En sede Las Encinas de la Facultad de Artes:

Coloquio "La estética de la destrucción" de Juan Alegría Licuime

Coloquio "La estética de la destrucción" de Juan Alegría Licuime

"La destrucción es una problemática que vengo trabajando hace bastante tiempo", señala Juan Alegría Licuime, estudiante del Doctorado en Filosofía con mención en Estética y Teoría del Arte, quien este viernes 21 de noviembre presentará el coloquio "La estética de la destrucción" en la sala Adolfo Couve de la Facultad de Artes. Planteando el problema de la inquietante relación entre la destrucción como acontecimiento estético y las prácticas artísticas del siglo XX, en la ocasión establecerá ciertos paralelos entre el arte contemporáneo y la destrucción que lleva implícito el proyecto de la modernidad.

"Recuerdo que mi interés por el tema surge a partir de una relectura de la estética nazifascista. Al comenzar el estudio de tal fenómeno, me encontré con una serie de textos e imágenes que me impresionaron por el nivel de autoalienación que contenían. Cuando hablo de iconografía nazi me refiero a las esculturas de Breker, la arquitectura de Speer, la pintura de Ziegler y los documentales de la Riefenstahl, que determinan una idea dual belleza, es decir, una estructura bimembre en la cual se esconde el horror de los asesinatos administrativos", explica Juan Alegría Licuime sobre los motivos que lo llevaron a investigar en torno a las producciones artísticas modernas vinculadas a la destrucción.

Y agrega: "En este sentido, las lecturas de Benjamín, Marcuse, Adorno, Sontag, Agamben, entre otros autores, me ayudaron a elaborar ciertas hipótesis a partir de la idea del acabamiento del proyecto humanista. En tal tentativa, obviamente se incluyen las prácticas artísticas y, en general, la misma idea de arte. En relación a lo anterior, Bertold Brecht sostenía que en una época sombría, hablar de árboles era un hecho similar a un crimen, pues tal acción ocultaba el espanto que otros seres humanos padecían".

Acontecimientos violentos se han desarrollado a lo largo de la historia de la humanidad, estando presentes en creaciones artísticas. ¿Por qué decide centrar su investigación en el siglo XX?

Estoy de acuerdo con esa afirmación, sin embargo, en el siglo XX, ocurre un hecho fundamental: la misma realidad se presenta como destrucción. Es decir, la imagen del mundo se representa como una totalidad dominada por la idea de la destrucción. En tal fenómeno, la técnica, los medios de comunicación y la alineación del sujeto moderno, se configuran como presupuestos para tal acontecimiento. Por ejemplo, para Jonathan Grary, a lo largo de los años sesenta la industria de la televisión junto con la industria del automóvil colaboró sustancialmente al mantenimiento de la maquinaria representacional de la empresa capitalista. La velocidad del automóvil y su correspondiente limitación de las distancias, es análogo a la globalización de las comunicaciones producido por la televisión, ampliando de esta forma, el movimiento autónomo de la mercancía. Los medios de comunicación han producido una reestructuración de la conciencia humana. Por cierto, lo interesante, es ver el papel del arte en tales problemáticas.

En ese sentido, ¿está de acuerdo con la caracterización del Arte Moderno como un arte despiadado según plantea Virilio?

Por cierto que las ideas de Virilio son bastantes sugerentes. Sin embargo, a partir de la lectura de otros textos y autores, he encontrado cierto marco teórico que me permite establecer una cierta matriz para pensar en la idea de destrucción y su relación con el arte moderno o despiadado. En ese sentido, hay tres autores que considero fundamentales para entender el contexto de las ideas de Virilio: Worringer, Ortega y Gasset y Benjamín. Cada uno de estos pensadores elaboró en las décadas anteriores al holocausto y post-holocausto, una serie de ideas referentes al arte moderno que son, según mi opinión, fundamentales a la hora de pensar el concepto de arte despiadado. Ahora bien, la palabra "despiadado" comporta un campo semántico bastante amplio, donde se destacan los términos cruel, sádico, violento, destructivo, etc. Personalmente, prefiero el último término porque tiene una dimensión más estética, e incluso, es una palabra que utiliza Naomi Klein en su célebre libro "La doctrina shock, el auge del capitalismo del desastre". Aquí, la asociación entre el desastre (destrucción) y la actual configuración del panorama mundial es bastante evidente.

¿A qué conclusiones ha llegado durante su investigación?

Ciertamente hay algunas conclusiones, pero prefiero pensarlas como hipótesis operativas. En este sentido, el principio de identidad elaborado por Adorno y el tomar la destrucción como elemento estético, me permite pensar la destrucción como un elemento consustancial a la época contemporánea. En cierto sentido, la destrucción también comporta un elemento positivo porque muestra el lugar de la falta o, en otras palabras, pone en evidencia la inmanencia de la catástrofe. Un ejemplo concreto de tal proceso es la novela "Lumpérica" de Diamela Eltit, la cual pone en obra un lenguaje post-devastación donde se presenta una destrucción del propio lenguaje, dislocando las relaciones de poder y sentido que tiene todo texto, lo que obviamente connota una serie de otras apreciaciones y líneas de interpretación que cruzan la política y las mismas estructuras del poder. En el plano pictórico, muy conocida es la respuesta de Picasso a un alemán que lo interroga en 1937 en relación a esta obra: "Guernica" ¡es obra de ustedes, yo no fui su autor! Es interesante la respuesta porque nuevamente aparece la labor del artista como mostrativa de la destrucción.

El coloquio "La estética de la destrucción", de Juan Alegría Licuime, se desarrollará, con entrada liberada, este viernes 21 de noviembre, a las 18:00 horas, en la sala Adolfo Couve de la Facultad de Artes, ubicada en Las Encinas 3370, Ñuñoa.

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