Por Tania Ibáñez Gericke
Directora del Instituto Artístico de Estudios Secundarios (ISUCH), Facultad de Artes U. de Chile
Solemos escuchar comentarios en que se atribuye una mayor sensibilidad a los artistas, como un rasgo distintivo que les hace poseer algo que el resto de la gente no tiene.
Pero ¿son los artistas más sensibles que el resto? ¿Ǫué es ser sensible? ¿Es un atributo reconocido socialmente? ¿Le beneficia a alguien, al artista, acaso? ¿Se nace más sensible o se adquiere esa sensibilidad con los años? ¿Es posible educar esa sensibilidad? ¿Ǫué le pasaría al mundo si durante un mes no se produce arte ni se tiene contacto con ninguna manifestación artística? Probablemente, no mucho. De hecho, un número importante de la población ni siquiera se dará cuenta de esta falta. El mundo seguirá girando y resolviendo sus necesidades, básicas y otras no tanto, que poco tienen que ver con el arte.
No deseo artistas sensibles
Me hago estas preguntas desde mi sillón de Directora de un colegio artístico. Aunque llevo poco tiempo ligada a la educación escolar, llevo muchos años en el campo de la docencia universitaria, y otros tantos, a la educación de mis propios hijos, hoy adultos.
No deseo que mis estudiantes y los que me ha tocado conocer a lo largo de mi experiencia docente sean artistas "sensibles", porque veo cómo esa sensibilidad los triza desde tempranas edades. Veo cómo se instala ladinamente una sombra en sus rostros. Veo cómo se instalan el miedo y la desconfianza debajo de la piel. Veo cómo se mete la pena entre sus dientes, veo cómo la desesperanza inmoviliza sus músculos y huesos.
No quiero que sean "distintos", no quiero que sean tratados de manera diferente porque son "artistas".
Quiero, en cambio, que sean educados para levantarse cuando se tropiecen. Quiero que se acuesten cada noche con la certeza de que el esfuerzo dado hoy, dará fruto mañana. Quiero que la palabra "no" los impulse a buscar otras alternativas o salidas. Quiero que frente a la palabra "sí" actúen con humildad y precaución. Quiero que busquen la riqueza de las palabras, los colores, los sonidos, las texturas y el movimiento, para plantarse en la tierra con raíces de convicciones y principios que los haga fértiles toda la vida.
Educación artística con responsabilidad y sentido ético
La verdadera educación artística sensible no busca generar artistas creadores de un mundo que no es el nuestro. Si bien la educación artística disfruta la exploración de lo bello y lo armónico, también es una educación dura, porque permite expresar el dolor, la rabia, la pena, la incertidumbre, y en suma, las emociones y reflexiones que todos sentimos. Emociones que necesitamos identificar en cada uno y en nuestro entorno para actuar frente a estas con responsabilidad, compromiso, sentido ético y amor.
Entonces, quiero que los niños y jóvenes se reconozcan todos diversos y sensibles, sean artistas o no. La educación artística es necesaria para todas las personas, para que nos podamos comunicar cuando las palabras cotidianas no son suficientes.
Los artistas somos sensibles como cualquier persona. No es un atributo de unos pocos. La idea romántica del artista, que se quiebra o cae enfermo de tuberculosis, no nos hace bien. La educación artística ha de fundarse en la fortaleza sensible de la roca de montaña, que resiste la dureza del tiempo y que no por esto no percibe en su materia el impacto de la temperatura y el viento que la moldea.