"El homenaje es más bien una deuda que queremos saldar", afirma el director del Departamento de Danza de la Facultad de Artes, �?lvaro Cruz, sobre el reconocimiento que a un año de su muerte realizará la Universidad de Chile al destacado coreógrafo y maestro Patricio Bunster, quien fuera uno de los bailarines fundadores del Ballet Nacional Chileno (BANCH) y luego profesor y director del Departamento de Danza de esta casa de estudios desde 1968 hasta 1973.
Bunster fue uno de los primeros alumnos de la escuela de danza del desaparecido Instituto de Extensión Musical de la Universidad de Chile, fundada en 1941 por los alemanes Ernst Uthoff, Lola Botka y Rudolph Pescht, a la que ingresó luego de abandonar cuatro años de estudio de arquitectura. Tempranamente se destacó como bailarín e interpretó roles protagónicos, como Coppelius en el ballet Coppelia, en 1945. En 1951 formó parte del Ballet Jooss y actuó como solista de la compañía en su gira por Alemania, Suiza, Bélgica, Holanda, Inglaterra, Escocia e Irlanda. En 1954 regresó a su patria para trabajar con el Ballet Nacional.
"No hicimos nada cuando falleció, hay que recordar que él fue director de este departamento hasta 1973, algo que es bien emblemático", apunta Cruz. "Patricio ha sido muy importante para el Departamento de Danza y para el BANCH, las bases de la danza chilena están a su nombre. La Universidad no ha manifestado claramente lo importante que es él, creo que es primera vez que se manifiesta de forma tan clara", afirma a su vez el académico del Departamento de Danza, Jorge Olea.
Así, con un sentido marcadamente reivindicativo, el Departamento de Danza afina los preparativos para homenajear a Patricio Bunster en la Casa Central de la Universidad de Chile el próximo viernes 12 de octubre a las 12:00 hrs., en un acto que contará con la presencia del Ballet Juvenil Universitario, el Ballet Nacional Chileno y el Centro de Danza Espiral, este último fundado por Bunster a su llegada a Chile en 1985, luego de su exilio forzado por el golpe militar.
"La Universidad está en deuda con Patricio Bunster"
"Para mí, el Canto General de Neruda no sólo marcó un vuelco importante en su poética, sino que señaló al artista americano una conducta. Ante la ruina muda e inmóvil de Macchu Picchu, siente el deber de roer la piedra, descubrir al hombre allí enterrado, interrogarlo, amarlo y renacer con él. Esa debe ser nuestra postura ante América. Sólo así nacerá un Ballet Americano".
Esto escribía en los años 60 Patricio Bunster en su artículo "Perspectivas de un ballet americano" y refleja su posición como creador, la que llevó a cabo principalmente en su obra coreográfica Calaucán. "Es un ilustrísimo coreógrafo, posiblemente el mejor que ha tenido Chile. En sus coreografías plantea la búsqueda de un ballet con contenido americano y de ahí nace Calaucán, que aún es una de las joyas de la coreografía chilena", afirma el compositor Fernando García, Premio Nacional de Música 2002 y uno de los impulsores de este homenaje, quien compartió con Bunster en aquellos años junto a su esposa, la bailarina y coreógrafa Hilda Riveros.
"Después del golpe nos fuimos juntos, en el mismo avión", cuenta García, en referencia al exilio que llevó a Bunster a radicarse en la ex República Democrática Alemana, donde ejerció como docente y coreógrafo junto a Hilda Riveros. "Mi mujer y Patricio les enseñaban a los alemanes su propia tradición expresionista, que se había mantenido en el BANCH y que allá, en la RDA, ni se acordaban", relata el músico.
Pero a su vuelta a nuestro país, afirma García, la Universidad de Chile no lo recibió como correspondía a alguien que había estado tan vinculado a la institución. "Cuando regresamos, la Universidad de Chile no le preguntó ni cómo se llamaba, después que él fue uno de los principales hacedores. No lo invitaron ni a tomarse una taza de té", dice.
Fernando García cree que "la Universidad está en deuda con Patricio Bunster", ya que "sus nexos con la Universidad de Chile fueron infinitos. Tuvo incluso un papel importante en la Reforma Universitaria" y además "es un homenaje que se le tendría que haber hecho en vida, tendría que haber sido profesor de acá".
Agrega que luego "se murió y por suerte estaba Lucho Merino en el CEAC, que lo conocía y dijo algo en su funeral, pero no fue ninguna autoridad de la Universidad. Entonces, ahora que se cumplió un año era una obligación moral de la Universidad de Chile hacerle un reconocimiento. Por un mínimo de decencia tenía que hacer algo la Universidad".
Maestro y aprendiz
Jorge Olea, quien trabajó con Bunster en su compañía Danza Espiral, lo recuerda como un artista íntegro. "Lo veo especialmente como un maestro, con una gran capacidad de acoger, de conectarse con el otro, de proyectar juntos un camino en que él era el maestro y los demás sus alumnos, aunque él también tomaba el rol de aprendiz en esas relaciones", afirma.
"La huella más importante que tengo de él es su honestidad, fue muy honesto como artista, con lo que quería decir, y también fue un maestro muy honesto", agrega Olea. Además, Bunster incursionó en varios ámbitos, ya que en su trayectoria profesional no sólo destaca como bailarín y coreógrafo: también actuó en películas chilenas como Sub-Terra, El chacotero sentimental, Johnny cien pesos y La frontera. Recibió varios reconocimientos, entre ellos el Premio Municipal en 1995 y el Premio Altazor por la creación coreográfica de Ventoleras y Antología I el 2006.
"Era un tipo con una muy buena formación intelectual, un tipo muy culto, con una gran facilidad para dibujar", recuerda Fernando García. De hecho, el compositor cuenta que el séptimo y octavo piso del edificio la Facultad de Artes de Compañía fueron diseñados prácticamente por él, en cuanto a los espacios de baile y clases.
Pero cuando estaban terminando el edificio, cuenta el músico, le fueron a consultar qué le parecía, y observó que los baños los habían dejado mal, las duchas desniveladas, algunos escalones especialmente peligrosos para resbalar, y tuvo que aconsejar a los "maestros" sobre cómo solucionar dichos inconvenientes. "Él, que hasta solucionó estos problemas, nadie se acordaba de él. Tenía una tremenda imaginación, era muy notable, y ni buenos días cuando llegó", concluye García.
