Hay personas que crean atmósfera. Rafael Díaz logra hacerlo en un café del centro, luego de un lunes de trabajo, frente a un desconocido que lo hace hablar de sí mismo. El compositor se expresa con soltura, sin apuros y con un aire nostálgico que evoca a Jorge Teillier. Esto no es raro: ha compuesto varias obras basadas en textos del poeta, con quien siente una particular afinidad. Se ve que comparten una visión de mundo, un ritmo, una búsqueda.
Llegó hace poco de Berlín, ciudad en la que desarrollaba estudios de doctorado, y se integró a fines de marzo como académico a la Facultad de Artes, donde sólo había estado como estudiante. "Fue bien emocionante, porque me encontré con las salas donde yo era alumno. Echo de menos a Cirilo Vila, me gustaría encontrarme con él en los pasillos", dice, ya que estudió con el destacado pianista y compositor hasta 1994.
Rafael Díaz es un amante de la poesía y en sus obras también se encuentran versos de Rilke, de Neruda, de Zurita, fragmentos de las memorias de Pascual Coña, y también versos propios. Todo amalgamado con su música, que es su forma de huir del tiempo, del "horror de lo sucesivo". Ha publicado dos discos: "El sur comienza en el patio de mi casa. Radioteatros", de 1999, y "La otra orilla", de 2004.
Luego de perfeccionar sus estudios en el extranjero y hacer clases en otras universidades, Rafael Díaz llega por primera vez como profesor a la Universidad de Chile, institución de la que destaca principalmente su diversidad. Pero varias cosas han cambiado desde su época de estudiante: en la Facultad hay una mejor infraestructura y al mismo tiempo los alumnos son muy distintos a los de su generación. Tienen otro ritmo, un aceleramiento que lo descoloca.
Aclara que él fue joven en los años 80, cuando aún no era tan rápida la vida y la composición se convertía en ese momento en un refugio ante la agresión del ambiente: "Tenía una tremenda necesidad de autorregularme respecto a lo externo, de poner algo entre el horror de vivir en lo sucesivo de todos los días, con incertidumbre, con pelotera política, con restricciones cabales de libertad de expresión... había que oponer algo respecto a eso. Entonces para mí la música siempre fue una especie de lugar para poder estar".
Por ello, cree que lo más que puede ofrecer a sus alumnos es justamente ayudarlos a encontrar ese refugio propio. "Debe ser difícil para un joven de hoy encontrar una razón para componer. Si no la encuentra en el fondo de sí mismo, en el exterior no la va a encontrar. Nada promueve su trabajo artístico", afirma, agregando que sólo una búsqueda personal justifica seguir esta carrera: "No sirve para ganarse la vida -al contrario, te la complica-, no sirve para hacer una carrera propiamente tal, porque a nadie le interesa, y te deja muy descolocado en términos de subsistencia. Para lo único que podría servir es para que te construyas a ti mismo un espacio-tiempo aparte, un lugar donde no vives devorado por el Cronos".
Rafael Díaz cree en el arte como un retiro personal, como una forma de hacer más llevadera la existencia: "Para mí el horror de lo sucesivo significa estar todos los días repitiendo los días y sentir como te desgastan. La música es una forma de poder encontrar un remanso en el tiempo, un paréntesis. Eso sirve para vivir".
El lar de Río Cisnes
El compositor vivió parte de su infancia en un pequeño pueblo sureño llamado Río Cisnes, cerca de Coyhaique, donde su padre fue literalmente a "hacer patria", colonizando una zona deshabitada. Allí conoció la soledad y la belleza del sur, que comenzaba "en el patio de su casa". Pese a vivir sólo tres años en esa localidad, Díaz encarnó los bosques y años después evocaría con violines aquella multitud de pájaros que escuchaba chirriar a las 5 de la mañana, en su obra "Pascual Coña recuerda". Allí, en la música, pudo construir su propio bosque. Aunque de todos modos, no puede dejar de pasar al menos una vez al año al sur.
Pero antes de partir a Río Cisnes, a los 5 años, tuvo sus primeros encuentros con la música. "En mi casa había una radio que sonaba tarde, mal y nunca, pero era mi gran devoción pararme frente a ella". Allí recuerda haber quedado "electrizado" escuchando canciones de Inti Illimani, Los Jaivas y Rolando Alarcón, quien era su músico favorito, pues fue el primero que vio actuar en vivo, a una cuadra de su casa. "Eran canciones, entonces para mí la música nunca estuvo desligada de la palabra".
Ahora sigue escuchando radio día y noche, pues siente que es un medio que permite la comunión. Su primer disco, incluso, está planteado como una colección de radioteatros, ya que "el radioteatro es un género que tiende a concebir la obra de arte como algo para ser radiado, no para ser visto en ejecución pública. Ese primer disco no es más que eso, radioteatros musicales, o teatro para oír, no para ver", dice.
Hombre de inquietudes religiosas, Rafael Díaz creó el año pasado el sitio www.musicasacrachilena.cl, donde recoge piezas que dialogan desde distintas posiciones con el misterio de la fe y de lo sagrado, que él también ha desarrollado en su propia obra. Es una visión amplia de la sacralidad, que incluye la cosmovisión de los pueblos originarios y que no se reduce al catolicismo. "Quizás para el músico es más fácil llegar a la fe, ya que al estar más conectado con lo auditivo, le es más fácil creer en lo que no se puede ver", afirma.
Para el compositor, la música más que una carrera es una necesidad. "Yo hago la música que necesito hacer, y lo que ocurra alrededor la verdad es que no me interesa mucho. No me vinculo a la música por un acto de curiosidad intelectual, me vinculo a la música como una forma de conectarme con mi yo".
A tono con su ritmo interior, con el tempo de la provincia, Rafael Díaz cree finalmente que "todo el mundo necesita vivir un poco pensando en retirarse, realmente la vida es un proceso gradual de retiro". Y la música es un espacio propicio para cumplir ese deseo: "Uno vive micro retiros. Cuando me siento a oír música o cuando me siento a componer, yo me retiro. Pero me retiro al interior de mi mismo... La música es una forma de retirarse a lo esencial".