A casi un mes de la muerte de Bob Borowicz:

Enrique Zamudio: "Bob Borowicz fue un amante de la fotografía"

Enrique Zamudio: "Bob Borowicz fue un amante de la fotografía"

Nacido en la ciudad de Poznan, en Polonia, Bob Borowicz llegó a nuestro país en 1951, luego de permanecer cinco años en un campo de concentración, trabajar como locutor de radio y reportero en su país natal, y desempeñarse como agregado de prensa en Frankfurt. Una vez en Chile, no sólo se desarrolló profesionalmente como fotógrafo, sino también como profesor de esta disciplina, formando a un importante número de fotógrafos, entre ellos, Enrique Zamudio, artista visual y académico del Departamento de Artes Visuales de la Universidad de Chile.

"A Bob Borowicz le correspondió abrir el camino para que la fotografía ingresara formalmente a la licenciatura en artes como una especialidad, justo en la época en que yo estudiaba en la Facultad de Artes", cuenta Enrique Zamudio sobre lo que sucedía a mediados de la década de los '70 en esta Facultad de la Universidad de Chile, donde años antes, el mismo Bob Borowicz había comenzado a dictar un electivo de fotografía. Y agrega sobre ello: "Me acuerdo que en esa época, en esta Escuela, se decía que la fotografía era exclusivamente un procedimiento técnico".

En esos años, Bob Borowicz ya se había hecho un nombre en Chile porque al poco tiempo de haber llegado a nuestro país, había ganando el Premio Mundial de Fotografía del Museo de Arte Contemporáneo de Baltimore, en 1953. "Bob era un fotógrafo que se había desarrollado profesionalmente dentro de distintos ámbitos. Era un fotógrafo de tomo y lomo, y un amante de la fotografía porque, desde que la conoció, la hizo su leitmotiv. En clases podía hablar durante horas de la fotografía, porque fue un hombre que vivió profundamente la actividad fotográfica", dice Enrique Zamudio.

¿Hay alguna anécdota en particular que recuerde de la época en que Bob Borowicz fue su profesor?

No tengo ningún recuerdo en particular, porque eran una descripción de cómo él vivía la fotografía y con la fotografía. La historia de Bob viene desde los campos de concentración en Polonia, ése es el origen, y en ese tiempo comienza su relación con la fotografía. En el fondo, el elemento que unifica su vida adulta, de principio a fin, es la fotografía. Era un personaje bastante notable para la sociedad chilena de los años 50 y 60, sobre todo porque en esos años un fotógrafo era como un paradigma de la modernidad, además de ser un tipo ameno, bueno para conversar, simpático.

¿Y a la hora de hacer clases?

Lo que pasa es que en la fotografía, prácticamente, él no tuvo escuela, pero adhirió a una corriente que operaba a través de la transmisión oral del conocimiento. Por eso no tenía una visión clara de lo que es la universidad en cuanto a la sistematización en la entrega de conocimientos, porque él simplemente hablaba acerca de la fotografía sin un programa previo. Cuando tocaba aspectos técnicos, los ejemplificaba con sus actividades profesionales, en las cuales ese factor técnico fue preponderante. Por ejemplo, hablaba del uso del diafragma a raíz de un viaje al desierto, donde un determinado valor le había significado cierta calidad de imagen. Ése era el tipo de relaciones que hacía entre el desarrollo técnico y sus experiencias de vida con la fotografía. Ésas eran sus clases.

Tengo entendido que, para él, la captura del momento fugaz era muy importante. ¿Cómo lo enseñaba y hablaba respecto de ello en clases?

La verdad es que todos los fotógrafos creen en una especie de evangelio creativo, desde donde organizan su discurso y a través del cual trabajan el espacio, el tiempo, la composición, la luz y una serie de aspectos que van personalizando su fotografía. En el caso de Bob era el tiempo, que no era nada nuevo. Hay maestros de la fotografía, como Cartier Bresson, para quienes ése era su paradigma creativo. Cartier Bresson inundó la estética de la fotografía en los años en que Bob se formó, y lo que impuso, a parte del rigor técnico, era este privilegio del fotógrafo de poder determinar un instante como el instante decisivo, momento en que las cosas se organizan y se arma una determinada realidad que el fotógrafo ve por la capacidad que tiene. Un fotógrafo es un ser claramente distinto del resto en términos visuales, que ve lo que otros no ven. Entonces, Bob adhería plenamente a este paradigma creado por Cartier Bresson y privilegiaba el sentido del tiempo, de la captura del instante preciso, del momento fugaz. La fotografía es una imagen fija que produce un antes y un después. Es lo que pasa con el encuadre, donde uno ve un campo y un fuera de campo, porque las imágenes sugieren lo que pasa por los lados. Entonces, se articula una unidad de tiempo que va más allá de la instantánea fría, pero para lograrlo hay que entrenarse. Primero es verlo y luego entrenar el ojo para que actúe con el disparador, sólo así se logra el momento preciso.

¿Borowicz transmitió a sus estudiantes esa inquietud por intentar capturar el momento preciso?

Sí, claro. Y a ello sumaba otro elemento, que era el sentido de la composición, una composición cuyo objetivo es organizar los temas. Por ejemplo, una fotografía tiene que tener una cierta claridad respecto a lo que quiere decir y, para ello, los elementos deben estar bien ubicados dentro del plano, en lugares privilegiados para que el ojo pueda leer exactamente lo que se quiere decir. Si tú cambias la jerarquización de los elementos en el espacio compositivo, se puede entender otra cosa, ése era un aspecto al que él le ponía mucho énfasis. Pero Bob no apostaba por formas, ritmos visuales, proporciones u otros elementos de estructura del plano que se usan en las artes plásticas, porque las artes plásticas son más abstractas y lo que prima es el fenómeno plástico. Piensa tú que el medio fotográfico, por su analogía con la realidad, se invisibiliza como medio porque tiene que ser una ventana transparente. En cambio, en las artes plásticas, lo que se busca es que el espectador se detenga en la materia porque lo que interesa es el hecho plástico, donde el soporte y la superficie son dos elementos fundamentales en la interpretación de la imagen plástica. Por esa diferencia respecto de cómo entender la composición, hubo un cierto conflicto con el Decano de la época, Kurt Herdan, un pintor para quien el tema de la composición era fundamental, y donde el conflicto estaba marcado por cómo se ve la fotografía dentro de una escuela de arte. Pero Bob Borowicz corregía en base a esos dos criterios, principalmente, la composición y la captura del momento fugaz.

¿Los ejercicios de Bob Borowicz consistían en enviarlos a la calle a buscar el momento fugaz o en trabajar en estudio con elementos que ustedes organizaban de acuerdo a ese criterio de composición?

Yo te diría que de todo, porque la fotografía es muy dinámica como actividad. Claro, está la calle, aunque en esa época no era muy sencillo salir a la calle. Entonces, los ejercicios los hacíamos aquí adentro, trabajando con modelos e iluminación. Bob facilitaba gran parte del equipamiento que tenía ese taller y luego que Bob se fue, los que quedamos empezamos a hacer cosas para seguir armándolo. Lo que pasa es que, en esa época, la relación de la fotografía con las artes visuales fue muy traumática en detrimento de la fotografía, pero, pese a ello, Bob consiguió que fuera una especialidad a partir de 1977, por la presión de los propios estudiantes.

¿Cuál era la relación que tenía Bob con los otros profesores de esa época?

Era un hombre bastante correcto y muy respetado, y había mucha cordialidad en el trato con el resto. A parte de Kurt Herden, no creo que haya tenido algún otro conflicto, que por lo demás no tenía que ver con ellos como personas, sino con lo que ellos representaban.

¿Hasta qué año hizo clases Bob Borowicz?

Hasta el año 1979, y ahí hay una pequeña historia en la que estoy involucrado. Yo estudiaba grabado y fotografía, pero había decidido seguir con fotografía y trabajar con Bob. Ya en esa época habían surgido problemas con Bob, porque le criticaba su falta de visión respecto de las posibilidades de la fotografía en términos de creación artística. Entonces, en 1979, cuando presenté un examen final, Bob me calificó mal, cuestión que consideré injusta y por lo que solicité al Decano repetir el examen, invitando a otros profesores que a mí me parecía que podían tener una visión más amplia respecto a la fotografía. Se aceptó mi solicitud y se hizo nuevamente el examen. Con eso se pasó a llevar a Bob y, lamentablemente, yo estuve metido en eso. Pero era un estudiante de 20 años que se creía lo máximo, y traspasé ese límite, lo que gatilló un problema entre Bob y Herdan. Después de eso Bob se fue, y Herdan me dejó a mí en fotografía, reemplazando a Bob.

¿Pero en qué momento comienza el conflicto con Bob, en términos de lo que se podía entender por fotografía y las posibilidades que presentaba esta disciplina?

En esa época ya circulaban las primeras ideas, porque la fotografía se estaba pensando en otros términos y transformándose en la puerta de entrada de la tecnología a la producción artística. Aunque vivíamos con un cierto aislamiento, llegaba esa información, y esta visión tan profesional, tradicional y artística de la fotografía no se relacionaba con estas nuevas búsquedas que iban más al centro de lo discursivo. Eso sucedía a finales de la década de los '70, justo en la época en que di el examen.

¿Se volvió a encontrar con Borowicz después de ello?

Nos encontramos después, nos vimos un par de veces y fue muy afectuoso. En una de esas oportunidades, él me dijo que sentía que yo había sido un buen resultado de su paso por la Universidad de Chile, que había sido su mejor alumno en el periodo en el que él estuvo acá.

Por último, ¿qué resaltaría de la obra fotográfica de Borowicz?

A mí me cuesta separar la obra fotográfica de la persona. Me parece que Bob es un tipo que hay que valorizar en su conjunto por todo lo que hizo, por su actividad académica y fotográfica. Dentro de la fotografía tuvo distintas líneas de trabajo, y creo que su aporte a la fotografía chilena está dado por la incorporación de los criterios que te mencionaba y que daban sentido a su trabajo docente. Su sensibilidad hacia el tiempo y su rigor compositivo fotográfico, son cosas que él aporta a la fotografía chilena. También trabajó muchísimo con el desnudo y durante mucho tiempo, siendo una de las personas que desarrolló ese género de forma profesional y en términos de obra personal. Es cierto que su fotografía no tiene el compromiso de Quintana o la contundencia de Larraín, pero está dentro de los top ten por todo lo que representa. Para él, la fotografía era algo más allá de la técnica y por eso entró al Bellas Artes, iniciando el trabajo de la fotografía en esta Escuela, desde cero.

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