Si bien "Las brujas de Macbeth" surge a partir de la revisión de textos clásicos de Shakespeare como Otelo, Ricardo III, Hamlet y Macbeth, esta obra se articula desde un lugar completamente distinto, pues esta vez son las mujeres las protagonistas y quienes se encargarán de revelar aquello que los personajes masculinos del dramaturgo inglés ocultan: su miedo, su duda, el terror y las contradicciones en su actuar. En "Las brujas de Macbeth" es la visión femenina de la tragedia la que se instala, y será la figura de cuatro mujeres/brujas las encargadas de poner en evidencia la mentira, la debilidad y cobardía masculina.
En esta entrevista, su director y dramaturgo Giulio Ferretto habla sobre los orígenes de esta obra, sus personajes y el particular punto de vista que instala sobre los míticos personajes de Shakespeare, el que podrá ser apreciado por el público este viernes 12 a las 20 hrs. en la sala Agustín Siré, lugar donde se realizará la única función de esta obra.
¿Cómo nace este proyecto y tu interés por combinar distintos textos de Shakespeare?
Este proyecto nace de un Fondart que me gané el año pasado, y la idea era mezclar los textos de Shakespeare dando una visión diferente sobre algunos hombres que aparecen en sus obras, como Hamlet u Otello por ejemplo, pero tomando como base el texto de Macbeth. Yo siempre estaba pensando en la idea de la duda, la indecisión, la violencia a medias, el arrepentimiento y el remordimiento de los personajes masculinos de Shakespeare, y todo eso me dio la idea de hacer una obra en la cual las mujeres hablaran por ellos y lo hicieran en forma más decisiva y definitiva. Eso mezclado con experiencias personales, que tienen que ver con mi interés como director que es el tema de la memoria y el testimonio. "Las brujas de Macbeth" es una obra bastante corta y rápida. Yo me la imaginé como un disparo.
¿De dónde surge tu interés por dar una visión femenina del tema?
Es una cosa de sensaciones. Tengo una experiencia sensorial con ese tema desde hace rato, y sentía que me cansaba ese tema del "club de Tobby", de la debilidad mía también, de uno como hombre. Es como una crítica a mí mismo y al sistema masculino en que estamos insertos, en el que se van revelando discursos también masculinos a nivel social y estructural. Entonces yo dije ¿por qué no hago algo con eso, para poder investigar o remecer esos discursos y esas estructuras?
La idea de trabajar con estas indecisiones, dudas y arrepentimientos surge por lo sentido y por lo visto en otros lados, por lo visto alrededor mío, porque me empieza a dar rabia que los hombres seamos así. Para mí fue una necesidad transmitir esto. También me interesaba mucho trabajar con cuatro actrices mayores, con experiencia. Me atraía mucho trabajar con mujeres con trayectoria, y es curioso, pero en esta obra son todas mujeres: el músico y yo somos los únicos hombres.
¿De que manera crees que el teatro puede incidir en la realidad?
Yo creo que puede incidir mucho, pero a largo plazo. Yo siento que el teatro es un medio de comunicación a largo plazo, no a corto plazo como es la televisión. La televisión es más efectiva en el corto plazo, más fuerte y potente, pero el teatro, a lo largo, tiene el mismo peso y mejor. A pesar de que sea algo que suceda y desaparezca, te queda en la cabeza, te deja pensando. El teatro trabaja con la memoria, con el estancamiento de las cosas, y va decantando todo.
Una vez dijiste, a propósito de esta obra, que Shakespeare era un pretexto. ¿Por qué?
Es un pretexto porque yo tenía que tener un terreno de base para empezar la historia. Yo igual quería armar una especie de juego, un ¿cómo decir esto sin ser tan realista, tan directo y tan obvio? Ahí surgió la idea de trasladar este juego al texto de Shakespeare, y es que Shakespeare es un autor tan potente en términos artísticos que te encuentras con mucha interpretación, mucha escritura y mucho paño que cortar. En el caso de Macbeth, es una obra que da para mucho, y me ofrecía la posibilidad de investigar en este gran personaje y tratar de buscarle las debilidades.
Shakespeare quedó después como un punto de partida nada más, no como algo definitivo, porque sino yo habría hecho la obra. Nosotros no queríamos contar la historia de Macbeth, entonces sintetizamos y elegimos algunas situaciones. Al final la dramaturgia se terminó armando con las mismas actrices. El mismo material me dijo que tenía que hacerlo así.
Cuéntanos un poco sobre los personajes de esta obra
Son cuatro mujeres fashion, regias, y hay también una crítica a eso. La obra muestra lo femenino fashion, una visión de revista de mujeres que en algunas situaciones de la obra se va desarmando, sobre todo cuando ellas hablan de sus vidas personales.
¿Por qué optaste por esa estética?
Porque quería que se vieran espectaculares. Con unas botas negras, altas, con encajes y corsé, que no hubiera ninguna duda de que son mujeres que están bien armadas, bien paradas, elegantes, sólidas de mirar y de escuchar, pero que también se desarman. Se va del maniquí rígido a la realidad del cuerpo abatido, doblado, llorando, que siente.
¿Por qué tu interés en trabajar la figura de la bruja?
Porque yo encuentro que hay un juego semántico entre el ser una bruja y el ser mujer. Me interesaba tratar ese juego de doble estándar que involucraba esta cosa agorera por un lado, mágica por otro, y despectiva por otro, a pesar de que en la obra no voy tanto por ese lado. En esta obra hay una reescritura de Shakespeare, y lo que yo hago es escribir con todo respeto en el medio de él: si él dice: ahí veo un puñal, mi actriz dice: apriétalo bien y mátalo. Y eso no lo dijo Shakespeare, pero yo creo que tenía que decirse.
Las Brujas de Macbeth
Elenco: Naldy Hernández, Verónica Sentis, Jenny Pino, Carolina Salles
Dirección y dramaturgia: Giulio Ferretto
Única función: viernes 12 de septiembre, 20 hrs. / Sala Agustín Siré
Público General: $3.000 / Estudiantes y 3ª edad: $2.000
