No se lo esperaba. El compositor y etnomusicólogo, Rafael Díaz, recibió la noticia con sorpresa. La comisión Luis Sigall de Viña del Mar le había pedido a destacados músicos del ambiente nacional que propusieran nombres para el encargo Sigall de la obra chilena obligatoria. Y el nombre de Rafael Díaz fue propuesto por el excepcional violinista del ensamble Bartok, Eduardo Salgado. "Él nunca ha tocado música mía, por eso me sentí muy orgulloso de saber que un músico de su estatura propusiera mi nombre", explica el compositor, quien pasó un proceso de selección del que ni siquiera se enteró. "Mi trabajo creativo es, por esencia, solitario y alejado de coyunturas. Hasta que un día me llegó un mail notificándome oficialmente. Me sorprendió mucho, estas cosas no me pasan a mí", cuenta.
El concurso Sigall, además de ser el concurso de ejecución instrumental más importante de Latinoamérica, es uno de los concursos más importantes a nivel mundial, pues ofrece cada año a un compositor chileno ser interpretado por los mejores instrumentistas del mundo que se encuentran en su primera etapa de desarrollo. A Díaz le comisionaron componer la obra chilena obligatoria que este año fue convocado para el violín. Así se gestó "El ángel de la guarda se le aparece a Matías Catrileo Quezada", la pieza que quince intérpretes de distintos países, entre ellos Argentina, Austria, Canadá, Chile, Estados Unidos, Letonia, España, Francia, Corea del Sur y Rusia, deberán ejecutar. La obra de cuatro movimientos está dedicada al comunero mapuche Matías Catrileo, muerto en trágicas circunstancias el 2 de enero del 2008.
LOS ÁNGELES DE MATÍAS
Entre el 2006 y el 2008 Díaz hizo trabajo de campo etnomusicológico en el área de la Araucanía, debido a que estaba realizando su tesis de doctorado. Aunque sus estudios formales los hacía en un programa Bolonia de la Universidad Autónoma de Madrid y la Humboldt Universität de Berlin, durante las vacaciones de verano de Europa Díaz venía a Chile a trabajar en su tesis.
Arrendó una casita en Temuco y de ahí se movilizaba a distintos lugares de la región. Fue entonces cuando conoció la causa comunera, lo que pretendía esa organización de descendientes de mapuches: recuperar tierras ancestrales a través de mitines, ocupaciones y a veces enfrentamientos con carabineros. Ahí conoció a Matías Catrileo Quezada. "Era un jovencito estudiante de Agronomía en la UFRO, un muchacho bueno, en todo el sentido de la palabra. No era un líder, era un jovencito callado, inteligente, ingenuo y sobre todo, pacífico. Jamás se manifestó por la violencia. Sí por la protesta, pero ni él ni sus compañeros portaron jamás armas, eso me consta", recuerda el compositor.
¿Qué lo lleva a inspirarse en su figura, a dedicarle esta composición?
Es que era un joven que perfectamente podría haber sido un líder de opinión desde la palabra, no desde la acción. Ese era un terreno que nunca le fue natural, por eso murió huyendo y baleado por la espalda. Estuve cuatro inviernos en la Araucanía y puedo decir que la herida está abierta, por eso dedico esta obra a un joven bueno y pacífico que no sabía luchar con violencia. En mi música no hay odio, yo puedo sentirlo algunas veces, pero en mi música jamás. Mi música es mestiza, yo soy huinka, pero amo el sentido de pertenencia a la naturaleza del pueblo mapuche. Durante más de veinte años mi música ha buscado su raíz en la naturaleza de mi país y en el canto aborigen dónde yo encuentro otra forma de espacio-tiempo, una temporalidad y una espacialidad que me religa con algo muy querido pero casi olvidado.
"El ángel de la guarda se le aparece a Matías Catrileo Quezada" representa cuatro "avisos" a Matías que él "no llegó a oír". Escrita para violín y piano, visto que el certamen Sigall de este año es para el violín, la obra está dividida en cuatro cantos, determinados por la extensión máxima que se le otorgó a Díaz: ocho minutos.
¿Qué cuenta "El ángel de la guarda se le aparece a Matías Catrileo Quezada"?
La primera parte, "El Ángel de la anunciación", es una música virtuosa para el violín que representa el don de la ubicuidad del ángel que le anuncia a Matías su destino final en la tierra. La segunda parte, "El ángel de los trigales", ahonda en la infancia de Matías, en el paisaje de la Araucanía muy lejos de la beligerancia por la tierra. Es una epifanía a solas de Matías con los trigales de su infancia, visto que en la tercera parte, "El ángel de Vilcun", es el lugar del enfrentamiento entre los comuneros y la policía, el lugar dónde muere Matías Catrileo, una situación sonora vertiginosa y delirante. El cierre, "El ángel del olvido", representa el momento del tránsito de la vida al "azul" de Matías, el instante en que deja esta tierra, el momento del olvido final de la primera visita del ángel, el olvido de la premonición y por tanto, el momento de su muerte. También es el "olvido" de todas las cosas de este mundo. Es una música delicada, pero intervenida con unos acentos percutivos en el piano que parecen venir de otro espacio-tiempo, de otro mundo.
MÚSICA DE LA INTEMPERIE ARAUCANA
Los quince intérpretes fueron seleccionados por los violinistas Rubén Sierra y Fernando Ansaldi, y el mismo Díaz. Chile estará representado con dos concursantes: Gustavo Vergara (23 años), y Paulina Riquelme (21).
¿Que le gustaría que reflejaran los participantes con su obra?
Aspiro a que esa destreza técnica, a que ese virtuosismo, esté al servicio de la dramaturgia de la obra y no al lucimiento personal. La música no tiene que ver con una actividad deportiva en que unos ganan y otros pierden. Por sobre todo se trata de "hacer música", que significa que Dios se hace presente entre nosotros. Por eso, si fuera concursante, me enteraría de lo que "habla" la obra y le pediría a Matías Catrileo y a Jaime Mendoza Collío que rogaran por nosotros, por el alma de Chile, para nunca más nos matemos entre hermanos.
¿A qué referencias mapuches se acotó y cómo se traduce esto en la composición?
La performática musical mapuche está directamente vinculada con los sonidos de la naturaleza. Y la naturaleza, para el mapuche y para todas las culturas originarias de Latinoamérica, tiene una connotación religiosa, de ahí el concepto de "panteísmo musical de la cultura mapuche", que es ensalzar a la naturaleza como una divinidad en sí misma. Por tanto, la música mapuche es la expresión de su contexto sonoro natural, por eso, sus instrumentos y el canto de la machi poseen una fuerte carga onomatopéyica, es decir, en su música se advierte el canto de los pájaros, el rozar del viento en los trigales, el sonido de la lluvia, el ruido del trueno y del granizo. Todo eso está en mi música, por más de veinte años, esta "música de la intemperie araucana" ha ido hilvanando texturas y polifonías en mi escritura musical. Colegas músicos me han dicho que mi música les recuerda la imaginería de los grabados de Santos Chávez; estoy completamente de acuerdo con ellos, mi música teje situaciones sonoras que tienen directa relación, no sólo con transcripciones de rogativas y cantos instrumentales mapuches hechos para mi tesis, sino que también con los sonidos de la intemperie, e incluso tiene que ver con el presentimiento del sonido, como es el caso de la danza de las luciérnagas propias de la región de Lautaro. Las luciérnagas no suenan, pero sí existe un presentimiento sonoro en su gestualidad.
El concurso Luis Sigall se desarrollará entre el 6 y 13 de noviembre en Viña del Mar. La primera etapa será el 6 y 8 de noviembre a las 19 horas en el Salón Independencia del Hotel O'Higgins; mientras que la parte semifinal se desarrollará los días 9 y 10 de noviembre en el mismo horario. La clausura será el 13 de noviembre en un auditórium naval ofrecido por la Armada para la ocasión. Los finalistas estarán acompañados por la Orquesta Filarmónica Regional, dirigida por el maestro Álvaro Gómez. Las entradas para la primera y segunda etapa tendrá un valor general de $2.000. Ventas y reservas se pueden realizar en el Teatro Municipal. Informaciones en info@culturaviva.cl o al fono 2883358.