Ediciones del Departamento de Artes Visuales:

Arturo Cariceo presenta nueva versión de "Manifiesto Neopompier"

Arturo Cariceo presenta nueva versión de "Manifiesto Neopompier"

El próximo 20 de abril se presentarán las cinco nuevas publicaciones en las que Ediciones del Departamento de Artes Visuales -proyecto perteneciente al área de Extensión y Publicaciones de dicha unidad académica- estuvo trabajando durante el año 2009. Se trata de "Estéticas de la Intemperie. Lecturas y acción en el espacio público" y "[Pensar el / trabajar con /] sonido en espacios intermedios", títulos que inaugurarán la Serie Seminarios de la Colección Escritos de Obra, y "La memoria de la tela" de Nury González, "Doble Piel" de Patricio González y "Manifiesto Neopompier (Fuckin'Marcianos Version)" de Arturo Cariceo, los nuevos libros que se sumarán a la Colección Relatos Visuales.

Este último es una nueva versión del "Manifiesto Neopompier" de Arturo Cariceo, texto escrito por este artista visual en 1993, que contiene los lineamientos generales de su proyecto artístico y que, a lo largo de los años, ha tenido distintos formatos y soportes. Fue Francisco Brugnoli el primero en recomendarle que lo transformara en un libro luego de ver terminada la ahora penúltima versión, el escrito con que el actual académico y subdirector del Departamento de Artes Visuales se tituló de pintor. Y si bien en esa época la idea no se pudo concretar, en el marco del proyecto Ediciones del Departamento de Artes Visuales ésta volvió a cobrar fuerza.

Habituado a crear obras colaborativas, la nueva versión de "Manifiesto Neopompier" no fue la excepción. Como cuenta Arturo Cariceo, "en la medida que se iba desarrollando este proyecto, Jorge Gaete y Francisco Sanfuentes dieron ideas que fueron tan interesantes como las del mismo Francisco Brugnoli, cuando me dijo que tenía que hacer un libro con este material. Entonces, esta nueva versión recoge la idea de Brugnoli, pero a la vez está intervenida con los aportes de Francisco Sanfuentes y su gran experiencia como editor de libros, y con las ideas delirantes que Jorge Gaete siempre está instalando sobre la mesa. A todo ello, se suma lo que conceptualmente considero como el Manifiesto Neopompier en sí".

La actual versión del Manifiesto Neopompier es un libro producido industrialmente y que ha sido creado para ser leído de canto, es decir, de costado. Una publicación que, por sus características, se encuentra en el límite entre un libro objeto y uno de producción industrial. "'Manifiesto Neopompier (Fuckin'Marcianos Version)' es un libro que tiene dos lomos cuya función es impedir la circulación tradicional de las páginas, es decir, que uno, como lector, no pueda recorrer normalmente las hojas que lo conforman. El exterior del libro se podrá apreciar sin ningún problema, pero para ver lo que contiene en su interior será necesario juntar sus costados hacia el centro -si es que alguien tiene curiosidad de hacerlo-. En todo caso, no hay ninguna intención prescriptiva en todo esto", dice su autor.

Pero aún haciendo ese ejercicio, cuesta leer el texto de este libro porque está sutilmente impreso. ¿A qué responde esa decisión? 

No es que cueste, sino que está imposibilitado para ser leído. El contenido, que es en gran parte idéntico al de la memoria de título, está impreso en trama de un nueve por ciento negro, lo que quiere decir que los textos son ilegibles, casi invisibles. Y esa decisión responde a mi intención de productivizar de manera poética las propiedades que tienen los libros. Preciso, la paginación, el lomo, las portadas y portadillas, la impresión del tiro y retiro son elementos productivizados poéticamente hace su buen rato, y mi idea siempre fue desfuncionalizar el sentido práctico de la publicación para convertirlo en un objeto artístico con forma tradicional de un libro.

El recurso de imprimir así ya lo había utilizado en otra obra que hice cuando fui invitado a exponer en la Galería Animal, hace sus buenos años. Decidí producir un impreso en formato postal, dirigido a Tomás Andreu (dueño de la galería), en cuyo reverso estaba impreso a un cinco por ciento la descripción de una obra que Virginia Errázuriz nunca pudo exhibir. Esta postal debía ser enviada desde el Correo Central todos los viernes cada quince días mientras la muestra estuviera abierta. Y digo "debía" porque, de olvidarme, tenía que esperar quince días más para enviarlo y así sucesivamente. Son 300 postales y hasta el día de hoy me quedan varias por enviar. Cuestiones del arte.

¿Siempre visualizaste de esta forma la nueva versión de Manifiesto Neopompier?

La verdad es que cuando hay un trabajo colaborativo y cooperativo con otros artistas y una mirada crítica sobre las versiones anteriores, todo este diálogo pone en marcha una incertidumbre sobre lo que finalmente exhibes. Cuando tú construyes tu obra, es evidente que partes de una idea original, pero ésta sufre muchas mutaciones en el transcurso natural de su proceso. En todos mis trabajos yo me abro al azar y, en este caso, la solución final está vinculada a lo anterior y también a las posibilidades que presenta, en este caso, la producción de un libro industrial.

¿Qué características han tenido las versiones anteriores de este Manifiesto?

En 1993 era una hoja impresa en una de sus caras, donde imitaba un hipertexto. Esta versión fue lanzada en el Campus Juan Gómez Millas y era resultado de discusiones sobre arte chileno que tenía con Alberto Pérez, con quien produje las primeras versiones.

Cuando esta versión fue exhibida en el Museo Nacional de Bellas Artes el 2001, ya había producido con Francisco Brugnoli y Virginia Errázuriz muchas más, como una versión en forma de libro con 500 hojas ciclostiladas en blanco; una llena de notas y pies de página; otra que circuló en formato casette; otra versión que circuló en formato VHS; y, finalmente, la versión con la que opté a mi título profesional, para algunos, la canónica. Esta versión estaba conformada por dos ejemplares que quedaron en Biblioteca, uno de los cuales lo extravió un estudiante. Fue una versión hecha especialmente en la Casa Central de la Universidad de Chile, un libro objeto editado de acuerdo a los procedimientos de encuadernación del siglo XIX en Chile.

A diferencia de la versión actual, que fue hecha de acuerdo a parámetros industriales, ¿no?

Claro. La versión anterior fue un trabajo artesanal que tenía apariencia industrial y del que sólo queda un ejemplar. En cambio, la actual es un trabajo industrial del que habrá 300 ejemplares y, a pesar de ello, es decir, de que es una producción masiva, cada ejemplar es único porque cada libro tiene un error específico de impresión, de encuadernación o de como quieras llamarlo. Además, cada ejemplar estará numerado de manera autógrafa, como 1/1. Por lo tanto, cada "Manifiesto Neopompier" actual es idéntico y a la vez totalmente distinto de manera autógrafa como mecánica.  

El Manifiesto Neopompier habla de tu concepción de Obra Invisible. En el caso concreto de este libro, ¿cómo se vincula a tu trabajo artístico, a tus obras invisibles?

Una Obra Invisible cumple determinados requerimientos, y lo que sostengo es que lo que nosotros entendemos como obra de arte se vuelve invisible cuando no me doy el tiempo de entender lo que estoy viendo. Es decir, si yo tengo la concepción de que determinado trabajo no es artístico, mi mirada pasará de largo. Ahora, para que una obra mía sea invisible no debe convencer ni buscar convertir, por lo tanto, si yo no logro convertirte ni convencerte con lo mío, se deriva en la invisibilidad. A ello hay que sumar que la obra no tiene que satisfacer las necesidades ni las demandas de la oficialidad, de la oposición ni de la disidencia del arte, porque, si logras hacerlo, la obra se torna visible. Por eso es que la obra está pensada para no dejar satisfecho a nadie. Además, es irreductible al valor de uso o de cambio y, junto a ello, aspira a ser fome e inútil, algo complicado en tiempos donde todo va de la mano con la espectacularidad.

Una obra invisible sería aquella que cumpliera todos estos requerimientos. Nunca está demás recordar que el nombre "Obra Invisible" surgió de la trasposición irónica que hice del concepto "Mano Invisible" de Adam Smith que actualizó Milton Friedman. Así como también es importante precisar lo explícito de mi deuda hacia el imaginario de Enrique Lihn cuando hago uso del término pompier.

Este libro que se lanzará el 20 de abril, ¿es una obra invisible desde tu punto de vista?

Todo lo que yo hago es Obra Invisible. Todo, porque siempre tengo en la cabeza esta pauta de la que te hablo.

Al igual que todas tus obras, este libro lleva como subtítulo Fuckin'Marcianos.

En la jerga de mi proyecto artístico, todas mis Obras Invisibles llevan por subtítulo "Fuckin'Marcianos". Su insolencia retiene el espíritu de insatisfacción que subyace en detalles de cada versión. Por ejemplo, el libro tiene una biografía, que si bien tiene cierto nivel de verosimilitud respecto a lo narrativo, en el fondo no es otra cosa que un ejercicio irónico sobre la pomposidad de los artistas cuando hablan, por ejemplo, de sus grados académicos, estadías y Fondart ganados, y eso, en verdad, no dice nada. Lo relevante es la obra en cuanto experiencia, artefactualidad, paradigma artístico. El alcance me fue advertido por Alberto Pérez, un artista formado en Londres y miembro de Signo, nuestro primer Doctor en Historia del Arte a mediados del siglo pasado y director del MAC que, entre otras cosas, cerró el Salón de Estudiantes por retrógrado. Decía que había que estar siempre alerta ante los señuelos de la "cacademia".

¿Esta versión busca poner en evidencia lo que dices?

El Manifiesto fue redactado cuando era estudiante y daba cuenta de mis resguardos críticos frente a la educación artística y mi falta de fe en la escena cultural chilena. Mi punto de vista, a la fecha, se mantiene igual. El Manifiesto dice eso, aunque si lo vieras, tampoco podrías leerlo.

Sobre tu pregunta, creo que, en su gesto formal, pone en evidencia una especie de insatisfacción de este tipo de contextos, pero también es una forma de reflexionar desde el mismo lugar en el que uno se mueve: la academia. Para mí, este libro es una metáfora de la realidad cultural de este país, particularmente, de las artes visuales. Al abrir el libro, llegas inmediatamente a la tapa, y si lo cierras pasa lo mismo. Pero no puedo explicar dicha incertidumbre, porque cómo dar cuenta de un adentro que es tan desconcertante como su afuera.

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