Exposición se podrá visitar hasta el próximo 5 de noviembre:

El territorio descampado en "Cuchillo al agua"

El territorio descampado en "Cuchillo al agua"

"Cuchillo al agua" es el nombre de la exposición que actualmente se exhibe en la Galería Balmaceda Arte Joven, muestra que reúne las obras de Antonia Daiber, Adolfo Martínez y Tomás Fernández. Estos jóvenes artistas, licenciados en artes plásticas de la Universidad de Chile, tuvieron la oportunidad de interiorizarse en el trabajo de cada uno mientras cursaban el Magíster en Artes Visuales de esa casa de estudios. Como cuentan, "en este contexto pudimos entender mejor tanto el propio trabajo como el del otro, es decir, ver con mayor claridad los campos de intereses de cada uno y los posibles vínculos. Si bien en los trabajos realizados se podían notar grandes diferencias, vimos también que nuestros intereses presentaban potencialmente posibilidades de vincularse entre sí".

Ese vínculo en común  que fueron descubriendo en sus propuestas artísticas se transformó en el motor que dio origen a "Cuchillo al agua", y la curatoría que este año propuso la galería en "una suerte de pista que nos ayudó a darle forma al proyecto", dicen. Si bien en un principio no tenían muy clara la propuesta que presentarían, sí estaban de acuerdo en "ocupar el espacio de la galería de un modo diferente para que los trabajos se tensionaran: en el caso de Adolfo, se trataría de objetos escultóricos capaces de ocupar el espacio; en el caso de Tomás, en pinturas que irían al muro junto a un par de objetos; y, por último, Antonia, que ya sabía que el trabajo que iba a mostrar consistiría en el registro de un banco instalado en la montaña, mostraría fotografías además de un video", explican.

Y es que, a diferencia de sus compañeros de exposición, la obra de Antonia Daiber se gestó antes de que se abriera la convocatoria de la Galería Balmaceda Arte Joven, obra que calzó a la perfección no sólo con la curatoría sino también con la propuesta de estos tres artistas. Su trabajo corresponde al registro de una intervención en la cordillera -que consistió en llevar un banco de piedra y dejarlo instalado en la montaña-, que se traduce en 30 fotografías montadas en una sola línea horizontal en uno de los muros de la galería. En éstas se ve a dos hombres a caballo junto a unas mulas, que llevan los bloques de piedra que conformarían el banco, desplazándose por un paisaje cordillerano que, a medida que los personajes van ascendiendo, se vuelve cada vez más árido.

Este registro fotográfico, que muestra todo el proceso de transportar e instalar el banco en la montaña, es complementado por un video que se encuentra en el muro del frente y que muestra, a través de una cámara fija, el mismo paisaje en el que se emplazó el banco. El punto es que, en la época en que se grabó este registro audiovisual que se exhibe junto a las fotografías, el banco estaba enterrado casi por completo bajo la nieve. "Entre las fotografías que no tienen nieve y el video se construye un puente temporal que da cuenta de la permanencia del banco en la montaña. Al estar el banco emplazado en pleno descampado, éste marca un hito en el paisaje haciendo aún más visible lo desolado del lugar"", señalan estos artistas.

Tomás Fernández, en tanto, presenta 19 pinturas en óleo, esmalte y barniz sobre soportes recolectados de variados formatos, y tres objetos tridimensionales realizados a partir de materiales precarios. En la mayoría de las pinturas se representan paisajes en los que se pueden ver personajes borroneados interactuando de modo perverso; en otras, este artista representa paisajes con ciertos elementos arquitectónicos en los que difícilmente se logra distinguir la presencia de un cuerpo desnudo; en las restantes, las pinturas sólo muestran paisajes que, al parecer, representan el mar. "Lo cierto es que es difícil afirmar con exactitud lo que vemos, ya que las pinturas muestran más bien indicios que remiten a algo: un paisaje, un perro, un cuerpo", explican.

Y agrega los creadores de las obras que se exhiben en "Cuchillo al agua": "Esta pinturas hechas sobre precarios soportes son ambiguas en su representación, están en el límite entre lo figurativo y lo abstracto. Este carácter difuso que se encuentra en las pinturas se muestra del mismo modo en los tres cuerpos tridimensionales que las acompañan: un hombre, un perro y un trozo. Por otra parte, también es posible notar una ambigüedad en cuanto al género del paisaje debido a la intromisión de los personajes. Esta tensión en los límites del paisaje se manifiesta en las 19 pinturas, puesto que la presencia de los elementos narrativos que se encuentran en algunas de éstas, vuelven inquietantes aquellos paisajes en donde nada acontece".

Por último, Adolfo Martínez muestra dos objetos escultóricos que corresponden a una bodega de gran formato con una gotera en su interior, y un montón de zarza suspendida por unos alambres. "Es importante señalar que la bodega está construida con madera recolectada, lo que le otorga al objeto un aspecto derruido, como suelen tenerlo en general las bodegas que se encuentran en los espacios rurales. Este aspecto es esencial porque le permite al espectador evocar la imagen de la bodega instalada en algún potrero del campo. Esta bodega, además, contiene agujeros que nos permiten ver su interior y así percibir una gotera que no deja de emitir un leve sonido", explican sobre la obra de Adolfo Martínez.

Como ya se ha dicho, junto a esta bodega -cuya escala es prácticamente de uno a uno- se puede observar un montón de zarza suspendida en el espacio de la Galería y que, al igual que la bodega, da la impresión de provenir directamente del campo. "Ambos objetos contienen una carga material sumamente evocativa que apela a la proveniencia de los objetos. Esta proveniencia evocada a través de la imagen de estos objetos abandonados en el campo, dan cuenta de un territorio rural que, por cierto, limita de modo cada vez más cercano con un territorio urbano. Ambos objetos son algo inquietantes, y probablemente esto se deba a su carga evocativa y fantasmática, visible en la materialidad que denota la exposición a la intemperie", agregan.

¿Cómo trabajaron el montaje y cómo creen ustedes que se potencian las obras, pensando en los diferentes soportes y propuestas de cada uno?

Existen puntos en cuanto al tema y al soporte en los que los trabajos se relacionan, y otros en los que son opuestos. Por ejemplo, el trabajo de Tomás Fernández y Adolfo Martínez se asemejan formalmente, aunque de pintura se trate en el caso de Tomás. En cuanto a Antonia y Adolfo, los trabajos planten cierta similitud temática, pero son formalmente opuestos. Por último, Tomás y Antonia abordan el paisaje pero desde dos perspectivas diferentes: uno a través de la representación, y el otro interviniendo el paisaje. En este sentido, el tema del montaje es sumamente importante para sacar rendimiento a lo que se parece y lo que se opone. Un ejemplo de esto es que el trabajo de Tomás y Adolfo presentan una carga matérica, mientras que el de Antonia es más tecnológico, por así decirlo, ya que se trata de un video mostrado en una pantalla plana y de unas fotografía montadas sobre acrílico. Es más, decidimos intercalar los trabajos para mostrar este contrapunto. Esto se puede percibir en uno de los costados de la galería en el que vemos la pantalla junto al montón de zarza. Principalmente, así fue como articulamos el montaje, es decir, mediante oposiciones formales.

¿Por qué la titularon "Cuchillo al agua"?

Cuando pensamos en un título para la muestra buscamos algo que no fuera explicativo, sino que se distanciara lo suficiente de los trabajos para que en la interpretación de éstos en relación al título, hubiera muchas posibilidades. Luego de varios títulos fallidos, llegamos a "Cuchillo al agua"" pero no por citar a Roman Polanski, sino por lo sugerente de esas palabras. "Cuchillo al agua" nos dio a entender a los tres la misma imagen: un cuchillo lanzado al mar o a un lago. Lanzar el cuchillo al agua o a las profundidades del mar consiste, al parecer, en deshacerse del arma homicida, borrar las huellas, borrar los indicios. La oración no tiene verbo, mas nos deja entender que el cuchillo está siendo lanzado y que, por lo tanto, se están borrando los indicios o las huellas del crimen. Éste es el instante que representa la oración: el cuchillo perdiéndose. Este título nos hizo algo de sentido por el aspecto indicial de los trabajos, vinculado a la acción de rememorar algo. Este rememorar, en el caso de Adolfo, se da en la carga matérica de los objetos, al igual que en el caso de Tomás, en que además las mismas escenas parecen estar borrándose. Algo similar podemos decir en cuanto al trabajo de Antonia, en el que el banco bajo la nieve es tan invisible como el cuchillo en el fondo del mar.

"Cuchillo al agua", exposición que se enmarca en la curatoría Nuevos Territorios de la Galería Balmaceda Arte Joven (Av. Presidente Balmaceda 1215, Metro Cal y Canto), se podrá visitar sólo hasta el próximo 5 de noviembre, de lunes a viernes, de 16:30 a 21:30 horas.

 

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