Por mejor bailarina y mejor coreografía respectivamente:

Kana Nakao y Francisca Morand hablan de su nominación al Altazor

Kana Nakao y Francisca Morand hablan de su nominación al Altazor

Este año, las nominaciones a los Premios Altazor fueron generosas con los creadores ligados a la Universidad de Chile. En el caso de la Danza, cinco de seis intérpretes nominados a mejor bailarín y bailarina pertenecen al Ballet Nacional Chileno (BANCH) y en dos de las tres obras nominadas a Mejor Coreografía participaron académicos de la Facultad de Artes.

Kana Nakao y Francisca Morand son académicas del Departamento de Danza y fueron nominadas en las mencionadas sub-categorías. Ambas hablaron sobre este reconocimiento y también sobre sus carreras, sobre la Danza en nuestro país y sobre sus experiencias creativas.

De Japón al mundo

"Agradezco que reconozcan mi trabajo...encuentro que estos premios son importantes que se nominen para que el mundo lo conozca, porque igual el público de danza es muy pequeño, pero gracias a estas cosas que hacen salen en tele, en diarios, salen en todos lados y empiezan a conocer más y más gente interesa, entonces encuentro muy importante", afirma Kana Nakao, bailarina japonesa que llegó a Chile en 1989 y hoy es una de las más destacadas intérpretes del Ballet Nacional Chileno.

Kana salió de Japón a los 12 años. Estudió Danza en Austria, luego en Hungría, y llegó a Chile tras la caída del Muro de Berlín, cuando su única posibilidad de quedarse en ese país era casarse con un húngaro para que le dieran visa. "En ese momento el director de Escuela de Danza de Hungría tomó dirección del Municipal de Santiago y él era como mi segundo papá, entonces me dijo porque no viene conmigo", recuerda.

En diez días tuvo que armar sus maletas y partir. Llegó sin saber una palabra de castellano a bailar al Teatro Municipal. "Los chilenos son muy amistosos, no importaba que no hable nada, ellos hacían la pantomima o lo que sea, usaban el poco de inglés que sabían y empezaron a integrarme", cuenta la bailarina, quien agrega que no fue muy difícil adaptarse a nuestro país: "En todos lados del mundo empieza a las 10 de la mañana, no se cómo se pusieron de acuerdo, a las 10 hacen sus clases, sus ensayos y bailan, desde ese punto de vista no había problema".

Estuvo hasta 1996 en el Municipal. Ese año aceptó una invitación para integrarse al BANCH y cambió el ballet clásico por la danza contemporánea. Así, pronto estuvo bajo la dirección de Gigi Caciuleanu, con quien "no podría contar con los dedos de las dos manos" cuantas obras ya ha bailado. Es quizás la única bailarina en nuestro país que ha tenido la experiencia de estar en estas dos veredas de la Danza, clásica y contemporánea.

"No puedo decir cuál me gusta más, encuentro que un bailarín debe poder hacer todo lo que sea de danza, quizás no sólo danza, de arte. Muchas veces Gigi nos pide hablar, cantar sobre el escenario... en este momento tú no puedes decir soy bailarina entonces bailo no más, eso ya pasó, esa época ya pasó", dice Kana, quien afirma que a diferencia de la danza clásica, que es más conservadora y mantiene una estructura desde hace siglos, "con Gigi cada vez es una sorpresa, uno nunca sabe que va a llegar en el próximo montaje, cada vez algo nuevo te vas a encontrar".

Está muy agradecida de Chile y lo recalca, porque la recibieron "como a una artista más". Por ello, cree que la mejor manera de retribuirlo es bailando y también entregando a las nuevas generaciones los conocimientos que ha acumulado a lo largo de su vasta trayectoria. "Aquí en Chile creo que soy la única bailarina que conoce las dos partes bailando en el escenario, clásico y contemporáneo. Ahora estoy dando clases de técnica académica pero pensando que sirva también a gente de contemporáneo para que puedan moverse mejor... yo no quiero guardar eso adentro, quiero darle a quien sea que lo necesite mis conocimientos".

"Admiro mucho la danza independiente de acá"

Ahora Kana está nominada a los Premios Altazor por su performance en la obra "Magnificat", en la que cuenta que tuvo mucha libertad de interpretación. "Creo que no sólo yo, toda la Compañía sentimos que Gigi empezó a tener cierto nivel suficiente de confianza hacia cada uno de nosotros, entonces nos deja libres de crear. El nunca dice eso es lo que quiero, siempre dice algo pero ese algo atrás, adelante o no sé dónde tiene otra cosa que él quiere decir, él siempre lo deja como que tú búscalo, y si lo que buscaste no me gusta ahí te aviso. Para él es muy importante, porque él necesita bailarines únicos, no necesita dos bailarines iguales dentro del BANCH, cada uno tiene que tener su color absolutamente diferente", afirma.

A Caciuleanu le atribuye a su vez la ampliación del público de la danza, que en los últimos años ha bajado su promedio de edad: "Con su obra cambió la cosa y tenemos público joven, porque antiguamente la danza era puro abuelita y abuelito que venía a ver, pero con Gigi se cambió eso y a mucha gente joven le interesa ver, y eso es muy rico, se hizo más popular la danza", dice la bailarina.

Sobre la nominación de cinco bailarines del BANCH a este premio, Nakao cree que responde al precario campo laboral que tienen los intérpretes. "Aquí, y no sólo aquí sino en el mundo entero, el campo de los bailarines, donde pueden ganar plata bailando, es muy chico. Hay compañías, pero no pueden pagar para que bailen, entonces admiro mucho la danza independiente de acá en Chile, porque con esa condición sumamente difícil ha logrado mucho, y ahí se muestra que aman lo que hacen".

Alguien que vive el rigor de la danza independiente en nuestro país es justamente Francisca Morand, la otra académica del Departamento de Danza que está nominada al Premio Altazor en "Mejor coreografía" por su obra "Catálogo", creada en conjunto con su esposo, el bailarín y licenciado en Bellas Artes Eduardo Osorio, con quien también creó e interpretó la obra "Territorio Compartido" (premio Altazor 2005).

Pese a la buena recepción que tuvo, "Catálogo" se presentó durante sólo tres semanas en la sala Agustín Siré durante mayo del 2007."La Agustín Siré es un excelente escenario, pero ellos tienen todavía mucho recelo de la danza, y en general no tienen mucha confianza, era una apuesta, ellos estaban recién abriéndose a la posibilidad de que de nuevo se presentara danza porque habían tenido algunas malas experiencias, entonces fueron súper restringidos, pero a nosotros nos fue súper bien, a la gente le encantó", dice Morand.

Luego fueron invitados al festival de danza contemporánea Itálica Danza, de Sevilla (España), donde realizaron tres funciones, para luego concluir con una pequeña temporada en la Universidad Mayor. Ahora acaban de ganar un fondo concursable de la Dirección de Asuntos Culturales (DIRAC) del Ministerio de Relaciones Exteriores, para mostrar "Catálogo" en México durante junio.

Pero todo es ello es mínimo, cree Morand. La falta de escenarios adecuados es uno de los rigores que debe enfrentar la danza independiente, un rigor del que no ha estado exenta aunque esté postulando a su segundo Altazor:. "Es un problema generalizado, porque por un lado no hay políticas culturales, no hay políticas de educación de audiencia, entonces básicamente nuestra audiencia son nuestros propios alumnos, los parientes de los alumnos, el círculo de gente que hay alrededor. Por ejemplo, con la obra con que ganamos el Altazor anterior, nosotros hicimos una itinerancia por la 11ª región, gente que no había visto nunca nada parecido, y estaba súper abierta... no sentí que fuera un arte rechazado", dice.

Morand cuenta que pensó hacer un proyecto de educación de audiencias mostrando "Catálogo" en colegios, pero lo engorroso del proceso la hizo desistir. "Mi proyecto era llevarlos a un escenario a que vean la obra realmente como es y después hacer un taller... pero hay que entrar a concursos, pedir presupuestos, entrar a competir...al final es agotador", afirma.

La coreógrafa y bailarina explica que "en el fondo te quitas la posibilidad de presentar otro proyecto para hacer éste, si tú estás en otro proyecto tampoco puedes presentarlo...una compañía en otra parte del mundo estaría haciendo esa labor de difusión, paralelo a su trabajo de creación, paralelo a su trabajo de extensión, o sea yo debería estar mostrando mi obra, haciendo otra y además haciendo trabajo de difusión, pero tengo que ganarme las lucas para una de las tres cosas, ahora me la gané para hacer extensión pero ya, se acabó, eso sería todo".

"Mientras más cabezas funcionando, mejor"

Francisca Morand define a "Catálogo" como una obra que tiende a lo conceptual, que tiene ingredientes audiovisuales y le da una gran importancia al montaje escénico. Tiene a la base algunas ideas de Baudrillard sobre los sujetos modernos manejados por los objetos que los rodean, y fue trabajada codo a codo con Eduardo Osorio.

"El tiene una concepción escénica, un aporte dentro de la concepción escénica más allá de los dancístico, y yo soy más corporal, yo realizo más el trabajo eminentemente dancístico, entonces tenemos una muy buena complementación", asegura Morand, quien además cuenta que Osorio es "una persona muy sensible musicalmente", por lo que también trabajan es parte en conjunto.

"“Creo que eso en general (y lo he visto harto en Europa) se están dando mucho los trabajos colaborativos, más con el sentido de una empresa que este sentido tan jerárquico y vertical de `el´ coreógrafo. Mientras más cabezas funcionando yo siento que es mejor y más entretenido y surgen cuestionantes y surgen elementos que uno solo no podría crear", dice Morand.

La coreógrafa, que tiene en mente trabajar más adelante con un artista visual, afirma que la creación dancística en Chile es bastante variada y eso se refleja en los nominados al Altazor en su categoría. "La terna está compuesta básicamente de danza contemporánea con estilos bastante distintos, una con un fuerte ingrediente audiovisual que sostiene gran parte de la obra, la otra es mucho más teatro-danza, porque de hecho es una dupla entre una coreógrafa y un director de teatro (Patricio Pimienta) y el otro de nosotros que yo diría que es una especie de danza más conceptual, un poco mas abstracta, con algunos ingredientes audiovisuales pero que son para reforzar el concepto".

Morand agrega que "son tendencias súper distintas y eso también se está dando a nivel general, hay harto, pero con esa limitante, hay poca supervivencia en el tiempo de las obras y hay dificultades para mantenerse...no solamente en danza, en teatro también, las obras de teatro duran dos meses y después chao".

La artista dice finalmente que frente a las dificultades del medio, sólo queda preocuparse de hacer un buen trabajo artístico. "Lo que en estos momentos me da es hacer bien mi pega, hacer una coreografía donde yo sienta que se le puso toda la reflexión y la cuestionante artística, poder plasmarla, poder llevarla a cabo, poder convencer a la señora de la Agustin Siré de que oiga, pero es que lo que estamos haciendo es bueno, por favor deme nueve funciones, y ya".

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