en las artes visuales hoy la "crítica" se vende bien, es una especie de valor agregado a la obra de arte, las ironías que las obras realizan respecto al mercado, a la política y a la propia institución artística ingresan ellas mismas en el espectáculo que denuncian. Entonces la sobrevivencia de la voluntad crítica lo es respecto a su propio agotamiento. En este contexto, el arte que todavía genera un pensamiento crítico, lo hace dando lugar a un discurso reflexivo con el que se vincula explícitamente. Es el caso, por ejemplo, del reciente proyecto "Dislocación". Las obras y acciones que tuvieron lugar allí se articularon con un discurso curatorial, con mesas redondas, con las reflexiones de escritores convocados especialmente para participar en el libro que recoge toda la experiencia, etc.

¿A qué cree usted que se deba que la crítica sea hoy un valor agregado a la obra de arte?

Lo medular respecto a esta cuestión es el estatuto de lo que denominamos "obra de arte". Si entendemos por tal, en el caso de las artes visuales, un objeto que se pone sobre un pedestal o que se cuelga en el muro, y que además se tranza en el mercado, entonces hoy el adjetivo de "crítica" describe algo que la obra "dice", pero no algo que "hace". Insisto en que esto no es simplemente algo que le ha ocurrido "al arte", sino ante todo algo que le ha ocurrido a la crítica. Pero no digo que sólo la crítica concede valor al arte. Creo que aquello que podríamos denominar "post crítico" señala otro tipo de radicalidad, al interior de la representación, conduciendo el esteticismo hacia límites inéditos. Por ejemplo, Damien Hirst realizó una obra que consistió en una calavera con diamantes. La obra se titula "For he love of God" y podría leerse como una radical ironía sobre el esteticismo y el mercado del arte contemporáneo. Sin embargo esa obra se vendió en 100 millones de dólares, es la suma más grande pagada por la obra de un artista vivo. Pienso que con la venta, ello no deja de ser una ironía, pero dudaría en qué sentido podría denominar a eso "ironía crítica". En todo caso hay allí una radicalidad por la que cabe preguntarse.

Señaló antes que "el arte que todavía genera un pensamiento crítico, lo hace dando lugar a un discurso reflexivo con el que se vincula explícitamente". ¿Ello implica que es la única forma de generar un pensamiento crítico?

Entiendo aquí por "pensamiento crítico" la articulación en el lenguaje de una realidad predada, que se impone como "natural". La crítica desnaturaliza esa realidad, debilita su prepotencia al llevarla hacia el lenguaje. La insoslayable dimensión representacional de la obra de arte da lugar a la crítica en la medida en que da que pensar en la realidad, es decir, en la medida en que trasciende su propio espesor estético. Si la obra que se pretende crítica no genera ese pensamiento reflexivo, si no da que pensar en lo real, si no da que hablar acerca de lo real, entonces no logra trascender la esfera estética. Otra cosa es lo que ocurre con el discurso que analiza el fenómeno en el cual se inscribe determinada obra. Es decir, es posible elaborar un discurso crítico sobre la sociedad contemporánea a partir del análisis del kitsh en Jeff Koons o del sonido de la música de "death metal" o de los nuevos patrones narrativos de las telenovelas, pero allí la crítica es un rendimiento del discurso. La estetización del arte no habla de una "debilidad" de las artes, sino del poder y complejidad de lo que hoy se denomina "mercado", y de cómo los procesos de elaboración simbólica de la realidad han ingresado también en los procesos de la oferta y la demanda.

¿Cómo ha influido el "mercado" en esta estetización del arte y en este otro tipo de radicalidad que denomina "post crítica"? ¿Y qué es lo que sucede, en este contexto, con el pensamiento crítico y el rendimiento discursivo de la obra de arte?

El mercado, en el contexto de las prácticas neoliberales que cruzan transversalmente nuestras existencias, ha influido decisivamente en la producción y circulación de las artes, especialmente  en las artes visuales. El mercado es el ritmo del planeta, no es posible ni deseable marginarse (el resultado sería una "marginalidad estética"), el punto es que el mercado puede condicionar también la recepción del arte en términos de consumo. De hecho, se habla hoy de "consumo cultural", y se pretende que el valor de los proyectos artísticos que concursan a fondos públicos sea medido por su "impacto social", etc. Cuando la relación con el arte se resuelve en términos de "consumo", entonces el arte deja de ser parte de los procesos de elaboración y reflexión de la realidad, y se transforman las obras en parte de la realidad, como objetos destinados a producir sensaciones, satisfacciones, ilustraciones pasajeras, decorado, retórica del mercado. Hoy las artes que se desarrollan en los límites del formato "obra" deben lidiar con la estetización, y en ese caso la generación de discurso es fundamental para una voluntad de trascender el "evento" de la obra. Es lo que veo, por ejemplo, en los trabajos de Francisco Sanfuentes, que no se desmarca de la estética de la representación, sino que más bien intenta trascenderla; también en la foto-performance de Bernardo Oyarzún. Por otro lado, pienso que el arte que permanece en un trabajo conscientemente crítico es el arte de redes, con resultados disímiles, por cierto. Galería Metropolitana es un buen ejemplo de ello, es un espacio que opera como un taller de experimentación artística permanente, generando relaciones con una cotidianeidad poblacional en cierto sentido extraña al arte contemporáneo. Iniciativas como CRAC en Valparaíso o Revista Plus en Concepción son también excelentes ejemplos de iniciativas críticas en el arte contemporáneo, prácticas en las que el concepto de "obra" ha quedado subordinado a las relaciones, reflexiones, preguntas que tales prácticas generan.

La conferencia El agotamiento estético de la crítica en el arte contemporáneo, de Sergio Rojas, se realizará con entrada liberada este jueves 23 de junio, a la 19:00 horas, en el Auditorio de la Facultad de Artes sede Las Encinas, ubicado en Las Encinas 3370, Ñuñoa, al interior del Campus Juan Gómez Millas de la Universidad de Chile.

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