Entrevista a la fundadora de la revista Escáner Cultural:

Yto Aranda: "El verdadero artista debe tener su propio lenguaje"

Yto Aranda: "El verdadero artista debe tener su propio lenguaje"

"Desde muy niña tengo inquietud por dibujar. En mi familia cuentan que, cuando tenía un año, derramé varios frascos de cutex de uña sobre un cubrecama, y que en otra ocasión pinté con betún para zapato las murallas. Es más, todas las páginas blancas de los libros de mi casa estaban intervenidos con mis dibujos -curiosamente, por esto nunca me retaron-, y también pinté con témpera un muro en las Monjas Inglesas de Reñaca que, hasta el día de hoy, creo, no logran borrar", recuerda Yto Aranda, artista visual formada en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile y una de las expositoras de la reciente IX Bienal de Video y Artes Mediales.

Yto Aranda pasó toda su etapa escolar dibujando, sin importarle mucho si lo hacía bien o mal porque "era una cuestión compulsiva", cuenta esta mujer que sólo en primero medio supo que quería estudiar arte. Como ella misma cuenta, "en un paseo de curso nos preguntaron a todas qué queríamos estudiar y, cuando me tocó responder a mí, automáticamente dije arte y supe que a eso me iba a dedicar el resto de mi vida. Me trataron de convencer con diseño, arquitectura y publicidad, pero cuando estuve frente a la tarjeta de postulación, mis primeras opciones fueron arte".

Dio exámenes en la Universidad de Chile y en la Universidad Católica, enamorándose de la mística de la Casa de Bello, donde finalmente ingresó a estudiar en 1984. Allí fue estudiante de César Osorio, un profesor que, según cuenta, le cambió la manera de ver las cosas. "César te hacía ver a través de la práctica, porque de tanto achurar con tinta china, aprendías a ser sensible; de tanto hacer líneas con lápiz, no podías dejar de pensar en cada parte de ella. Te enseñaba el lenguaje y, para mí, eso fue vital y una de las razones por la que, cuando se trata de artes visuales, soy tan defensora de la expresividad por sobre el concepto", señala.

Cuando ingresaste a estudiar, ¿sabías a qué querías dedicarte?

Siempre pensé en pintura y en encontrar la manera de vincular a las personas con algo superior, místico, que para mí es algo indescifrable. Y es que si bien yo no pertenezco a ninguna religión o secta, creo que la mente humana no es capaz de concebir a dios, como dicen los Rosacruces, porque es algo indescifrable. Sin embargo, uno siempre está teniendo experiencias místicas -milagros cotidianos, como les llamo yo-, porque a medida que te conectas con el mundo interior, comienzan a pasarte cosas increíbles. Entonces, mi primera inquietud fue buscar alguna forma de manifestar a los humanos lo divino, una búsqueda que nació inconscientemente.

Finalmente, después de muchas otras preocupaciones, creo que esa inquietud está presente en mis pinturas, en las que hay un espacio oculto, no develado, que va apareciendo como un túnel que devela un detrás, eso que existe pero no podemos percibir. Ésa es una obsesión, pero te diría que es la parte más inconsciente de mi obra. Pero cuando comencé estaba presente esa cosa mística, y a pesar de que he reflexionado conceptualmente temas como los desplazamientos, redes, la relación entre pintura y tecnologías electrónicas y digitales, esa intuición espiritual sigue estando presente.

¿Pero ese interés se mantuvo mientras estudiabas en la Universidad de Chile?

Cuando entré a la Escuela estuve en el taller de César Osorio, y él era implacable. Nos hizo hacer tinta china hasta casi trastornarnos, una cosa que a mí me encantaba. Después de estar un semestre haciendo tinta china y línea, y de enseñarnos composición, nos llevó al Mercado Central, donde nos hizo trabajar a través de las relaciones entre los objetos, interpretándolos con líneas. Al principio me dediqué a hacer abstracciones muy minuciosas, pero para las vacaciones de invierno nos pidió hacer 2 mil dibujos. Como eran tantos, sin darme cuenta comencé a soltarme, apareció con fuerza también la mancha y pinté muchos días sin parar. Buscando nuevos modelos, terminé arriba del techo de mi casa tirando la pintura, pegando papeles, usando tinta china y extracto de nogal, haciendo una abstracción súper expresionista.

Regresé de vacaciones con alrededor de 100 dibujos, y cuando los pusimos en el suelo, me di cuenta de que había aprendido algo que no podía explicar con palabras. Lo único que sé es que, de alguna forma, comprendí lo que era el arte.

¿Eso influyó en ese interés espiritual que tenías antes de entrar a estudiar arte?
Ahora que lo estoy conversando, me doy cuenta de que en eso sí había una cosa mística, pero a través de la macha, de la línea, de cómo la tinta china se corre con el agua. Por eso César es mi maestro, porque nos hizo comprender y sentir qué era la visualidad y lo espiritual en el arte, sin meternos ni una pizca de teoría o concepto. Ésas son las cosas que quedan en el alma, como las clases de Adolfo Couve, porque cuando Couve te hablaba de Velázquez, se hacía ver y comprender a Velázquez; y cuando te hablaba de Rembrandt, te hacía sentir Rembrandt. Por ejemplo, cuando Couve nos habló de Cezanne y de cómo rompió con la figura y el fondo, nos hizo salir a la calle y mirar el fondo como figura y la figura como fondo. Con ese ejercicio, a mí se me dio vuelta el paisaje para toda la vida, y desde ese día veo el cielo como figura y los cables como fondo. Entonces, son profesores que tienen mucha influencia en tu vida, porque te cambian la manera de ver las cosas. Pero así empecé mi trabajo, como expresionista abstracta.

Ver tus trabajos en el suelo, ¿implicó un antes y un después respecto a cómo te acercabas al arte?

Absolutamente. Sólo recuerdo haberlo visto y comprender que había dado un paso gigante. De ahí me puse a pintar y todo me hablaba, porque finalmente es comunicación a través de lo visual. Es que no sé cómo explicarlo, lo único que sé es que ese día sentí que había cruzado un puente. Pero eso no se lo puedes explicar a un joven con palabras, sí con mucho trabajo, con mucho acercamiento a lo que es la expresión con la mano. En el fondo, lo que hacíamos con César era la mano, porque con la mano se hablaban cosas que no se podían decir con palabras.

Y luego de eso, ¿qué sucedió?

Pinté hasta que salí de la Escuela. Hice 50 pinturas para mi memoria, y eso es algo que me ha inspirado siempre porque fui capaz de salir de la Universidad con dos hijos, sacándome un 7.0 en el Examen de Grado y egresando con distinción máxima. Ése ha sido el máximo reconocimiento que he tenido de mi trabajo.

En esa época me compraron algunos cuadros, expuse en la Bucci y en otros lugares, hasta que decidí buscar un camino propio. Si yo hubiese seguido pintando como lo hacía cuando egresé de la Escuela, creo que hubiera ganado plata y obtenido reconocimiento rápido, pero opté por seguir una línea más individual y experimental, y empecé a hacer una pintura más dura. Y de ser muy aceptada, comencé a vivir la experiencia de ser rechazada.

¿Pero esa búsqueda surgió por una necesidad?

Sí, porque siempre consideré que el verdadero artista debe tener su propio lenguaje, su propio sello. Ahora, mirando hacia atrás, puedo decir que lo he logrado, pero después de un largo y duro camino.

Los ir y venir de Yto Aranda

En eso estaba esta artista visual cuando comenzó a hacer pintura figurativa y a trabajar con papel reciclado. Esa experiencia "fue media desastrosa porque traté de hacer cosas más amables y a buscar la belleza a través de la figuración, pero quedé con la sensación de que eran muy inocentonas cuando en realidad había todo un trabajo de reciclaje de ideas, de materiales, un trabajo muy importante en la construcción de esas obras. Creo que me equivoqué, porque la figuración tapaba mi verdadero trabajo, pero equivocarse permite comprender la pureza del lenguaje", dice Yto Aranda.

En esa época, esta artista visual ya había comenzado su investigación y búsqueda de distintos lenguajes visuales, encontrándose, en 1990, frente a frente con el programa Paint que tenía incorporado Windows 3.1. "Me volví loca. Lo único que quería era tener una pantalla donde dibujar y tener un diskette para guardar esos dibujos. Soñaba con comprarme un computador, pero eran muy caros en esa época. Sólo alrededor del año 1996 tuve la oportunidad de cambiar una obra por un computador, un 386, con pantalla a color e impresora, y no te imaginas la cantidad de cosas que hice", recuerda.

A mediados de la década de los noventa, Yto Aranda hizo una exposición, cuyo catálogo se transformó, sin saberlo en ese momento, en su primer acercamiento al arte digital. Como ella cuenta,  "yo no veía la diferencia entre pintar en el computador y pintar en una tela, cuestión que ahora llaman desplazamiento, y para esa muestra hice unos afiches preciosos, porque a la impresora de punto le puse papeles de volantín y papeles calco de distintos colores. Entonces, hice afiches de color con la impresora blanco y negro, y esos afiches, junto al catálogo, fueron mis primeros pasos en el arte digital. Pero no tuve conciencia de esto, simplemente lo incorporé".

¿Fuiste autodidacta?

Durante los primeros años, mi formación fue autodidacta. En 1998 me di cuenta de que ya tenía los conocimientos suficientes para hacer una revista cultural en línea, porque en Chile, además de las secciones de los diarios y Rocinante, no había nada. Así, en enero de 1999, estrené Escáner Cultural, una revista abierta y participativa, que ya no lo es tanto por falta de tiempo. Lo que pasa es que en eso años pintaba, hacía la revista y participaba en arte correo, pero después, en el 2001, quedó la escoba porque estaba haciendo net art, arte correo, grabado, pintura y la revista, un colapso total.

Desde esa época que siempre tengo más trabajo del que puedo hacer, y por esa razón es que en el 2003 decidí que el arte ASCII sería el elemento común en mi trabajo, porque estaba muy dispersa. En inglés, ASCII significa código estándar americano para intercambio de información y es, básicamente, la trasformación de códigos basados en ceros y unos a caracteres. En palabras simples, el ASCII es dibujar con texto. Y cuando empecé a hacer grabado con ASCII, sin figuración, supe que mi camino en la pintura era lo abstracto, la pureza de la expresión. Una vez que retomé mi rumbo, no paré más.

¿Ligada siempre al arte digital?

Bueno, la intención era encontrar la forma de trasladar la visualidad de lo digital a la pintura, a través del texto, porque yo sentía que el arte ASCII era muy representativo de la computación. Lo mismo hice en arte correo, cuando comencé a enviar las obras basadas en ASCII. Así fue como me llegó una convocatoria por la celebración de los 500 años de La Gioconda, para lo cual tomé la imagen de La Gioconda de internet, la pasé a ASCII, la imprimí y la mandé, y ellos quedaron muy contentos con la obra. Después de eso, para la VII Bienal de Video del año 2005, participé con una acción de arte en la que proyecté La Gioconda en ASCII, en una tabla del mismo tamaño que La Gioconda original, y con un lápiz grafito transferí la obra de vuelta a lo análogo. Eso fue sumamente importante porque ahora, año 2009, recién se está hablando de desplazar lo digital a lo físico, de allí que Enrique Rivera me dijera que había sido la primera en esto del desplazamiento. Pero eso fue fruto de una necesidad, pues lo virtual no es suficiente para mí, porque tengo la necesidad de crear un vínculo entre lo digital-virtual y lo análogo-real.

La pregunta que tenía en ese momento era ¿cómo reflejo en mi pintura todo lo que he visto y he hecho en la red? Y mi respuesta fue la visualidad de lo digital a través del ASCII, para luego trabajar el color, la forma, la expresividad. Pero cuando empiezas a tratar de ser expresiva, comienzas a transmitir lo espiritual, incluso, sin querer.

Es decir, después de una larga vuelta, volviste a lo abstracto y lo místico en tus obras, ¿no?

La verdad es que la ganancia está en descubrir mi propio lenguaje. Por ejemplo, "Rx1000", mi obra para la IX Bienal de Video y Artes Mediales, es una pintura electrónica que, a pesar de ser distinta a mis obras anteriores, tiene presente mi lenguaje. Ése era mi sueño, tener algo que me identificara, y lo logré después de un proceso de mucho trabajo. "Rx1000" es la obra que cierra este círculo de muchos años de trabajo sólido, lo que me hace sentir segura. Ésa es una obra de 160 por 200 centímetros, hecha de 1.200 pinturitas que forman una red que se une a través de hilos de pescar, y que vibra con motores. La verdad es que me siento sumamente contenta, porque aunque la programación detrás de "Rx1000" falle, esta pintura se sostiene por sí misma. De hecho, creo que sacaré lo que es programación y cambiaré la interactividad por pulsadores.

Pero, ¿cómo surge la inquietud por crear "Rx1000"?

Este trabajo es muy importante para mí porque mientras yo estaba trabajando en arte digital, arte correo, pintura y nuevos medios, surgió la posibilidad de asistir a clases de Physical Computing que, en definitiva, busca que lo virtual pase nuevamente a lo físico. Fui a esos cursos sin saber muy bien para qué, y empecé a investigar sobre instalaciones interactivas. Así descubrí que estamos a años luz de lo que se está haciendo en otros países, y la pregunta que surgió fue ¿cómo podía yo aportar algo en un contexto como ése, tan avanzado tecnológicamente? Y comprendí que era mirándome a mí misma, porque había que ser Yto Aranda para aportar. ¿Y qué era Yto? Pintura.

Entonces, inventé el término pintura electrónica interactiva, que no sé si existe como yo lo concibo porque cuando lo busco en Internet aparecen softwares. Pero es evidente que el antecedente de lo que yo entiendo por pintura electrónica interactiva se encuentra en el arte cinético, por lo tanto, ahora estoy preocupada de investigar profundamente esta corriente artística de la que soy admiradora desde hace unos 10 años. Y bueno, siempre he sido fan de Matilde Pérez, la artista que más me gusta en Chile. Creo que Matilde Pérez es lo mejor que ha tenido el arte chileno, la más visionaria y vanguardista, una de las pocas que realmente va con su época. Pero como en Chile somos tan primitivos, nadie le dio la importancia que  merecía porque no era de izquierda.

Debo decir que, afortunadamente, el arte va por sobre la ideología y, en ese sentido, a mí sí me importa mucho lo social y la justicia. Todos los días me planteo cómo concretarlo, pero no pienso que esto sea el objetivo de una obra de arte, en ningún caso. Creo que la conciencia con respecto a una mayor justicia social es una consecuencia que se refleja en la obra, si uno la tiene, obvio, y es por eso que siento la necesidad de integrar a la gente en mi obra. Anoche estuve pensando en eso, y creo que ese objetivo lo logré con "Rx1000".

¿Cómo?

Hice una convocatoria preguntado qué es para ti resistencia, porque la Bienal hablaba de resistencia crítica. Esa palabra me motivó no sólo a mí, porque las personas que me rodean quedaron empapadas con ese término. Entonces dije, resistencia por mil, un desafío, porque quería conseguir mil respuestas. A través de la convocatoria integré a la gente, lo que hizo que esta pintura se transformará en la obra más importante que he hecho porque estoy integrando todo en una sola obra. Descubrí que podía unir la pintura y lo digital, y también unir la poesía visual y la experiencia de la convocatoria que me dejó el arte correo en "Rx1000". Entonces, creo que ya no voy a estar a medias con la pintura o con el net art, porque descubrí cómo reflejar todas mis inquietudes en un lenguaje. Espero que me dure porque mi mente es muy buena para encontrar otros caminos. Anoche, por ejemplo, pensaba en qué hacer para darles voz a las personas a través de mis pinturas.

Como lo hiciste en "Rx1000".

Sí, porque sus respuestas se leen en la pintura y además están publicadas en el sitio web.

Quiero seguir con la pintura manipulable desde internet, pero aprender a hacer yo misma la programación, ser autosuficiente en eso. Por lo tanto, puedes comprender que si llevo como un año casi sin dormir, lo que viene es más o menos lo mismo. Mi frase de este mes ha sido "demente por el arte", porque tengo que estar demente para gastar todo mi dinero y mi tiempo en hacer todo esto. Es una locura, pero soy feliz desde que tengo como 30 años, porque siento que mi terquedad ha sido positiva -no me ha llevado a la perdición, como todo el mundo me dijo-, y estoy empezando a ser reconocida. Siento que mi pintura está madura y es contundente, y si bien he hecho muchas obras, lo que me interesa ahora es hacer algo que tenga una larga trascendencia.

Siempre siento que estoy en el "start", en el comienzo del juego, porque visualizo mucho trabajo por delante, muchas ideas que traer a la realidad. Eso me vuelve obsesiva, esa necesidad de hacer las cosas antes de que se acabe este limitado tiempo de estadía en esta extraña realidad que llamamos vida.

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