Dentro de 39 Académicos:

Mauricio Barría y Manuel Calonge reconocidos como "Mejor Docente de Pregrado" 2010

Mauricio Barría y Manuel Calonge, "Mejor Docente de Pregrado" 2010

Se enteró el martes, a dos días de la ceremonia. Mauricio Barría estaba en su oficina cuando recibió una llamada personal de parte de Clara Luz Cárdenas, la Decana de la Facultad de Artes. Fue ella quien le comunicó que había ganado el premio a "Mejor Docente de Pregrado" 2010, junto a otros 38 académicos de las 17 entidades que imparten docencia de pregrado.

"Fue una sincera sorpresa y un poco de pudor, porque no siento que en este momento pudiera merecerlo", explica Barría, quien junto al profesor Manuel Calonge Torrealba fueron destacados con este galardón en la Facultad de Artes. "El pudor luego se transformó en un sentimiento de enorme responsabilidad, porque en definitiva es un premio que también tiene que ver con lo que estamos tratando de hacer en el Departamento de Teatro, y creo que más bien represento un espíritu de renovación", acotó el académico.

La ceremonia se llevó a cabo el 11 de noviembre en el Salón de Honor de la Casa Central. Ahí, con la presencia del Rector Víctor Pérez Vera, la Prorrectora Rosa Devés Alessandri y el Vicerrector Patricio Aceituno Gutiérrez se destacaron a los profesores y profesoras en reconocimiento de su mérito docente. Luego de la interpretación de "El aparecido", de Víctor Jara por la Camerata Vocal de la Universidad de Chile, dirigida por el profesor Juan Pablo Villarroel, se dio inicio a la ceremonia.

"Esta distinción tiene algo especial, y este año, con un añadido, por tratarse del Bicentenario", acotó el Vicerrector. "Un amigo me lo confesó: ser el Mejor Docente de Pregrado de la Universidad de Chile recibe una connotación única y exclusiva de parte de los familiares, amigos y colegas", explicó Aceituno.

"La vida académica suele caracterizarse por largas de un trabajo arduo, persistente, a veces estéril y muchas veces en solitario, interrumpido por escasos momentos de felicidad que siempre nos parecen demasiado mezquinos", continuó el Vicerrector, ahondando en las vicisitudes del quehacer investigativo y profesional. "En la docencia las retribuciones y alegrías parecen más esquivas, pero igual es relativamente fácil encontrar algunas, como esta ocasión, cuando toda la comunidad universitaria les identifica y los señala, a través de un diploma y de un acto, que lo han hecho bien en la tarea docente", puntualizó.

El Vicerrector acotó que si bien los actos son siempre bienvenidos, hay otros espacios que son una fuente inagotable de satisfacción, menos "utilitarios y glamorosos" que les recuerdan "de esa huella que vamos dejando en aquellos en quien contribuimos a formar", dijo, refiriéndose a "esa obra escultórica colectiva que significa producir el cambio entre el estudiante que ingresa y el titulado que se marcha". "Es cierto que las satisfacciones que nos da la tarea docente no son tan puntuales como las asociadas a la investigación, pero igual no llenan de orgullo, como la de una clase perfecta, donde capturamos la atención de una sala llena de estudiantes que nos escuchan en silencio, casi con devoción", finalizó.

EL PRIVILEGIO DE LOS BUENOS ALUMNOS
Luego de la entrega de los diplomas y del Himno Tradicional Académico Gaudeamus Igitur, se le dio la palabra a Juan Carlos Letelier Parga, académico de la Facultad de Ciencias y ganador del premio, quien dio el discurso de agradecimiento en representación de los 39 académicos destacados. Letelier agradeció a los Directores de Escuela, acotando que los profesores "somos como el caballo de carrera. Necesitamos algún jinete que nos de órdenes para hacer buena docencia y los Directores de Escuela o Directores Académicos da cada Facultad también son responsables de que nosotros recibamos este premio, y también el Personal de Colaboración en esas secretarías, que se encargan del tedioso labor tras bambalinas. Ambos nos impulsan y ayudan a hacer mejor docencia".

Según el académico, la distinción que hace la Universidad de Chile de la labor universitaria con un diploma es, a la vez, humilde y potente. "Humilde porque no viene acompañado de dinerillo, pero eso no es un problema, porque existe un secreto: es cierto que la labor de la docencia - acá hablando de la buena docencia, la que es imaginativa, que cambia con el tiempo y el conocimiento, la que seduce al alumno y no la docencia sin inspiración y poco aburrida - es una labor que consume tiempo y energía, pero tiene un privilegio enorme. Y nace de nuestros alumnos, porque es cierto que no son el prototipo de la puntualidad, y hasta algunas veces pueden ser un poco excesivos en sus preocupaciones, pero en general los alumnos de la Universidad de Chile, y esto de alguien que ha hecho clases en Estados Unidos, Perú y Japón, son buenos alumnos, y eso paga infinitos desvelos", acotó Letelier.

"El poder hacerle clases a alumnos excelentes es un privilegio que agradezco. Estos buenos alumnos nos fuerzan con su empuje, con sus preguntas y, algunas veces, con sus impertinencias a mejorar la docencia y existen pocos placeres más intensos que ver cómo nuestros alumnos van dominando poco a poco los temas que deben aprender", continuó el profesor. "Tenemos un compromiso: mantener la interacción de enseñar algo complicado a alguien. No hay un secreto, una receta. Cada uno tiene su propio método. Pero al final, los alumnos saben más que uno, y nos obligan a leer y resetearnos para sobrepasarnos a nosotros mismos. El "yo" como docente se transforma. Todo lo que enseño hoy día lo aprendí en los últimos 15 años", puntualizó el académico.

MODELOS A SEGUIR
Para Mauricio Barría, el reconocimiento le llegó, según él, anticipadamente. "Siempre he pensado que estos premios son para profesores que llevan una larga trayectoria en el trabajo académico. Todavía me considero un profesor que está en proceso", explicó. Pero como explicó el Rector Víctor Pérez Vera en el discurso de cierre de la ceremonia, citando al profesor Máximo Pacheco "los profesores muchas veces enseñan más por lo que son que por lo que dicen".

"Ahí hay una sabiduría tremendamente grande. Los profesores son un modelo a seguir no solo por lo que está enseñando, sino por lo que es su vida, adentro y fuera de la sala de clases", dijo el Rector. "Están reflejando, más allá de una competencia disciplinaria, más allá de que la clase estuvo bien hecha, están marcando huella, están dejando el sello de la Universidad de Chile, el pluralismo, la libertad intelectual. Ustedes representan no solamente la competencia y excelencia académica de la Universidad de Chile, sino que representan la vivencia de los valores de la Universidad de Chile", explicitó Pérez Vera.

"Cuando se produce esta relación entre maestro discípulo, en esa interacción están formando no solo profesionales, sino personas", continuó. "Creo que finalmente lo que ustedes representan es el cariño y la pasión que tiene la Universidad de Chile por la educación pública, que implica pensar en un país futuro, y ustedes están ahí, haciendo eso posible a pesar de todas las dificultades, a pesar de todos los problemas. La Universidad de Chile se ha preservado como una institución laica, diversa, pluralista y libre intelectualmente porque eso se hace en el aula y fuera de ella. Ustedes representan moldes, ejemplos tanto dentro y fuera del aula. Les agradezco el preservar la esencia de la Universidad de Chile, el cariño y el afecto que le entregan a la Institución y a sus alumnos y estudiantes", concluyó el rector, para quien el diploma entregado no era solo para los profesores, sino para sus familias de los académicos y los estudiantes. "Ellos son quienes pueden cambiar este país para ser más justo y más solidario", acotó. Y luego de eso, el himno de la Universidad de Chile le dio el cierre a la ceremonia.

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