Coordinador del Doctorado en Filosofía mención Estética y Teoría del Arte

Pablo Oyarzún: "Tenemos un Doctorado con reconocimiento y atención internacional"

Pablo Oyarzún: "Tenemos un Doctorado con reconocimiento internacional"

El profesor Pablo Oyarzún, coordinador del Doctorado en Filosofía mención Estética y Teoría del Arte, destacó la importancia del programa impartido por la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, el único en Estética de América Latina, acreedor de más de 70 becas (entre ellas, 63 becas CONICYT) desde el año 2004 y poseedor de uno de los equipos académicos más reconocidos a nivel nacional.

"Este es el único Doctorado en Estética que hay en América Latina y eso le da una suerte de reconocimiento y atención internacional: así se ha dicho en los informes que hemos recibido de la acreditación. Estamos bien reconocidos a nivel latinoamericano, un poco por el claustro que tenemos", afirmó.

El actual director de la Iniciativa Bicentenario Juan Gómez Millas y ex decano de la Facultad de Artes destacó además que, con poco menos de diez años de vida, el Doctorado "es el que más becas CONICYT tiene entre los doctorados de humanidades y ciencias sociales en el país".

"Tenemos 74 becas (con otras 8 becas MECESUP más que deben ser adjudicadas este año), lo que es mucho, eso da cuenta de la calidad de los estudiantes, que en realidad son muy buenos", aseveró.

El Doctorado en Filosofía cuenta, además de la mención de Estética y Teoría del Arte en la Facultad de Artes, con menciones en Metafísica y Ética y Filosofía Política en la Facultad de Filosofía y Humanidades.

El objetivo fundamental de este programa es desarrollar la capacidad de reflexión teórica y de investigación original e independiente en el área de su competencia a un nivel de exigencia internacional.

Oyarzún destacó que varias tesis de alumnos egresados se han convertido en libros, "lo que indica no solamente una retroalimentación interna del doctorado, sino también una significativa vinculación con el medio externo".

Sobre los inicios del Doctorado, el único de la Facultad de Artes, el destacado filósofo comentó que la idea inicial fue generar un proyecto "que fuera avanzando de cinco en cinco años, de tal manera que los primeros cinco años fueran de consolidación y los siguientes de internacionalización".

Hasta ahora la evaluación de su desempeño ha sido exitosa, una valoración que se percibe a través del reconocimiento internacional comprobado en actividades conjuntas e invitaciones a miembros del claustro y una cantidad no menor de profesores visitantes año a año.

"Nuestro Doctorado tiene muchas fortalezas, pero como todos estos programas, es frágil y vulnerable porque depende de los recursos que obtiene a través de los aranceles. Este es un país en el que no hay ninguna garantía para la educación continua, el que termina el pregrado no tiene ninguna garantía cierta de cursar un postgrado", opinó.

Añadió que "hemos tenido mucha suerte y hemos ganado muchas becas, y hemos obtenido dos proyectos MECESUP. Hemos bajado mucho la edad de los estudiantes que ingresan y acortado bastante el tiempo de graduación, por lo que estamos entre los doctorados de nuestras áreas con menor tiempo de graduación".

En esa línea, resaltó la importancia de obtener hoy un postgrado para las pretensiones tanto académicas como profesionales.

"Si tienes una pretensión profesional que quieres que sea retribuida financieramente, normalmente un postgrado lo necesitas, y en el caso que quieras vida académica, salvo fósiles como yo, no puedes sobrevivir sin un doctorado", enfatizó Oyarzún, quien realizó estudios de postgrado en U. J. W. v. Goethe de Frankfurt, Alemania.

Un filósofo en medio del arte

La historia que liga a Oyarzún con la Universidad de Chile data de inicios de los años 70, cuando comenzó como estudiante de Biología en la Facultad de Ciencias, primero, para luego adentrarse a los terrenos filosóficos, que eran su interés primario.

Su trayectoria académica se inició en 1974, como ayudante, en una época en la que el golpe de Estado provocó "un quiebre muy violento en todo el cuerpo social y en la intimidad de cada cual".

"Un efecto fuerte para mi fue que suspendí todo o casi lo que hacía en filosofía y comencé a pintar y dibujar y escribir por tres años. Fue la forma en que reaccioné frente a eso", reveló.

"Los cambios políticos son como interpelaciones, pero las edades hacen que las personas se aferren a ciertas cosas. Creo que lo importante es que uno pueda tener cierto grado de apertura para que le quede cierto grado de flexibilidad, de modo que pueda ser interpelado por lo que está pasando hoy en día, localmente, en Chile", añadió.

"La reflexión filosófica para mi es coyuntural, pero no necesariamente referida a lo que está pasando actualmente, está afectada por lo que está pasando pero no necesariamente referida a eso", afirmó Oyarzún y subrayó que "no puedo pensar sin que ese pensamiento ocurra dentro de un clima político, aunque lo que esté trabajando, haciendo o escribiendo, parezca no tener nada que ver con eso".

"Lo que le esté pasando hoy día una persona joven que está empezando a trabajar en filosofía, es obviamente algo totalmente distinto a lo que le pasó y le pasa a un viejo como yo. Ya tengo buena parte de un camino recorrido con cosas que hice, que no hice, cosas que aprendí y que no aprendí, y en eso también va un estilo de aproximación y tratamiento de los problemas que para mí siempre ha estado ligado a la escritura", añadió.

Oyarzún actualmente trabaja en dos proyectos que lo apasionan: su investigación Fondecyt trianual sobre la obra de Jonathan Swift, que incluye al presente la traducción anotada de "Cuento de un tonel", una parodia en prosa dividida en una historia y unas digresiones, y la puesta en escena de la comedia "El Cántaro Roto" de Heinrich von Kleist, en la que trabaja junto a sus dos hijos.

A su juicio, el pensamiento se singulariza porque "inevitablemente tiene que ver con una vida, una experiencia, con un modo de la individualidad", algo que para él es fundamental.

A la hora de definir su estilo, Oyarzún es claro: "Como hay algunos estilos que son extraordinariamente lúcidos en cuanto a poder argumentar y fundamentar unívocamente lo que se piensa, hay otros estilos que son un poco más complejos, trabajan más en una constelación que es un conjunto de elementos que no se pueden aislar y definir con toda la nitidez deseada. Yo soy del segundo tipo, trabajo mucho más en constelación, pero aspiro a que sea claro el cristal en que esta se refleje", concluyó.

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