Director artístico del Centro Coreográfico Nacional de Tours:

Bernardo Montet: "La creación es una aventura humana"

Bernardo Montet: "La creación es una aventura humana"

Durante tres días, el Departamento de Danza de la Facultad de Artes se convirtió en el centro receptor de coreógrafos y bailarines a nivel nacional, abarcando desde el ámbito estudiantil universitario hasta el profesional. La razón de dicha reunión fue la visita a Chile de Bernardo Montet y Dimitri Tsiapkinis, director artístico y bailarín y profesor estable del Centre Chorégraphique National de Tours.

Dicha visita, que se hizo posible gracias a un Proyecto de Intercambio entre Chile y Francia suscrito por el CCN de Tours, el Departamento de Danza de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile y el Área de Danza del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, constituyó la concreción de la primera etapa de un proyecto que ya está definiendo los próximos pasos a seguir para su continuidad en el futuro.

En tres días que se hicieron cortos pero muy intensos, Montet realizó un Laboratorio de Escritura Coreográfica a coreógrafos, profesores de danza destacados y bailarines profesionales, quienes vinieron de todo Chile a participar de esta actividad.

Pleno de humildad, desde el primer día el bailarín, coreógrafo y director artístico del CCNT anunció que él no venía a imponer un saber, sino a escuchar y crear tomando en cuenta las particularidades de cada uno, del grupo que se conformara y del lugar en el que se encontrara. Y es que para Montet cada grupo de coreógrafos o bailarines que trabajan juntos llegan a articular con sus propias creaciones, un lenguaje particular.

A pesar de la riqueza de las clases y de todo lo entregado, quizás hubo algo que para muchos quedó pendiente y que el mismo Montet no dudó en expresar: "Lamento no haber bailado porque para mí toda la enseñanza de la danza no tiene sentido más que porque creo. Si me convirtiera sólo en un pedagogo, me detendría de inmediato porque eso no me interesa. Yo siento y transmito algo porque hay creación de por medio. Si no hubiese creación no tendría ningún sentido".

El Centro Coreográfico Nacional de Tours, definido como un lugar de creación flexible y transdiciplinario no sólo tiene cabida para bailarines sino que también para músicos, artistas visuales, actores, escritores, arquitectos, etc. ¿Cómo pueden disciplinas tan distintas confluir en la creación?

Creo que es lo contrario lo que es raro. Por ejemplo, este mismo edificio, y la sala donde hicimos el taller, hay un arquitecto que la pensó. Pero está mal pensada. Hace calor, casi no hay ventanas, cuando hace frío aquí debe hacer demasiado frío, no se pensó en el eco, se escucha el ruido de afuera... el arquitecto está muy presente en la vida cotidiana de todo el mundo, entonces es muy normal que al momento de la creación el arquitecto esté presente.

Además hoy en día la danza atañe al ser humano, y  al ser humano le concierne todo, porque es él quien hace la antropología, la sociología, la relación con sus ancestros. ¿Cuál es la diferencia? Es muy importante que hoy esa pregunta sea debatida en los lugares donde se hace danza, porque esos son los lugares donde el movimiento es importante, y un movimiento de pensamiento es de igual modo un movimiento. Lo que llamamos obra de arte total es un concepto que ha sido verdaderamente elaborado a lo largo del siglo pasado y creo que hoy en día un lugar de creación debe integrar las distintas disciplinas, y aún no lo hacemos lo suficiente.

Para ti, ¿qué es lo más importante en la creación coreográfica?

Para mí, son los viajes que hago. En los viajes más bellos, voy a países que no existen, son lugares donde lo imposible de la vida puede hacerse real, donde se puede reunir a personas de culturas muy diferentes. En la compañía del Centre Chorégraphique National de Tours hay un marroquí, un israelita, hemos hechos trabajos con palestinos e israelitas... en definitiva la creación permite reunir los imposibles.

Para mí, lo que importa en la creación es cómo viajo al interior y fuera de mí, y para eso necesito de los otros. Eso es lo bello: que es una aventura humana, una aventura al servicio del arte, de la poesía, de una utopía. Todavía tengo la esperanza de que los seres humanos puedan consagrar tanta energía a la utopía. Para mi la creación coreográfica es eso, y al mismo tiempo puede ser también una experiencia estética.

¿Cuál es tu impresión de los bailarines chilenos?

En primer lugar, encuentro que la gente es demasiado silenciosa. No es que no hablen, pero hay algo como un silencio en ellos. Hay un silencio en la gente.

¿Qué tipo de silencio?

No lo sé. Encuentro que hay algo secreto. Lo que me gusta mucho de aquí es que la gente es muy sensual, se abrazan, se tocan, y es algo bastante simple. En relación a la danza puedo decir que sentimos que  el tiempo de la creación no es lo más importante. Hay un trabajo de formación y de pedagogía muy fuerte, pero la creación, esto es, los espacios donde lo desconocido sea el centro de la preocupación no es lo que prima. Siento que falta eso, que haya gente que esté creando cosas. Todos los que he podido ver que trabajen en eso están muy solos. Además no se critican entre ellos y es muy importante hacerse criticar. Se eligen a las personas, por supuesto, si se tiene el coraje y la fuerza para escuchar. Para mí es algo que falta.

También encuentro que la gente es muy generosa, muy humilde. No hay una reivindicación nacionalista como se puede escuchar en Francia a veces, del tipo 'nosotros los franceses'. Aquí hay algo que no está reivindicado de la misma manera: hay un orgullo, pero no es nacionalista.

¿Cuál es el rol del artista en la sociedad?

No hay arte sin artista. El arte no viene del cielo. Todas las cosas que son importantes para el alimento espiritual y de la mirada estética han sido hechas por artistas. Lo que ha cambiado es que hoy en día le pedimos al artista que esté más presente en la población, más comprometido con el movimiento social. Creo que se le da al arte, y al arte contemporáneo en particular, el espacio de tolerancia que la sociedad puede soportar, esto es: mientras más tolerante sea una sociedad, más se desarrolla el arte contemporáneo. Mientras más se encierre sobre sí misma una sociedad, el arte contemporáneo no tiene derecho a existir, pero se desarrolla por debajo, de manera oculta.

¿Qué esperas del proyecto de intercambio entre la Universidad de Chile y el CCNT  para el próximo año?

Para mí la Universidad de Chile es una etapa. Si bien las actividades se desarrollaron aquí, lo que es interesante es que gente que no era universitaria pudiera venir a la universidad, gente que venía de regiones, o personas que habían estudiado aquí pero que ya no eran estudiantes.

No va a ser fácil, quizás no va a resultar enseguida y tampoco podemos llevar a todo el mundo, pero quizás tres o cuatro coreógrafos chilenos puedan ir a Tours. Habrán artistas de todas partes: de Mozambique, Madagascar, Senegal, Chile, que serán invitados a compartir durante diez días una reflexión sobre el acto coreográfico. Será una manera de reencontrarse y quizás de elaborar las primeras líneas de un proyecto internacional.

Yo creo mucho en una internacional de artistas al modo de la internacional comunista. Pienso que en una internacional de artistas habrá personas que reconozcan tener los mismos intereses aunque pertenezcan a situaciones completamente diferentes. Creo que hoy el problema de la explotación del hombre por el hombre está por todas partes, y hay que pensar qué lugar le damos nosotros los artistas al arte en una sociedad de consumo como en la que vivimos.

A pesar de la multiculturalidad que pones en acto en tu trabajo ¿por qué crees que la creación debe tomar en cuenta la especificidad de cada intérprete?

Creo que un grupo es tanto más fuerte que cada singularidad. Si es un grupo que se reconoce porque todos hacen lo mismo, los llamamos corderos o sistema militar, pero si se trata de un grupo donde cada uno puede desarrollarse, es como un ramo de flores. Si cada flor puede desarrollarse, conforman juntas un ramo magnífico y sin embargo cada flor es diferente, se respeta su singularidad. Entonces la utopía o el proyecto del CCNT es que cada flor pueda dar su perfume, incluso si las flores que están a su lado son completamente diferentes. Creo que da una gran riqueza el poder contar con la experiencia de vida de cada uno, y eso sin contar el lado cultural, lo que han vivido que es enorme.

Además, es interesante observar el hecho de que fuera de Europa la danza ocupe un cierto lugar -como en África, por ejemplo- y en Francia ocupe otro lugar. Los dos puntos de vista son interesantes, porque hay personas que van al CCNT porque para ellos la danza es algo evidente, que se hace todo el tiempo, en cambio para otros constituye un acontecimiento. Entonces esa confrontación es muy enriquecedora y además a mí me encanta no comprender: me encanta estar con personas que no comprendo, que son un secreto para mí, que no comprendo su cultura. Incluso en mis propias piezas a veces me gusta no entender por qué hago eso. Para mí, la incomprensión de las cosas es un verdadero motor de la creación. Cuando se requiere explicar para comprender, sé que hay una carencia porque nunca se logra explicarlo todo. Hoy lo siento así y para mi es necesario que sea así, pero no puedo decir por qué.

Según el pensamiento  que rige el CCNT, la creación artística se nutre al descubrir la cultura de otros, en la confrontación de otras lenguas, estéticas y modos de pensar. ¿Es por esto que en el centro coreográfico que diriges hay bailarines de múltiples nacionalidades?

Creo que el grupo existe por el respeto a la identidad de cada uno, y que al mismo tiempo el individuo hace el grupo, pero también el grupo hace al individuo. Es algo de ida y vuelta. Con Dimitri y con otras personas hemos trabajado juntos por 15, 14 o 10 años, se trata de cómo llevar la madurez de cada uno. A menudo los grupos funcionan al modo de 'si tu no piensas como yo no tienes más que irte'. Para nosotros no es así: las personas están evolucionando, y si disienten de tu opinión no significa que estén en tu contra, sino que están creciendo, como un niño. Esa es la madurez, y es así como encuentro la experiencia, lo que lleva al grupo y a tí a confrontarte contigo mismo y también con tu tolerancia, tu generosidad.

¿Es por esto que en el CCNT tu eres el único francés?

Sí, entre los bailarines soy el único francés. Pero no ha sido una elección. Por ejemplo, cuando conocí a Dimitri, no sabía que era griego. Es blanco sí, está claro, pero no sabía que era griego! (risas). Entonces en primer lugar yo conozco personas. De todas formas creo que tengo un lado exótico en mi búsqueda relacional. Ahora lo sé y no lo voy a esconder, pero no rechazo tampoco a los franceses, no hay por qué exagerar.

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