El 2007 ha sido un año lleno de triunfos para el compositor Miguel Farías (1983). A comienzos de año fue seleccionado para participar en los talleres de composición del prestigioso Centre Acanthes en Francia, donde el ensamble de la Orquesta Nacional de Lorraine estrenó una obra suya a mediados de año. Allí además tuvo clases con compositores como Michael Jarrell, Marco Stroppa y Yan Maresz.
Paralelamente, en julio obtuvo el primer lugar en el concurso de composición Injuve de España, con un jurado compuesto por los destacados compositores Hilda Paredes, Phillippe Hurel, Jesús Rueda y Poul Ruders, con quienes también tuvo la oportunidad de estar en clases. Y ahora es uno de los cinco finalistas del concurso internacional de composición Isang Yun, con la obra "El color del tiempo", que será interpretada por la Korean Symphony Orchestra en el concierto final del concurso, en Seúl, Corea, el 6 y 7 de septiembre próximos.
"Lo de Corea fue un golpe de suerte. Un amigo me mandó las bases y faltaban uno o dos días para que venciera el plazo para postular, entonces le escribí a uno de los organizadores en Alemania y me respondió que jamás iba a llegar mi partitura a tiempo por correo, pensando que yo era de España. Entonces dije de Chile menos, imposible, pero al final me dijo que se la mandara en pdf y él iba a ver si podía imprimirla e incluirla", cuenta Farías.
En el intertanto, el compositor mandó obras para otros concursos y el de Corea era en el que menos fe tenía, ni siquiera sabía si estaba concursando. Hasta que le avisaron que quedó como uno de los cinco finalistas, luego de haber mandado la partitura por Internet gratis, a última hora y sin costos de correos certificados internacionales. Todo confabuló para su buena fortuna.
Adrenalina y experiencia
"Jamás pensé que iba a ganar, me puse contento porque me seleccionaron para tocar mi obra en el concierto, pero no pensé que iba a ganar", dice Miguel Farías sobre su triunfo en el concurso Injuve en España. Allí recibió elogios de compositores consagrados y de los propios músicos en los ensayos, pero no pudo escucharla en la final: había partido tres días antes a Acanthes.
"Creí que el hecho de haberme ido podía influir en el resultado, pero lo entendieron. El día de la final de España yo estaba en uno de los conciertos de Acanthes y cuando terminó salí corriendo a conectarme al computador, porque sabía que a esa hora se sabían los resultados. Ahí me avisaron y no lo podía creer", cuenta el compositor.
Curiosamente, tampoco pudo estar en la final de Francia ni escuchar su obra, ya que tuvo que partir antes por problemas personales. Sólo pudo oírlo en el CD que le enviaron luego con la grabación del concierto final.
Sobre el trabajo con los intérpretes, Farías se siente "afortunado": "Mi estilo es un estilo que a los músicos les gusta tocar", dice, al tiempo que cuenta lo bien recibida que fue su obra en España en los ensayos: "En España después del primer ensayo me fueron a felicitar los músicos. Un percusionista decía que se aburría mucho tocando otras obras y la mía se la había aprendido de memoria. En Francia ocurrió algo parecido, lo que no siempre pasa porque a veces veía que los músicos se ponían pesados. Tuve la suerte que les gustó tocarla".
-¿Qué importancia tienen para ti los concursos? ¿Qué es lo que te motiva a participar?
-No me gusta eso de la competitividad, pero mandar obras y que me vaya bien es motivante, aparte ir y que te toque una orquesta buenísima, con ensayos en que puedo decirles cosas a los músicos... me siento con más experiencia. Que me vaya bien en los concursos es también decir que lo estoy haciendo bien, pero es más la adrenalina y la experiencia de concursar que buscar ser mejor que otro. Me han traído muchas cosas buenas y nada malo. Además va en como uno se lo tome, hay algunos que se estresaban con ser mejores que el otro, preocupados de quedar mejor que el resto ante los compositores famosos. Yo rescato la experiencia. Aparte la plata siempre viene bien (risas).
Miguel Farías agrega que el hecho de que monten sus obras en el extranjero ya es importante. "Aquí es difícil que te monten obras", cuenta. Dice que tuvo la suerte de que su primera obra orquestal la interpretara la Orquesta Sinfónica de Chile y que ahora casi "se sentiría culpable" de que esa agrupación le montara otra, dada la cantidad de compositores que aún no tienen posibilidad de que monten sus obras. "Quedar en un concurso significa que te van a tocar", dice.
-¿Y cómo ves el nivel de los compositores de tu generación?
-El nivel de acá, de la Facultad, lo encuentro buenísimo, sobre todo los estudiantes de Aliosha (Solovera). Debería haber un día completo en el Festival de Música Contemporánea para obras de los compositores de acá. Teniendo el nivel que tienen y no poder mostrar sus obras... El Festival debería ser la instancia para mostrar ese tipo de cosas.
-Hay quienes critican la excesiva intelectualidad en el arte de hoy, especialmente en la Música Contemporánea. ¿Cómo definirías tu trabajo?
-Me considero bastante abierto y me da pudor decir que algo es malo. Me gusta que haya un trabajo intelectual, de técnica, pero que sea una obra clara. Busco una rehumanización de la música, que tenga densidad pero enfrascada en algo que se pueda entender.
-¿Hay mucho elitismo en la música?
-Lucho contra eso, todos mis amigos no son músicos, no tienen nada que ver, entonces inconscientemente busco agradarle a esos círculos. A veces en los festivales de música contemporánea me pasa de escuchar una obra que aplauden mucho y me dicen que buena era y si me gustó. "No entendí nada, no te podría decir si me gustó", les digo. Me gusta la música densa pero que las cosas se reconozcan, lo que escribo es claro en ese sentido, en que la música hable. Cuando escribo trato de escucharme, la toco en piano, es el resultado de cosas que voy tocando, si no la escucho no la pongo, no me gusta poner cosas en la partitura sin oírlas, pero respeto a los que lo hacen. No creo que haya compositores absolutamente intelectuales, todo tiene que nacer de un impulso.
El compositor, quien ha sido alumno de Rolando Cori y Aliosha Solovera, estudia actualmente con Jorge Pepi, con quien cuenta que está empezando una ópera ("mi primera experiencia interdisciplinaria"), basada en historias que escribió un amigo sobre Renca y su mitología. Novedoso proyecto que, junto a varias obras ya escritas y otras por escribir, tendrán a Miguel Farías bastante ocupado como para echarse en los pasajeros laureles.