Presentará su disco de arte sonoro este próximo 11 de septiembre:

Gerardo Figueroa: "El arte sonoro es tan música como una partitura de Bach"

G. Figueroa: "El arte sonoro es tan música como una partitura de Bach"

"Llevo alrededor de 20 años trabajando en un proyecto con fuertes bases en el arte sonoro, pero mi raíz, en realidad, viene de la música popular. En 1998 empecé a sacar cassettes que contenían tracks con un formato más cercano al de una obra sonora que a una canción popular estándar o con códigos más reconocibles dentro de ese terreno. Eso fue lo que me llevó a descubrir y profundizar en experiencias que tenían que ver con cuestiones sonoras más doctas desde la misma música popular", recuerda Gerardo Figueroa, quien este 11 de septiembre lanzará un disco sonoro que reúne más de 17 años de creación.

Titulado "Gerardo Figueroa", este compilatorio se dará a conocer a través de la obra web "La desaparición de la clase media en Chile (Irésistance)", que el artista visual, académico y subdirector del Departamento de Artes Visuales, Arturo Cariceo, presenta en el marco de la IX Bienal de Video y Artes Mediales. "Con Arturo nos conocemos desde hace muchos años. Hemos compartido procesos creativos y nos hemos encontrado, las más de las veces, hablando de las mismas cosas, cada uno desde su lugar", dice el artista.

Figueroa reconoce estar, por lo menos desde el año 1998, vinculado a lo que él mismo llama "escenas de corte experimental locales", aunque con muchas ganas de salir y conocer otros espacios en los que este enfoque pueda tener cabida. "Nuestras escenas de corte experimental aún son muy precarias, y una buena parte de sus cultores están principalmente enfocados a, por ejemplo, tradiciones de improvisación europea o del primer mundo. Entonces, no hay mucha reflexión a partir del trabajo propio ni mucho menos relación con el entorno local, y a mí me interesa mucho esa zona local", explica.

¿Vinculado a tu gusto por la música popular?

Hubo dos facetas importantes que alimentaron este proceso de creación. Primero están The Beatles, quienes, en varios de sus álbumes, permitieron la convergencia de música docta, popular y "étnica", por llamar así a esta última, y, paralelamente, en el ámbito local, está Violeta Parra. En 1981 me encontré con ella, con "Alturas de Macchu Picchu" de Los Jaivas, "Viaje por la cresta del mundo" de Congreso y con el segundo disco de Los Blops. Eso fue como una bomba. En la década de los 60, la gente que escuchaba a The Beatles decía que sentía como si les hubiesen puesto los dedos en la corriente, que fue la misma sensación que tuve con ellos y con estas cosas de acá. Creo que en ese sentido se fue configurando la búsqueda. Entonces, los diálogos se dieron siempre desde la perspectiva de un auditor con una obra.

¿En qué momento empezaste a intervenir esto que estaba entrando por tus oídos?

Empecé a grabar a principios de la década de los 90, mientras, paralelamente, participaba - junto a Cristián Rosemary Del Pedregal -, de un programa que transmitía la Radio de la Universidad de Chile, Musiclaje, en aquel entonces dedicado exclusivamente a la música popular chilena. En alrededor de cinco años ya había acumulado una cantidad importante de cassettes con información sonora. En 1997 los escuché todos, de corrido; y, si bien eran sólo grabaciones parciales, con pedacitos o pistas de temas, descubrí que así sonaban muy atractivos.

¿Lo que podría entenderse como una pieza incompleta a ti te hizo sentido?

Exactamente. Entonces, ¿qué pasa cuando eliminas pistas? Al final hay obra igual y, a veces, mucho más pregnante que lo que sucede al momento de conocer la versión completa. Creo que ésa es la vinculación que tiene mi obra con lo popular, y lo que finalmente me llevó a escuchar otro tipo de expresiones en el mismo plano y a encontrarme con experiencias más formales del siglo XX y, sobre todo, de la década de los 60 en adelante. Hubo casualidad, pero también mucha atención por responder si me sentía atraído sonoramente por algo. Me pasó escuchando, por ejemplo, a Frank Zappa, entre los años 1998 y 2000: lo que más me llamaba la atención en aquel momento era la insistencia que él tenía en grabar voces habladas o conversaciones y, de repente, descubrí que eso empezó a hacerme sentido musicalmente también. A Zappa empecé a entenderlo como a mediados de los 90.

Cuando racionalizaste todo esto, ¿partiste con una propuesta específica?

Eso fue hace como 10 años atrás, cuando lo que hacía se enmarcaba bajo un nombre que aludía a un sello independiente, Paños Recordings Chile ("un proyecto de investigación conforma [sic] de sello independiente"). Comencé, en términos concretos, haciendo cassettes y fanzines que regalaba, y la respuesta de la gente en los circuitos de música popular era muy distante, porque no entendían de qué estaba hablando. Sin embargo, algunos artistas visuales o personas que tenían un conocimiento más académico, lo leían correctamente. Me pasó mucho con extranjeros, también. Era muy divertido, porque sentía que la obra, siendo muy chilena, la estaban leyendo correctamente ellos. Con el correr del tiempo, me acerqué a Internet, y empecé a darme cuenta de que lo que estaba trabajando en realidad apuntaba a la noción de un sistema de transmisiones.

¿Por qué?

Lo que hace Internet es transformar a cada persona en un potencial sistema de transmisiones: puedes hacer televisión, radio, música, películas, lo que quieras, sin tener que pasar por los filtros de los medios de comunicación masivos. Ahí me di cuenta que hacia eso apuntaba lo que estaba trabajando hacía tanto tiempo, y concluí que, al ser esto un sistema de transmisión del cual soy objeto y sujeto, entonces, debería llamarse como yo -parodiando, también, los nombres habituales de estos medios corporativos. Así surgió el GFR Broadcasting System, que es el nombre que tiene esta investigación hasta ahora -el mismo nombre del sitio web y del blog, que se encuentra anexado al catálogo del Museo Multimedial de la Facultad de Artes. Así empecé a visualizarlo y encontré, posteriormente, el vínculo concreto con experiencias artísticas doctas.

¿Ese gran proyecto es el que lanzarás este 11 de septiembre?

Sí. En realidad, es el primero de una serie que, entre muchas referencias, dialoga conceptualmente con un box set editado por Yoko Ono a principios de los '90, llamado OnoBox. Este volumen se pasea por, al menos, cuatro áreas que se han dado como una constante en el trabajo: obras sonoras de corte acusmático (plunderphonics), palabra hablada (spoken word), canciones de formato popular (pop, balada, covers), y bandas sonoras (ost), todas producidas desde un diseño lo-fi, o de baja fidelidad, grabadas tanto en cintas de cassette como en un PC casero. Muchas de estas piezas son, a su vez, parte de otras y, en el fondo, queda de manifiesto que pueden funcionar tanto de forma independiente como conjunta.

Es interesante observar la situación cronológica y numérica que se da aquí, al realizarse este lanzamiento en un nuevo 11 de Septiembre, fecha que dio inicio a 17 años de dictadura -que tanto en mi caso como el de muchos de mi generación, moldeó nuestro quehacer implantando, desde el comienzo, un concepto de resistencia. En ese sentido también dialoga "Allende", obra que presenta una mirada abierta a las actuales operaciones de "amnesia selectiva" del entorno, que buscan dar la imagen de un país reconciliado. Es cosa de mirar alrededor y comprobar la vigencia plena y dolorosa de muchas de las canciones de Violeta Parra. 

¿El material con el que haces tus obras puede venir de cualquier parte?

Sí. En el año 2005, por ejemplo, cuando empecé a trabajar con cd players como instrumento, tomaba extractos de temas que me gustaban o me llamaban la atención. Eso me significó trabajarlos en el computador, ocupando un editor de audio, y opté por el más sencillo que hay en Internet (WavePad, un software de audio para oficinistas) que tiene funciones muy buenas y es muy fácil de usar. Quedé bien contento con el resultado, los sonidos eran muy pregnantes.

¿Es lo que te interesa?

Lo que me ha interesado siempre es ver hasta dónde te lleva la obra. Siento que lo que empecé a hacer era seguir el proceso a partir de trabajar desde lo mínimo, desde la carencia, y extender eso a otros planos, planteando preguntas como, por ejemplo: ¿se puede hacer una obra con lecturas académicas desde fuera de la academia? Se puede. ¿Se puede apelar o tener un diálogo con maestros que vienen de otras escuelas sin que estés con ellos físicamente? Se puede. Todo depende de tu actitud. Estoy muy satisfecho con el resultado, no sólo que se entienda, sino que se valore como tal, como una obra artística que es especulativa, que puede perfectamente romper bordes o estructuras de logos o de poder. A cada instante, los sonidos y la música nos gritan que se mezclan como quieren, que es lo mismo que pasa con las imágenes y con otro tipo de expresiones artísticas. Todo se empieza a revolver porque, en el fondo, es lenguaje. Creo que se trata de vivenciar y de evidenciar un proceso artístico de la manera más honesta y transparente posible.

¿Por qué accediste a presentarlo a través de www.cariceo.uchile.cl?

Tenemos que entender que todos los que estamos trabajando en esto somos fruto de gente que hizo la pega antes, como bien lo demuestra Chris Cutler en sus textos. A nosotros nos llegó todo el paquete hecho: antaño, gringos y europeos se mandaban por correo cassettes grabados en portaestudios, e iban completando las pistas que quedaban vacías de a poco, intercambiando archivos, por decirlo así. Esa experiencia tuvo para ellos un grado de fascinación y constituyó una situación de aprendizaje súper enrarecida, dada la expectación que les generaba el pensar qué era lo que iba a hacer el otro. Para ellos, Internet es simplemente una cuestión que mejoró la velocidad y la capacidad de manipulación de la transferencia. Entonces, desde esa perspectiva, ésta es una obra que, espero, quede para todos, porque la obra va a estar a disposición de la gente para que la use, la aprehenda, la piense y haga sus propias obras con ella también. El presentarla aquí es una garantía de que eso suceda.  Además, como te decía, con Arturo Cariceo hablamos de las mismas cosas, pero cada uno desde su lugar.

¿Y cuál es tu lugar?

Creo que es una gran zona fronteriza: siempre he dicho que mi raíz es la música popular, y durante años miré mi trabajo dentro de ese marco. Después entendí que comparte cosas con la música popular, como aspectos de formación, información y diseminación, pero empezó a tornarse más auto reflexiva, algo más propio de las obras artísticas. Nótese que hablo de la estructura, del tramado de la música popular, no de los músicos populares o sus auditores, sino de una cuestión que es meramente industrial. Creo que, a final de cuentas, todo esto empezó a tener otras perspectivas para mí cuando tuve más acceso a Internet (que es, en definitiva, la puerta que tenemos como chilenos para salir al mundo), lo que me permitió visualizar, incluso, cómo estas experiencias se dieron afuera, mucho antes que la Red tuviera el alcance que le conocemos. Yo había tomado la opción de hacer música popular, lo que fue derivando hacia un espectro amplio, donde la música es el punto de partida de un sonido x. Y si pensamos en música como sonido organizado, como lo pusiera Varese, el arte sonoro es tan música como lo puede ser algo escrito dentro del esquema de las partituras de Bach o de los discos de recopilación que han salido desde la Facultad de Artes, discos muy bonitos con música tradicional y vernácula, que, de hecho, me parecen de lo más experimental que he escuchado en el último tiempo.

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