Nuevo Director de la Esc. De Postgrado de la Fac. de Artes:

Víctor Rondón: "Tenemos una experiencia acumulada que es un gran activo"

Víctor Rondón"Tenemos una experiencia acumulada que es un gran activo"

Decir que el profesor Víctor Rondón es músico es verdadero, pero a la vez un tanto injusto, ya que además de involucrarse en distintos proyectos y labores artísticas ha dedicado un espacio importante a las labores de docencia, gestión e investigación. Desde hace un par de meses añadió una nueva y gran función a su lista, la de nuevo director de la Escuela de Postgrado de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile.

En esta entrevista nos cuenta cómo recibió la noticia, cómo han sido sus primeros días en la escuela y los desafíos que se ha forjado para los próximos cuatro años.


¿Cómo recibió usted la noticia de que es el nuevo Director de la Escuela de Postgrado?

Con una mezcla de sensaciones porque siempre cuando alguien ha pensado en uno para un cargo específico hay una natural reacción de satisfacción ya que significa que ha ponderado positivamente nuestras capacidades, experiencias o condiciones. Luego de eso viene un momento más reflexivo en que uno piensa ¿realmente podré hacer un aporte allí? ¿serviré en este momento en que está la universidad? Y la respuesta a esta pregunta fue evidentemente que sí porque en mí especialidad que es musicología se da el caso curioso que nosotros hace ya un par de décadas que no tenemos pregrado, por lo que nuestro ámbito natural ha sido en este último tiempo el postgrado, el magíster en musicología en el cual yo fui estudiante de la primera generación el año 1993, profesor desde el año 97 en adelante y luego coordinador del programa durante cuatro años. Entonces mi labor siempre ha estado en el ámbito de los postgrados y de la investigación y cuando me di cuenta que este nuevo cargo tenía que ver con eso pensé que en él  puedo hacer más de lo que podría haber hecho si me hubiesen ofrecido otro cargo en otro ámbito.

Y después que se convenció de su idoneidad para el cargo ¿qué siguió?
Luego de eso viene el aterrizaje en la realidad misma y en eso es en lo que estoy porque llevo un par de meses solamente en aquello. A pesar del poco tiempo hay varias consideraciones que hacer porque nuestros programas que son "veintitantos", y lo expreso así porque todavía el estatus de algunos es incierto ya que aparecen documentados pero a veces no están dictándose en la práctica, ya en un a corto plazo habrá que saber cuántos son realmente los vigentes. Como tenemos doctorado, magísteres, diplomas diversos  es una realidad heterogénea y eso ha hecho también que cada programa haya desarrollado algunos mecanismos, organigramas bastante sui generis junto a una cultura específica de cómo resolver desafíos.

Además que mi ascenso coincide con que comienza una nueva etapa en la Escuela de Postgrado, porque la directora anterior, Rebeca León, estuvo allí desde un comienzo, ininterrumpidamente, esto no es un juicio de valor, sino una simple constatación. Marca un cambio también porque como yo he tenido un contacto diferente con la Escuela de Postgrado, porque fui alumno y coordinador, ahora puedo darme cuenta qué cosas se hicieron, con qué criterios, cuáles son las cosas buenas con que contamos y también cuáles son las  deficiencias y carencias.

En estos primeros meses ¿cuáles a su juicio son los aspectos positivos de la Escuela de Postgrado?

Que tenemos una Escuela de Postgrado con más de veinte programas, que un importante porcentaje de nuestros programas no solamente están acreditados, sino que tienen índices muy importantes de becarios Conicyt y en comparación al resto de las universidades estamos en buen pie ya que no todas las universidades tienen postgrados en Arte que estén acreditados. Nosotros tenemos, además, una experiencia acumulada de un par de décadas más o menos y eso es un gran activo.

Y tras estas primeras semanas, ¿identificaría usted aspectos de índole administrativa como las principales falencias de la Escuela?

Los problemas van por todos lados. Yo he definido al menos tres campos, el que más me interesa es el académico porque de ahí provengo, es lo que más conozco y seguramente eso es lo que me permite atenderlo primero. Pero al desplazarme a los otros ámbitos hay también algunos problemas en el área administrativa y económica porque estos programas no han surgido de manera orgánica, no han sido resultado de un plan, de una planificación y lo más grave, en algunos casos tampoco han sido fruto de un proyecto académico.

¿Han surgido entonces de motivaciones individuales?
Han sido muy coyunturales y en algunos casos también muy voluntaristas porque un grupo de profesores se les ocurrió la idea, contaban con producción, investigación, que es el ideal, es decir un núcleo académico adscrito a un departamento, pero por otro lado también hay otros programas que no han nacido con la misma realidad, incluso hay programas que no están adscritos a ningún departamento y que los profesores y los coordinadores son externos a la Facultad. Vuelvo a repetir que  esto no es ningún juicio de valor sino constatar que esa es la realidad y que esto hace que sea muy difícil aplicar un sistema uniforme, porque no lo hay. Algunos programas funcionan con su coordinador, con una secretaria y un auxiliar, hay otros que tienen coordinador, subcoordinador, encargado de prensa, secretaria, diseñador, están organizados como una verdadera escuela. Hay algunos coordinadores que son además docentes y que el tiempo que trabajan como coordinador lo descuentan de su carga horaria, hay otros en cambio en los que hay asignaciones de honorarios, estas distribuciones no obedecen a ninguna norma regular y común para todos. El desafío tiene esta triple dimensión, entonces, porque hay que empezar a ver cómo se hace para lograr esa autorregulación, y cuál es el argumento para hacerlo, si es pertinente.
    
¿Cuáles son los  problemas más urgentes de resolver?

Yo diría que la carencia mayor es que nunca funcionó regularmente un Consejo de Escuela alrededor de un proyecto académico. El manejo no siempre fue colegiado por tanto al no funcionar un Consejo de Escuela malamente se podría consensuar un proyecto académico para ésta. Entonces, ahora, uno de los primeros encargos que ha hecho el nuevo decanato para mi cargo es constituir el Consejo de Escuela y yo por mi parte me he autoimpuesto concebir un proyecto académico que pueda direccionar la labor de la Escuela.

¿Qué significa en términos prácticos constituir el Consejo de Escuela?

Implica que vamos a tener que empezar a reunirnos periódicamente para tratar  diversas cuestiones en forma consensuada. La primera tarea, entonces,  es constituir el Consejo de Escuela, empezar a conocer nuestra realidad, a conocernos entre nosotros porque nunca han estado juntos todos los coordinadores de estos tres estamentos (doctorados, magísteres y diplomados). Juntos tenemos que  discutir cosas que no se han enfrentado para  luego empezar a debatir respecto a  cómo regularizamos nuestros procedimientos, en base a qué criterios, porque el imperativo de los tiempos, de la competencia, de la acreditación de la universidad, exige eso.

Ya que la Escuela de Postgrado está consolidada y es reconocida tal vez es el momento adecuado para reordenarla y pensar más estratégicamente el futuro...

Absolutamente. Hace unos años atrás todas las unidades partieron con la evaluación o con el análisis FODA, lo que nos obligó a preguntarnos ¿qué somos?, ¿en qué somos buenos?, ¿en qué estamos fallando?. La actitud ahora, pasado algunos años, es tratar de ser lo más objetivos y realistas posible para responder a las nuevas demandas que tiene nuestro medio. Además, todos los indicativos señalan que somos la universidad más importante en tiempo, presencia, producción y otra serie de indicativos en esta área. Entonces si uno reconoce que esto es así, también la responsabilidad tiene que ser proporcional a ello. Además que se da la coyuntura de que cuando yo asumo como director de la Escuela de Postgrado ha sucedido un cambio de gobierno, hay cambios de ministerios, de las personas encargadas de educación superior, del decano de nuestra facultad. Hubo un cambio total de autoridades y estamos sintonizando de a poco con los imperativos de este tiempo.

Otro aspecto del que somos concientes es que en cada instancia tenemos que contar, ojalá, con una participación triestamental que es una condición para que los  proyectos que se instalen permanezcan en el tiempo, ya que eso significa que han sido consensuados. Somos una universidad donde hay que respetar las culturas locales académicas.

¿Cómo ha sido este proceso de instalar el Consejo de Escuela?
Estamos en ello; hay que crear una cultura de Consejo de Escuela. Hemos tenido un par de reuniones así que por ahora no puedo decirte mucho más pues todo lo que tengo son ideas, ilusiones de cómo quisiera que fuese.

¿Y cómo quisiera que fuese?
La primera cuestión es que fuese, es decir que se constituya realmente y que podamos,  como dice la reglamentación, reunirnos al menos una vez al mes. Ahora un Consejo de Escuela tan numeroso como el nuestro es complejo porque en primera instancia no queremos excluir a nadie, luego veremos que método de funcionamiento resulta mejor, tal vez con grupos de trabajos más pequeños pero representativos.

¿Cómo cree que serán recibidas todas las modificaciones que el orden y la transparencia traerán?
Estamos en plena coyuntura de cambios y como toda coyuntura es complicada, crujen los sistemas que han estado mucho tiempo sin moverse y que hay que empezar a mover y cuando esto comienza a suceder, todo el mundo lo resiente. Por eso yo tengo muy claro que voy a tener que estar allí para exponerme a fuego cruzado con los problemas que tienen los académicos, los egresados, los estudiantes, las secretarias, los coordinadores, el personal de administración, etc. porque cada cual defiende y necesita cuestiones muy puntuales, que muchas veces se contraponen.

¿Cómo se prepara para este proceso?
Esta para mí va ser una experiencia única y la he tomado muy a conciencia porque he considerado que esta es mi última década académica activa, y entre los planes que tengo antes de eso está la dirección de la Escuela de Postgrado, así que por ahora voy a emplear mi tiempo, experiencia y ganas en hacer algo en lo que realmente creo y confío. Llevo bastante tiempo en la universidad y conozco otras instituciones de educación superior en varias disciplinas, tengo contacto con gente muy diversa y tengo una idea de qué es lo que necesita la Universidad de Chile, la Facultad de Artes y la Escuela de Postgrado. Así que para mí todo esto es un gran desafío.

Son muchas las tareas que ha mencionado, ¿hay algún orden o criterio para priorizarlas?

Son muy diversas las necesidades y he clasificado mis desafios en cuestiones que son "interesantes", que lo son todas, todos los programas, todas las disciplinas; "importantes", que ya están más cercanas a lo que necesitamos hacer luego; pero en primer nivel están las "urgentes" que se refieren a cuestiones que involucran a la universidad en su conjunto. 

¿Cómo cuáles?

Por ejemplo las acreditaciones de postgrado, esa es una cuestión urgente, pero también está dentro de lo urgente que empecemos a discutir los procedimientos, los estándares porque tanta diversidad a veces se aproxima  a lo caótico y si hay respuestas distintas también de repente se torna una cuestión injusta. Imaginate tú que a misma función en veinte partes paguen de distinta manera, como sucede ahora. Eso es difícil que pueda mantenerse.

Entonces las primeras tareas tienen que ver con ordenar un poco...
Trasparentar, conocer y ordenar...

¿Está entre sus objetivos ampliar la oferta de programas de la Escuela de Postgrado? Se ha hablado de un Doctorado en Arte, ¿Es una posibilidad real?
Al revisar los programas de la Escuela de Postgrado uno puede apreciar que en general han servido directamente a aquella parte de las disciplinas que son más reflexivas, de investigación, pero siendo una Facultad de Artes hay un núcleo duro muy amplio que no ha estado tan presente como me gustaría y que son los especialistas en interpretación o performance, es decir, los intérpretes instrumentales,  de canto, bailarines, los actores.  Que magnífico sería tener un magíster en interpretación musical, actoral o de danza que no distraiga a ese artista en otras áreas sino que lo lleve a otro nivel dentro de su experticie.

De hecho, es una realidad que los artistas postulan a fondos estatales para ir a especializarse en un taller o seminario fuera del país y que la mayoría de esos programas tiene que ver con ejecución más que con la reflexión misma...
Desde un tiempo a esta parte cierta área de los fondos de cultura ha sido subsidiarios de esta labor que pudiera ser complementaria. Pero ese es un proyecto que no es que uno tenga que crearlo, sino que debe ser sensible a los grupos de académicos que estén interesados en eso y uno desde la escuela apoyarlos simplemente.

Pero entonces existe la posibilidad de abrirse a nuevos programas...

Absolutamente, y siempre que responda al nivel de excelencia que aspiramos. Van a haber operaciones muy diversas pero el objetivo general es mejorar y mejorar a veces va ser sinónimo de ampliar y aumentar y otras veces de disminuir porque si hay cosas que no están bien, que no dan los mínimos indicativos no podemos cerrar los ojos a eso, o mejora o no es más.

Usted lleva dos meses en el cargo, ¿hay algún objetivo de corto plazo que se haya planteado?
En este semestre lo primero es constituir el Consejo de Escuela y echar a andar esto, crear una cultura diferente al respecto. Pero paralelamente hay que comenzar a discutir cuestiones en las áreas académica, económica y administrativa. La idea es que este semestre la gente se conozca y tengamos una visión más o menos similar que nos va a permitir darnos cuenta de cómo somos, lo que es posible hacer, en qué estamos mal y en qué bien. Esto requiere un tiempo y en este primer semestre esos son los grandes objetivos. Si esto funciona, llegará el momento oportuno de proponer un proyecto académico que responda a esa realidad, pero yo no he querido hacerlo al revés, sin conocer las realidades, necesidades e intereses de todos.

¿Cómo han sido estos dos meses en el cargo?
Angustiantes e intensos también.

¿Ha notado muchos cambios respecto a lo que era su trabajo anterior?
Sí, la primera dimensión es que ahora hay que tratar con mucha gente y de muy diversa epistemología por así decirlo, o sea, la creencia que tienen del mundo, de las cosas, de los sistemas es muy diversa. Esto significa que hay que olvidarse de pensar en alinear a toda la gente haciendo lo mismo y pensando lo mismo, eso es ilusorio.

También en la medida que me alejo del centro de lo que es mi departamento, mi facultad, mi especialidad, también todo es nuevo. Afortunadamente desde hace unos meses estaba formando parte - y sigo estándolo- de la comisión ejecutiva del proyecto Bicentenario Juan Gómez Millas que me ha ayudado mucho como experiencia porque ahí también hay gente de todas las disciplinas que conforman este proyecto y piensan la universidad en estas áreas.

Y en términos personales ¿Ha sido más difícil de lo que imaginó?
Si tuviera que hacer alguna evaluación más personal diría que confié que esta tarea me podía ocupar menos horas de las que ha requerido, pues cuando pregunté cuánto tiempo demandaba el cargo obtuve respuestas distintas, pero la mayoría de las personas me decían que sería media jornada, pero la verdad es que creyendo en eso conservé mis labores de docencia en pregrado y postgrado, mis tesistas, mis proyectos de investigación y artísticos y me he dado cuenta que fue una mala estrategia. Ya este otro año tendré que ordenar de otra manera porque ha sido muy abrumador estas primeras semanas tratar de hacerlo todo.

Usted es músico e investigador, pero tiene una amplia experiencia también en lo que es la gestión. Desde su nuevo cargo es imposible no pensar en lo que está pasando afuera, donde  casi todas las universidades están potenciando los postgrados y esa es una realidad que no se puede desconocer...
Así es, eso no se puede desconocer. Tenemos que subsistir porque si cada vez el aporte estatal  es menos, sería torpe no darse cuenta que el ámbito económico asegura nuestra subsistencia, lo que pasa es que ella tiene que estar direccionada por un proyecto en este caso de índole académica,... no puede ser al revés creo yo. No es que uno tenga que renunciar a la demanda académica simplemente por tener cifras azules, no puede ser..., una buena gestión en la universidad no es eso.

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