Este discurso fue leído por Marta Hernández Parraguez, el jueves 20 de abril del año 2006 en la Sala Isidora Zegers, en la Ceremonia de Egreso y Titulación correspondiente a las generación 2004-2005 de los alumnos de la Facultad de Artes, Sede Las Encinas. Ella obtuvo las mejores notas de su generación y se le encomendó hacer un discurso representando a los egresados de dicha sede. Marta Hernández Parraguez es egresada de Licenciatura en Artes Plásticas y titulada de Pintura. Actualmente es ayudante del Taller de Pintura I, II y III que dirige Patricio González, Jorge Gaete y Alexis Carreño en el Departamento de Artes Visuales de la Universidad de Chile.
"Hoy quisiera hablar, no a partir del relato de mi experiencia en esta Facultad, sino más bien desde de una pequeña reflexión en torno a lo que significaría ser en estos momentos, un potencial artista "y digo potencial y no artista simplemente, porque aún sigue siendo ésta, una categoría compleja de ser adjudicada sin mayores detenciones-.
Cuando me preguntaron por primera vez, por qué había decidido tomar esta dirección -la de las artes-, respondí rápida y sinceramente: porque me significa un desafío. ¿Y no sería también un desafío el camino de las ciencias? -insistió mi entrevistador- Probablemente "respondí-, sin embargo, en esa dirección, mis pasos estarían relativamente asegurados, pues bastaría con seguir fielmente el lema de "la perseverancia y el rigor"?. En cambio, en el campo del arte, serían sometidas a prueba capacidades que no tengo la certeza que desarrollaré - únicamente con la perseverancia y el rigor-, como la capacidad para crear.
Y he ahí el desafío, seguir una dirección en la que el terreno no es lo suficientemente firme y certero como para asegurar "el éxito"; una dirección que si bien puede converger en una síntesis perfecta entre otras áreas del conocimiento humano, como la filosofía y la matemática por ejemplo, puede también llegar a convertirse en una tierra jamás conquistada.
Ahora bien, debo admitir que luego de haber pasado ya un par de años en esta escuela, me encontré con una paradoja: la perseverancia y el rigor, no estaban tan ajenos a este campo, sino que al contrario, al igual que en cualquier otra disciplina, éstos estaban a la cabeza del proceso, en este caso, a la cabeza del proceso de creación artística. Terminé por lo tanto convenciéndome, de que para llegar a convertirse en un potencial artista, el proceso no puede estar exento de la disciplina y el rigor. Es más, terminé convenciéndome de que el asunto pasa justamente por allí: por el grado de obsesión que se genere cada vez que se requiera encontrar una solución artísticamente solvente, y no por la cantidad de "dones divinos" recibidos. Pues, la creencia en esos "dones", no es más que la creencia en la propia capacidad para obsesionarse con un propósito.
En este sentido, el formarse en una carrera artística debiese significar, no sólo estar conciente de la función que cumple la autodisciplina en el proceso, sino que principalmente, el hacerse conciente de que la obsesión, como capacidad para hacer que una idea persista, debiese ser la gran capacidad a desarrollar.
Como es de imaginar, estas conclusiones no suelen acompañarnos desde el comienzo del proceso, de hecho, no deben haber sido poca las veces en que muchos de nosotros llegamos a interpretar esta invitación a la autonomía, como una falta de compromiso por parte de la escuela. Sin embargo, ¿no es acaso la aceptación de esta invitación la que nos permite estar hoy aquí, terminando una primera etapa? Ciertamente, es gracias a nuestra capacidad para ordenar y materializar nuestras ideas autónomamente, y gracias a nuestra capacidad para hacer permanecer esa obsesión que nos permite encontrar soluciones, que hoy nos encontramos aquí, finalizando una de las tantas etapas que involucran el encontrarse inmerso en este campo, el campo de las artes, campo que escogimos por sobre otros tantos.
No obstante a esto, es probable que incluso después de haber mirado con cierta distancia nuestro paso por esta Facultad, y de comprender su nivel de responsabilidad en nuestros logros, sintamos aún que los incentivos para proyectar estos logros, no sean los suficientes. Y si bien en lo personal, dichos incentivos han estado presentes por parte del cuerpo docente, no lo han estado siempre por parte de la Institución como tal.
¿Por qué no habría de propiciarse el desarrollo continuo de aquellos egresados de esta Universidad, que no sólo cumplieron con las exigencias que está plantea, sino que además están dispuestos a plantearse otras nuevas, y probablemente ya más elevadas? ¿Por qué no contribuir como Institución, a que esos logros hasta ahora alcanzados, no se estanquen y dejen de desarrollarse?
Aprovecho esta oportunidad, para invitar a las autoridades de esta Institución, La Universidad de Chile, a promover el desarrollo de aquellos que en algún momento formaron parte de ella como estudiantes, y que desean seguir siéndolo, aunque ya en otro nivel, en un nivel en donde la autonomía y la obsesión, se vuelven un punto de partida."?
