[1906]: Resiliencias del Bajo Pisagua, a cargo de Sebastián Robles, artista visual y docente del Departamento de Artes visuales (DAV) de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, y Rodrigo Camiruaga (Roco), artista visual y egresado del DAV, se centra en la Tragedia de Bajo Pisagua ocurrida en 1906, cuando más de un centenar de trabajadores madereros fueron abandonados a su suerte en la inhóspita Patagonia chilena. Este proyecto, originalmente pensado para la región de Aysén, llega a Santiago con un objetivo pedagógico que encaja con los intereses del Departamento de Artes Visuales. Sebastián y Rodrigo explican: “Decidimos presentarlo en este contexto porque creemos que 1906 tiene un valor formativo al abordar un episodio histórico relativamente desconocido para el público general. Queríamos que este proyecto, que combina investigación histórica y práctica artística, pudiera dialogar directamente con el alumnado”.
La serie está compuesta por 32 grabados en linografía de tamaños diversos, agrupados en secuencias que relatan los momentos más oscuros de la tragedia. Cada obra transmite la soledad y el abandono que vivieron los trabajadores, gracias a la expresividad del linograbado, que permite recrear la dureza del paisaje y la angustia de los protagonistas de esta historia. Estas imágenes no buscan contar verdades históricas, sino transmitir la atmósfera de misterio que envolvió a los trabajadores madereros en aquel fatídico episodio.
La Tragedia de Bajo Pisagua ocurrió en 1906, cuando más de un centenar de trabajadores madereros fueron abandonados en las cercanías de la actual Caleta Tortel por la Sociedad Explotadora del Baker, empresa para la que trabajaban. La lejanía, la falta de recursos básicos y la negligencia de sus empleadores dejaron a los trabajadores en una situación crítica, que desembocó en una serie de muertes atribuidas a causas como la inanición y otras enfermedades. Este episodio oscuro de la historia chilena ha sido, en gran medida, ignorado por la historiografía oficial, y la exposición busca precisamente recuperar su memoria.
El proceso creativo de la exposición [1906]: Resiliencias del Bajo Pisagua involucró una investigación exhaustiva y residencias artísticas en distintos puntos de Santiago y Aysén. Los artistas realizaron recorridos por localidades históricas, incluyendo visitas al cementerio donde descansan algunos de los trabajadores que perdieron la vida en Bajo Pisagua. Este contacto directo con los lugares de la tragedia impregnó las obras de una sensibilidad particular, transmitiendo la carga emotiva de una historia que habla de resistencia y de la dignidad obrera en condiciones extremas.
La técnica de linografía, utilizada en la creación de las obras, destaca por su capacidad de transmitir emociones a través de la textura y el trazo. Los grabadores afirman que esta técnica permite captar la dureza del paisaje patagónico y el dolor de los trabajadores, creando imágenes potentes que invitan a los espectadores a empatizar con las víctimas y a imaginar las difíciles condiciones de vida que enfrentaron. El eje curatorial de las imágenes, aunque surgió de forma orgánica, logró mantener la atmósfera sombría y misteriosa de los hechos.
Para los artistas visuales, detrás de [1906]: Resiliencias del Bajo Pisagua, el desafío no sólo fue contar una historia, sino transmitir sensaciones. "Queríamos que las imágenes mantuvieran la carga misteriosa de esta tragedia, y no contaran verdades sino más bien centrarse en las posibles sensaciones y la atmósfera en la que se vieron envueltas las víctimas", comentan los grabadores. Así, la muestra no es una simple reconstrucción de hechos, sino una invitación a sentir y reflexionar sobre lo que ocurrió en aquellos días.
Por otra parte, Memoria que titila del profesor del DAV Nelson Plaza, es un recorrido introspectivo que examina su propio camino artístico y personal. El artista presenta dos series de grabados: una de reimpresiones de planchas antiguas, esta vez en colores distintos a los originales, y otra en serigrafía y grafito. “El grabado tiene la particularidad de que uno va acumulando matrices que ha trabajado en distintos periodos”, explica el profesor Nelson. “De pronto me encontré con una gran cantidad de planchas de cobre en mi estudio que había editado en su momento y de las cuales en muchos casos ya no tenía impresiones. Me dio curiosidad saber qué había en esas planchas y si impresas en un color distinto al que fueron concebidas funcionarían”, reflexiona.
Para este artista, esta muestra es un ejercicio de memoria en el que reinterpreta obras de otros momentos de su vida. Al imprimir nuevamente las planchas en colores diferentes y agruparlas de forma nueva, las piezas adquirieron un sentido de diálogo entre pasado y presente. Tal como da cuenta el texto de Mabelo Palavecino, quien dice el profesor Plaza lo ayudó en la curatoría de su muestra: “A veces hay arte, y el arte socorre de lo invisible a esa memoria titilante, no histórica, ni objetiva. Este arte va dejando estampas de cada parpadeo de esos miles de ojos y recuerdos”.
Además, Memoria que titila explora temas recurrentes en la obra del artista como lo anatómico, lo erótico y el humor, aspectos que han caracterizado su producción. Estas obras invitan a los espectadores a encontrarse con los elementos simbólicos que el artista ha ido acumulando y resignificando, convirtiéndose en un ejercicio de autoexploración que refleja tanto el peso de la experiencia como la necesidad de renovación constante en el arte.
Mientras [1906]: Resiliencias del Bajo Pisagua se enfoca en un suceso histórico colectivo, Memoria que titila aborda una memoria personal, evocadora de un archivo íntimo de recuerdos y pensamientos. Las dos exposiciones se complementan en su enfoque de la memoria, mostrando que el grabado, en sus diversas técnicas, puede ser una herramienta tanto de denuncia social como de autoexploración. Cada una de ellas proyecta al espectador hacia un tiempo distinto, invitándolo a reflexionar sobre lo que queda y lo que se pierde con el paso del tiempo.
Ambas exposiciones representan una oportunidad única de explorar cómo la historia y la memoria se manifiestan en el grabado, de manera pública y privada. Las dos muestras se complementan y dialogan entre sí, mostrando dos formas distintas de enfrentar el pasado: uno colectivo, marcado por la tragedia, y otro personal, en el que la memoria es un ejercicio constante de reinterpretación.
La muestra doble de grabado se inaugurará el miércoles 13 de noviembre a las 12:30 horas y permanecerá hasta el viernes 13 de diciembre de 2024. De lunes a jueves de 10:00 a 17:00 horas, y los viernes de 10:00 a 16:00 horas, en la Sala Juan Egenau del Departamento de Artes Visuales ubicado en Las Encinas #3370, Ñuñoa (Campus JGM UChile). La entrada es liberada.