Máximo Pujol:

Con Kandinsky hacia la luz

Con Kandinsky hacia la luz

Fue en el 2006. Máximo Pujol extendió por un día el final de su gira europea y se quedó en Londres a ver una muestra del pintor ruso Wassily Kandinsky. "Es difícil para nosotros los sudamericanos acceder a ese tipo de material original en arte plástico", dice, al tiempo que recuerda que de esa gran muestra, que tardó un día entero en recorrer, hubo una obra en particular que lo impresionó: el "Boceto para composición II".

"Me gustó mucho la temática, el trabajo secuencial que hay dentro del cuadro", cuenta Pujol. Quiso traducir eso a notas, a sonidos, a cuerdas; pero no en un afán "descriptivo" de la obra plástica, sino como un correlato musical del cuadro, "como si quisiera poner musicalmente lo que me va pasando al verlo".

Así nacieron sus "Tres ensayos sobre un boceto de Kandinsky", que vinieron a saldar una grata deuda: componer una obra para el guitarrista Carlos Pérez, a quien conoció ese mismo año en un encuentro de guitarra en Frutillar. Allí surgió una amistad basada en la admiración mutua.

"Fuera de la amistad, te digo que sinceramente hace tiempo que no escuchaba algo de tan alto nivel en la guitarra clásica. Quedamos en que sería algo muy lindo que él tocara un trabajo mío, pero no hablamos de nada concreto". Hasta que Kandisnky le sopló a Pujol la obra que finalmente escribiría para el músico chileno.

Felicidad mutua

Carlos Pérez estrenó el 1 de junio recién pasado la obra de Pujol, justo donde fue inicialmente concebida: en Londres. El argentino no pudo estar ahí, pero ahora que se estrena en Chile fue invitado especialmente a escucharla, por lo que estará presente en la última jornada de los Conciertos de Otoño en la sala Isidora Zegers, esta tarde a las 19:00 hrs.

"Tengo muchas expectativas y estoy muy contento de haberla escrito, y de que esa felicidad sea mutua", asegura Máximo Pujol.

No es primera vez que el compositor argentino se inspira en otras obras para hacer música. Ya lo hizo mirando un par de reproducciones de Guernica, de Pablo Picasso, o leyendo los Doce Cuentos Peregrinos, de Gabriel García Márquez. "Me gusta esta suerte de arte comparado, esta conjunción".

En la obra de Kandinsky, Pujol distingue tres momentos que llevan secuencialmente a cierta redención. El caballo que se vislumbra en el centro del boceto simboliza un poder transformador del ser humano, de ir hacia la luz. Esto se refleja en sus "ensayos", que terminan en un tercer movimiento alegre, esperanzador. "En muchas obras necesito en el final dejar un mensaje de esperanza, una luz prendida a seguir". Le sucedió con Guernica y también con una obra en homenaje a Piazzolla, pero esta vez asegura que la culpa es de Kandinsky: "él es el que muestra la luz al final". Pujol sólo le puso música.

Como intérprete, el argentino sigue tocando sus propias composiciones para guitarra sola y algunas obras de tango clásico o de Piazzolla que lo devuelven a sus orígenes.

-¿Crees que alguien toca mejor que tú tus propias composiciones para guitarra?

-(Piensa un rato) No (ríe). Pero hay cosas que me deslumbran por su originalidad, a veces se genera una versión que de repente yo no la haría así, pero es interesante. Me gusta más lo que hago yo, pero hay dos o tres guitarristas que le encuentran una lado a mis obras que no me hubiera imaginado que lo tenían... estoy seguro que Carlos (Pérez) va a integrar esa "lista blanca" (risas).

El contrastar la versión del músico con la del compositor es uno de los ejercicios que más le llamaban la atención a Pujol cuando estaba dedicado de lleno a la interpretación. Tocar la obra del compositor delante de él, a ver si tiene que ver con lo que él pensó. "Ahora es bueno estar de este lado del atril", dice, respecto al interés de los intérpretes en sus obras, que en su visita a Chile motivarán que dicte dos clases magistrales mañana viernes 6 de julio a las 11 y 15 hrs., en el entrepiso de la Facultad de Artes.

Respecto al estado creativo a nivel de composición en su país y Latinoamérica en general, Pujol cree que los compositores han llegado a un nivel académico muy importante, pero que subsiste el problema de la identidad. Cree que es necesario que los géneros heredados de Europa tengan una profundización y un desarrollo propio en nuestras tierras: "Eso nos puede dar una riqueza mucho más profunda que el brillo académico que procede de la tradición europea", asegura.

Así, su búsqueda de un camino propio ha provocado que en Argentina los músicos doctos lo llamen "músico popular", y que los músicos populares lo tilden de "músico académico". Pujol se ríe y concluye: "yo quiero hacer un lenguaje que se identifique con nuestra forma de ver la realidad, el músico tiene que estar comprometido con su entorno, cuando eso no sucede no tiene posibilidad de enriquecimiento".

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