Por: Cristian Keim Palma
Director del Teatro Nacional Chileno.
Nos encontramos en un 11 de mayo: el día del teatro.
Quizá desde siempre el teatro ha estado anclado a la porfía. La frase “el teatro es un enfermo que goza de buena salud” (Juan Radrigán) es un tópico que traspasa a las generaciones que continúan empujando el desarrollo de nuestra disciplina.
Porfiar en la imaginación y los sueños, en la representación de lo que nos alegra y nos duele, de aquello que nos junta o nos separa. Se trata de un ejercicio constante para revelarnos a nosotros mismos, para atravesar los límites y pensar imposibles, levantar e intentar construir nuevas sociedades que se puedan mirar desde nuevas verdades, en un tránsito infinito.
En nuestra potencia somos fieras y eso es lo que nos gusta pensar que motiva el aplauso del público. Insistimos en pensar que ese aplauso aparece porque logramos hacer luz sobre aquello que no se ve a simple vista y lo mostramos sin hacer daño, con perspicacia, guiados por el profundo amor que tenemos por lo vital y por los otros.
Por ello, muchas veces nos parece extraño que aun debamos entrar en el debate para poder asegurar nuestra prevalencia en la pelea por financiamientos dentro de nuestros espacios, sin embargo la porfía está anclada a la humanidad y —con y por ella— hemos ido ayudando a construir el mundo que habitamos.
En la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible propuesta por la UNESCO, se destaca la relación del patrimonio cultural inmaterial con el desarrollo sostenible. Para lograr los objetivos de la agenda, no es posible segregar dicho patrimonio constituido por los conocimientos, las habilidades y las prácticas locales, mantenidos y adaptados a lo largo del tiempo, en lo que el arte juega un rol fundamental.
El teatro es patrimonio cultural inmaterial, y por ello, es imposible seguir pensando nuestra sociedad futura sin promover su cuidado y conservación.
En este camino, la Universidad de Chile, se ha mantenido convencida de la virtud teatral durante los 83 años que ha albergado a los miles de artistas que han pasado por el Teatro Nacional Chileno y tenemos la certeza que ese compromiso prevalecerá mucho más allá de las vicisitudes del mercado y las modas, confiando en esta porfía de los artistas que vendrán y que seguirán representando las posibilidades de la vida sobre nuestros escenarios.
Por lo anterior, en nuestro día, es nuestro deseo que las generaciones sigan porfiando, que las instituciones asuman los compromisos con nuestra disciplina y que nuestro cuidado y conservación sea una garantía.
En este, nuestro día, también aplaudimos a quienes hoy se mantienen no solo arriba del escenario, sino detrás, bajo, arriba, entre, y en los intersticios de la escena, haciendo posible que este enfermo, siga gozando de buena salud.