Marco Espinoza:

"No creo en la figura de la víctima"

Marco Espinoza: "No creo en la figura de la víctima"

El domingo recién pasado y en el marco de los Temporales Internacionales de Teatro de Puerto Montt, la obra "Cómo aprendí a manejar" llevada a escena por la Compañía del Departamento de Teatro de la Universidad de Chile, Detuch, y dirigida por el académico Marco Espinoza anotó una función más en su prolífica versión nacional.

Y es que esta obra de la dramaturga norteamericana Paula Vogel sólo ha cosechado éxitos en Chile: bajo la dirección de Marco Espinoza, fue ganadora del Primer Festival de Dramaturgia Norteamericana Contemporánea en las categorías de Mejor Dirección de Arte, Mejor Actor y Mejor Montaje, tuvo una primera temporada en el Teatro Lastarria 90, luego otra en la sala Agustín Siré, y otra en la Universidad Finis Terrae. Además de eso participó en el Festival de Teatro Contemporáneo organizado por la Universidad Mayor en Temuco, fue parte de los Temporales Teatrales de Puerto Montt,  y estará presente en enero próximo en el Festival Internacional Santiago a Mil.

"Tengo la sensación de que esta obra acaparó muchos públicos", comenta Espinoza, y agrega: "al público artista le gustó mucho, al que no pertenecía al mundo del teatro también, y al público que es culto y que habitualmente no va al teatro también le gustó mucho, precisamente porque la obra abarca una temática transversal a toda la sociedad y que tiene que ver con el abuso. Por otro lado, es esta temática la que permite que la obra pueda itinerar".

A pesar del éxito obtenido con este montaje, el actor, académico y Master en Artes Escénicas de la Universitat Autónoma de Barcelona, comenta "la otra vez me encontré con una persona que me dijo que no le había gustado la obra, y era precisamente porque yo defendía la figura del agresor al poner en duda el abuso de la menor, y un abuso es un abuso. Con esta obra yo no me siento dando una opinión en torno a la verdad del fenómeno, de cómo debería ser el abusador o el abusado, pero más allá de eso yo no creo en la figura de la víctima.

Siento que siempre hay víctima y victimario y que el rol de cada uno puede cambiar en cualquier momento. Yo pongo en cuestionamiento esos límites y creo que hay que hacer una fricción entre la víctima y el victimario para saber espacialmente en qué lugar se encuentran y en qué lugar se separan esos roles. Todos hemos sido víctima y todos hemos sido victimario, por lo que creo que hay que sacarse el prejuicio respecto de la gente que ha sufrido y la gente que hizo sufrir".

Cuando aún resuenan los ecos del éxito de las múltiples temporadas de "Cómo aprendí a manejar", Marco Espinoza, director artístico de esta obra que fue seleccionada para ser parte del Festival Santiago a Mil en su versión 2009, ya está pensando en los múltiples proyectos que rondan su cabeza. Y es que para este académico "mi padre y mi maestro en el teatro, Fernando González, siempre dice que uno no es nada más que su próximo proyecto. Los proyectos pasados o los que se están desarrollando en este momento, ya son parte de lo que podríamos denominar un capricho, un sueño, un delirio o un goce menos, y entonces ahora tengo la mente focalizada en dos o tres proyectos que han nacido y que son maravillosos".

¿Qué es lo que más destacas del hecho de que "Cómo aprendí a manejar" haya podido viajar a regiones y ahora se presente en el marco de los Temporales Teatrales de Puerto Montt?

A mí lo que más me gusta de la obra y que lo descubrimos en Temuco, es  precisamente que es una obra absolutamente itinerable, quizás no por su escenografía, sino porque toca una temática súper candente en términos de lugares que están alejados de lo que podríamos llamar los grandes focos como Santiago, porque son lugares donde el incesto, el abuso y la misoginia son temas que no se tratan.

Lo más importante de la gira a la décima Región tiene que ver con que se cree que uno hace cultura y va a enseñar a provincia lo que se está haciendo en Santiago, cuando en provincia se están haciendo cien cosas y mejores. En Temuco nos dimos cuenta que teníamos interlocutores absolutamente válidos en cualquier contenido, temática y poética que estuviésemos tratando, y en Puerto Montt afortunadamente con la organización de los Temporales Teatrales desde hace mucho tiempo, la educación teatral ya está bastante consolidada y sé que tenemos interlocutores válidos ahí, incluso de diferentes partes del mundo. Entonces en el fondo ¿qué es lo que va a hacer uno en regiones? La respuesta es: un intercambio artístico válido en términos poéticos y estéticos.

¿Cuál es el proceso que ha vivido la obra después de siete meses de haber sido estrenada?

En Temuco particularmente se dio un fenómeno bastante interesante, y es que los actores se reencontraron con el texto y yo me reencontré con la puesta en escena. En esta obra hay cosas que nos parecen hasta el día de hoy maravillosas.

¿Se reencontraron y se reencantaron entonces?

Absolutamente. De hecho, el día de la función en Temuco yo recién comprendí el sentido de algunos textos, entonces es una obra que nos permite siempre reencantarnos. Cuando digo que ya estoy pensando en mi próximo proyecto no significa que esté aburrido de hacer la obra porque simplemente es un montaje que tiene una energía inagotable. Vamos a estar en enero en el Festival Santiago a Mil lo que es magnífico y en ese sentido uno se encanta, se maravilla con el fenómeno: uno está ahí cada día redescubriendo el personaje, la puesta en escena, mirando a los compañeros cómo lo gozan… cuando yo veo a Annie Murath disfrutando tanto una escena y la veo siempre así tu piensas 'yo con esto me siento absolutamente pagado'.

¿Te habías sentido así antes?

Yo he hecho harto teatro, pero en términos de dirección esta ha sido la obra que ha tenido una mejor acogida. Yo lo paso bien haciendo teatro siempre, y si bien no he tenido experiencias nefastas, sí he tenido algunas que no han sido tan positivas, pero de ellas he aprendido para llegar a esto.

Quizás también por el hecho de trabajar con gente formada sólo en la Universidad de Chile tenemos un lenguaje en común, una historia y una tradición. En el Detuch algunos son colegas míos, otros fueron profesores, otros fueron mis estudiantes, y otros siguen siendo estudiantes míos, entonces es una sensación de completitud, en el sentido de que yo me siento completo como ser humano al juntar la pedagogía con el fenómeno artístico. También por el hecho de trabajar con estudiantes jóvenes me lleno de esa savia nueva, de comprender cómo es el teatro para ellos. Y en ese sentido, el aporte del asistente de dirección ha sido brutal porque él también ha hecho que la obra tenga una vida más "contemporánea". Yo pertenezco a una generación que está sobre los 30 años, pero cuando trabajas con jóvenes menores de 25 piensas 'algo tienen que decir en el teatro', entonces yo les ayudo a darle forma y ellos me entregan bastante contenido.

¿Qué expectativas tienes para la obra en Puerto Montt?

Generar una instancia de diálogo artístico. Quiero sentarme a conversar con la gente que la vio y que también haga teatro. Lo que más me preocupa del teatro contemporáneo es que se están haciendo muchas obras y nadie se sienta a hablar de la disciplina ni nadie publica en torno a teatro, entonces si generamos esa instancia de diálogo con los otros artistas que están haciendo funciones por esos días creo que ese es el objetivo fundamental de viaje.

Nosotros llevamos un objeto artístico y ese trabajo es la excusa para poder hablar de cómo está el teatro en Chile y no al contrario. No es que hayan excusas para hacer obras de teatro y privilegiar esta suerte de macdonalización del fenómeno escénico como se está llevando a cabo en el último tiempo, en donde el director más famoso es el que produce más obras a lo largo del año, cuando en realidad yo creo que las obras deben generar una situación teórica que las avale, un discurso político que también esté de por medio y podamos sentarnos a conversar sobre ello.

Considerando que este festival es internacional y lo bien que les ha ido a lo largo del país, ¿tienen expectativas de que podrían montarla en el exterior?

Nos encantaría, porque además el equipo humano es muy rico. Creo que nosotros hicimos una obra que nos gustaba y la hicimos bien. Si viajamos sería magnífico, si nos ven en otras partes sería estupendo. Yo tengo muchas expectativas de la obra cuando se va de gira o cuando hacemos alguna temporada de extensión en otra universidad como sucedió en la Finis Terrae.

Lo paso tan bien haciendo la obra que cuando nos juntamos para ensayar es como encontrarse con una familia. En ese sentido, el ritual del teatro y el rigor que al mismo tiempo genera va más allá de la posibilidad de un viaje. Obviamente es un sueño poder viajar con una obra, pero ya viajar a Temuco, a Puerto Montt y poder hacer una temporada de extensión en otra universidad es un sueño, algo que uno no espera. Para el Detuch ha sido un éxito bastante inusitado y en ese sentido yo estoy súper contento.

¿Qué otros proyectos tienes a futuro?

En enero publicaremos un texto de investigación con el profesor Raúl Miranda acerca de la transmedialidad y puesta en escena, es decir, todos los recursos audiovisuales que se han ocupado en los últimos diez años en los montajes teatrales más representativos. Ese proyecto plantea una reflexión súper seria y al mismo tiempo fundacional en términos del imaginario teórico teatral chileno porque no se ha hablado antes de ese tema. Y por otro lado, estoy gestando un proyecto interdisciplinario que involucra teatro y música y que girará en torno al rescate de la figura de Luis Advis.

¿Y en relación al Detuch?

Yo fui invitado como director artístico para el proyecto de Cómo aprendí a manejar, así como antes fui invitado para trabajar en Antígona, que han sido los dos proyectos de la compañía a los que me han invitado a participar. Yo tengo un par de propuestas para el Detuch y se las he hecho saber a José Pineda, que tienen que ver con el montaje de una obra suya y que sea dirigida por el maestro Fernando González como un gran proyecto bicentenario.

Además de eso tengo otro par de proyectos en carpeta: uno tiene que ver con un texto que escribí en el taller de Juan Radrigán que se llama "Proyecto Dorothy", y que es la historia de una mujer que trabaja como doble de Dorothy de El Mago de Oz en una especie de parque de diversiones, y por otra parte quiero hacer una obra en torno a las escenas de amor de Chejov y ya estamos trabajando en eso con algunos alumnos de pregrado.

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