"De chiquitita me crié con mucha música y entre ésa estaba la Cantata de Santa María, y estar con esas personas y vivirla en vivo y en directo para mi fue un regalito, un regalito que me dio la vida". Así recuerda la secretaria del Departamento de Música de la Facultad de Artes, Ruth Torres, su participación junto a otros funcionarios, académicos y estudiantes del Coro de la Facultad que acompañó al conjunto Quilapayún en dos de sus recientes presentaciones en Chile.
El conjunto dirigido por Rodolfo Parada y Patricio Wang se presentó junto al coro a cargo de la profesora Silvia Sandoval el 8 de diciembre en la Quinta Vergara de Viña del Mar y el 16 en el teatro Caupolicán de Santiago, como parte de su gira "Latinoamérica en el corazón", donde estrenaron una versión de la "Cantata de Santa María" de Luis Advis para coro, en un arreglo de los franceses Jean Bernard & Guy Fourcaud, adaptada al conjunto por Patricio Wang y con relato de la actriz Silvia Santelices.
Allí participaron las más de 60 personas que respondieron a la convocatoria abierta realizada en la Facultad de Artes para integrar dicho coro, entre las que se contaban estudiantes de distintas carreras, funcionarios e incluso académicos como la profesora Carmen Aguilera, además de estudiantes de otras universidades y hasta alguien que se sumó al ver un cartelito en las afueras del edificio de la Facultad.
"Eso fue lo más lindo", dice Ruth Torres sobre la unión que se dio entre los distintos estamentos. "Esto sin querer, sin pensarlo ni programarlo, nos unió de otra forma, ahora ya uno sale y se saluda porque antes se miraba no más con los chicos, ahora es cómo estás, cómo te ha ido", agrega.
"La Universidad la componemos tres estamentos, los cuales estaban presentes en el Coro, pero además también hubo gente ajena a la Facultad y a la Universidad, estudiantes de otras universidades e incluso un señor que pasó por la calle y quiso cantar, esto me hace pensar que también existe un cuarto estamento: todos los chilenos y chilenas, estamento en que debemos estar siempre atentos como institución", sostiene Oliver Carrasco, estudiante de Teoría de la Música y secretario ejecutivo del Centro de Estudiantes de la Facultad de Artes (CEFA), quien tuvo una activa participación en la organización de este coro.
Así, la diversidad fue uno de los puntos más destacados de esta agrupación coral que se formó contra el tiempo y que en menos de dos semanas recibió los aplausos de Quilapayún cuando se juntaron en el primer ensayo. "Lo hicimos de una vez hasta el final y aplaudieron, dijeron que no había nada que corregir", cuenta Silvia Sandoval. "Lo bonito del coro era lo variado, había estudiantes de las carreras de instrumentistas, de Canto, de Teoría, Composición, Sonido, Escuela Vespertina, profesores, funcionarios también y gente de otras universidades e incluso de fuera de Santiago que vivieron a cantar", agrega la académica.
"El coro respondió muy bien"
La profesora Silvia Sandoval, con una vasta experiencia en la formación de cantantes y coros, quedó muy contenta con el resultado artístico que logró esta agrupación: "El coro me respondió muy bien, fueron muchas indicaciones, muchos ensayos, instrucciones de todo tipo, del punto de vista técnico, vocal, del punto de vista de los fraseos, las articulaciones, las palabras que había que destacar.... y el grupo de integrantes del coro respondieron muy bien", afirma.
El único "pero" en el que tanto la académica como el resto de los integrantes del coro repararon fueron los problemas de amplificación que tuvieron durante los conciertos, sobre todo en Viña del Mar.
"Muchos efectos que yo traté de hacer, que en un lugar natural se oían preciosos, sentí que se perdieron con la amplificación... eso fue lo único que me dejó triste, pero el grupo respondió fantástico a todo", dice Sandoval, a quien por lo mismo le gustaría "hacer esa Cantata de nuevo en un lugar con acústica natural, sin ningún tipo de amplificación y hacerlo con algún conjunto de alumnos o ex alumnos".
Sobre esto, Oliver Carrasco tiene noticias frescas: "Todos y todas quedaron con muchas ganas de volver a montar la Cantata, pues fue un trabajo tan arduo que no puede ser sólo para dos presentaciones. Precisamente el día viernes 21 de diciembre la montaremos junto a un conjunto de la Facultad en el Salón de Honor de la Universidad de Chile, con motivo de la inauguración de la semana del postulante. También este día se cumplen 100 años de la horrible matanza de la Escuela Santa María, así que será algo muy especial".
Oliver Carrasco fue uno de los impulsores, junto al CEFA, de la creación de un coro estable de estudiantes, formado a mediados del 2007 y dirigido también por Silvia Sandoval, que fue la base del que cantó con Quilapayún: "La maestra Silvia aceptó dirigir el Coro ad honorem y hemos trabajado desde mitad de año con repertorio de música chilena y latinoamericana, docta y popular. De esta manera tuvimos la base artística y organizacional para poder realizar este desafío que fue montar la Cantata en tres ensayos antes de que llegara Quilapayún para ensayar con nosotros. Fue un trabajo realmente a full. Se logró un resultado artístico excelente, gracias a la infinidad de detalles que nos indicó la maestra y a la ductilidad de los integrantes del coro", afirma Carrasco.
Sobre los demás estudiantes que participaron en el coro, Oliver Carrasco dice: "Fui testigo del esfuerzo y compromiso que adquirieron con este trabajo. No importó que estuviésemos en período de pruebas finales y exámenes. Todos y todas nos encontrábamos comprometidos con sacar esta tarea adelante y lograr un excelente resultado artístico".
Alta emotividad
Tanto por el significado de la obra como por la ocasión de cantar junto a esta importante agrupación, estos conciertos tuvieron un alto grado de emotividad para los integrantes del coro. "En la ultima presentación había chicos de 20 años, de 18 años, con los ojos llenos de lagrimas", recuerda Ruth. "Fue algo muy emocionante, no sólo por tener la posibilidad de compartir escenario con los Quilapayún, una agrupación emblemática en la historia de la música chilena, sino que también por el sentido de la obra que interpretamos", afirma Oliver Carrasco, quien recuerda que alcanzó a conocer a Luis Advis en las aulas de la Facultad y a escucharle comentarios de primera fuente sobre su Cantata.
Uno de los puntos más altos de emotividad fue el concierto en el Teatro Caupolicán, donde se pudieron superar los problemas técnicos de Viña del Mar y hubo una mayor cercanía con el público: "Terminamos esta presentación muy contentos, pues recibimos muy buenos comentarios y todos se sentían mucho mejor, pues ahora no hubo los problemas de Viña del Mar. Además fue muy emocionante, muchos estábamos al borde de las lágrimas en esta ocasión en que el público está mucho más cerca que en la Quinta Vergara. En ese sentido el Teatro da una conexión mucho más fuerte con el público", dice Carrasco.
La profesora Silvia Sandoval también recuerda ese momento: "En el Caupolicán fue emocionante porque la gente se puso de pie aplaudiendo, había gente que lloraba incluso, fue muy lindo, muy emotivo lo del Caupolicán, incluso en las partes más conocidas de la Cantata la gente empezaba a hacer palmas y a cantarlo también... muy entusiasta el publico, alabaron mucho al coro", afirma.
Ruth Torres destaca a su vez que "lo bueno fue esa complicidad que hubo entre todos, y esa entrega desinteresada, nosotros no íbamos por plata ni nada, sino porque íbamos a cantar a esas 3600 almas que se fueron hace 100 años atrás". Almas que volverán a estremecerse al ser evocadas nuevamente por estas voces el 21 de diciembre, día en que fueron asesinadas hace 100 años atrás.
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