Promover y difundir la creación e innovación artística joven es el objetivo del Concurso MAVI- Bicentenario de Arte Joven Cabeza de Ratón que organiza el Museo de Artes Visuales (MAVI), la Comisión Bicentenario y Minera Escondida, y que en su quinta versión recibió alrededor de novecientas propuestas enviadas por artistas de distintas ciudades del país. Finalmente, fueron cuarenta las obras seleccionadas para ser exhibidas en este espacio ubicado en la Plaza Mulato Gil de Castro, entre las que se encuentran las cuatro obras premiadas y las cinco que obtuvieron menciones honrosas.
El jurado, conformado por la Directora de Arte MAVI, Andrea Brauweiler; la artista y coordinadora de Artes Visuales de Balmaceda Arte Joven, Ximena Zomosa; los artistas Francisca Sutil, Jorge González-Lohse y Voluspa Jarpa; y quien ofició de comisaria, Catalina Mena, entregó el Primer Premio MAVI a Nicolás Miranda por su obra "Easy", el Premio Minera Escondida a Andrés Lima por "Museo de la Memoria, Codelco, Centro de la Justicia"; el Tercer Premio Minera Escondida a María Luisa Murillo por "Frágil como una fractura más"; y el "Premio Bicentenario" a Carla Ríos por "Cuerpo Uniforme".
Las menciones honrosas, en tanto, fueron para las obras "Media tubería" de Carlos Ramos, "Sin título" de Ana Domínguez, "El Escondite" de Benjamín Edwards, "La voluntad, el sacrificio y la fuga del deseo" de Adolfo Martínez y "Entre paréntesis (segunda selección)" de Cecilia Flores, estos tres últimos, artistas formados en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile. Actualmente, Cecilia Flores y Adolfo Martínez se desempeñan como ayudantes en el Departamento de Artes Visuales, la primera en el Taller de Cerámica de la profesora Susana González, y el segundo en el Taller de Escultura y Volumen del profesor Luis Montes Becker.
"El Escondite"
"La obra es el resultado de una investigación torno al traspaso pictórico de ciertas imágenes fotográficas de la prensa que busca escoger y potenciar ciertos aspectos aparentemente invisibles dentro de la fotografía, pero que son trabajados con énfasis en la pintura", señala Benjamín Edwards sobre "El Escondite", pintura en la que se aprecia, desde una vista aérea, el lugar en que habitó durante 18 años una niña secuestrada. "Al llevar a cabo este traspaso (foto-pintura), se da un proceso selectivo en el que ciertos elementos compositivos adquieren una nueva importancia en el resultado final", explica este artista.
Y es que, como agrega este egresado de la Facultad de Artes, "los cambios están en pos de generar una psicología escénica que capte el relato en el que la fotografía original se encontraba inmersa, otorgándole un mayor valor representativo y simbólico". Así, las tonalidades del follaje fueron extremadas por este artista, quien eliminó los colores intermedios presentes en la fotografía original para "resaltar la potencialidad amenazante que la naturaleza posee. Los vestigios de cultura se enfrentan y son superados por esta densidad orgánica", dice sobre esta obra que fue distinguida con una mención honrosa en la quinta versión de este concurso.
Respecto su participación en el certamen, este artista señala que fueron varias las motivaciones que lo impulsaron a participar, como el nivel del concurso, la técnica libre -"no es un concurso con un pie forzado al gusto de los organizadores por lo que uno puede presentar una obra que se descuelga del regular trabajo en el taller", dice- así como los premios. "La buena vitrina que ofrece el museo también me parece un aspecto relevante, considerando la gran cantidad de gente que hubo el día de la inauguración y de la continuidad de público en el MAVI. Expectativas tenía, por lo menos de estar para el montaje final. Estoy conforme con mi trabajo y una mención honrosa, mejor", concluye.
"Entre paréntesis (segunda selección)"
La técnica de dorado, el crochet y el tejido en crin fueron utilizadas por Cecilia Flores para dar forma a "Entre paréntesis (segunda selección)", obra cuyo proceso de creación comenzó una vez que esta artista visitó Rari. "Desde hace mucho tiempo me llaman la atención no sólo aquellas figuritas hechas en crin de caballo, sino también el tema de la artesanía en sí y su relación con la historia misma de los procesos que se involucran a la hora de concebir una obra. Siempre me ha gustado hacer trabajos que me signifiquen un desafío estético, conceptual y material a la vez, por lo que elegí un lenguaje y materialidad ligados a lo textil y a la mano de obra", dice.
Esta artista buscó reflexionar sobre el lugar de la artesanía en las artes visuales, de allí que cada una de las figuras de crin que diseñó y luego mandó a hacer a una artesana de Rari para representar a la "típica huasita" -que en su propuesta aparecen con rasgos anómalos-, se encuentren al interior de paréntesis hechos con la trama del crochet. "Por medio de esta operación pretendo entablar el tema de la marcada diferencia de lo anormal e inclusive monstruoso como una forma de marginar aquello que luce diverso del resto, cuestión que se enfatiza en el título de la obra", señala, agregando que hay "una lectura irónica de cómo la industria va relegando la manufactura hasta el último plano como si ésta estuviera dentro de paréntesis, olvidando que todo comenzó a partir de ahí".
Motivada principalmente por el premio en dinero que entrega este concurso, por el alcance de la convocatoria y porque el lugar de exposición "constituye un buen punto de difusión para cualquier artista visual", aclara Cecilia Flores, para ella fue un honor recibir la noticia de que "Entre paréntesis (segunda selección)" había sido distinguida con una mención honrosa en la quinta versión de este certamen, "que mi trabajo haya podido ser destacado entre tantos otros presentados, muchos de ellos de un muy buen nivel. Obviamente siempre me exijo más, pero siento que de todas formas trabajé a conciencia y logré un trabajo que me dejó satisfecha".
"La voluntad, el sacrificio y la fuga del deseo"
Una escoba que barre una placa de mármol ubicada en el suelo y que, colgada del techo por una cuerda elástica, se pone en actividad mediante un taladro eléctrico que se dispone sobre un taburete de madera, es la propuesta de Adolfo Martínez, un artefacto que "rescata de lo cotidiano el ejercicio doméstico de barrer, generando a través del movimiento constante el desgaste de la escoba, lo cual revela la precariedad de su condición en contraste con la materialidad del mármol, el que se relaciona con la historia del lujo y el poder. Es el poder ejercido sobre el otro lo que me interesa localizar como punto de inflexión y elemento interrogante. La voluntad y lo sacrificial son elementos que detonan la subordinación", señala el artista.
Para él, "el ejercicio y el gesto de barrer sobre una superficie de mármol que realiza un movimiento constante, reiterativo, habla de los comportamientos automatizados, que se desprenden producto de la dependencia, es un artefacto penitente, que barre persistentemente sobre una superficie de mármol", explica Adolfo Martínez, quien agrega que fue "muy significativo que mi obra fuese escogida y honrada considerando que participaron artistas con trabajos notables a los cuales respeto. Muchos de ellos no quedaron seleccionados dentro de la muestra por lo tanto el filtro no fue menor. También hay mucho de azar y gustos subjetivos de parte de los evaluadores, por eso encontré curioso que esta obra llegara tan lejos, no olvidemos que es un concurso".
Adolfo, ¿cómo fue el proceso de creación de esta obra?
Antes de diseñar una obra no me propongo realizar cosas de tipo irónicas, poéticas o alegóricas, sino que de pronto las cosas se articulan, como por osmosis. Pienso que el gusto por ciertas cosas va conformando un imaginario visual; cada uno de nosotros tiene gustos definidos o por definir ya sea en cuanto a música, religión, política, televisión, etc. Todos esos cachureos programáticos definen formas de ver y percibir la realidad, son datos que conforman y constituyen parte de nuestro imaginario. En mi caso padezco de una falta de criterio agudo a la hora de categorizar cosas o ideas, en el sentido de que mis gustos varían de un extremo a otro: puedo, por ejemplo, disfrutar de la música clásica como de música ranchera o "cebolla" sin ningún prejuicio. Eso me permite relacionar estructuras totalmente opuestas y diversas al momento de configurar una obra, lo que se ha llegado a transformar en una metodología de trabajo. La obra aparece en una primera instancia como una imagen constituida por el ensamblaje de diversos objetos que aparentemente no tienen relación, eso sí, tenía la noción de proyectar algo que tuviera que ver con lo cotidiano y la contingencia social. Por eso pensé en la subordinación a partir del ejercicio del poder ejercido a todo nivel, por ejemplo en la economía, en la política, en lo social, en lo sentimental, intelectual, etc. Tomé objetos cargados de cotidianeidad, objetos afectados en su materialidad, ya sea por el uso, por su carga cultural o peso ideológico.
La exposición Cabeza de Ratón, donde se podrán apreciar las obras seleccionadas en el marco de este concurso, entre ellas las de Benjamín Edwards, Cecilia Flores y Adolfo Martínez, se exhibirá hasta el próximo 30 de enero en el Museo de Arte Visuales, MAVI, ubicado en José Victorino Lastarria 307, en la Plaza Mulato Gil de Castro.
