10 años de existencia cumplió Tierra de Larry a inicios de este año, agrupación que surgió “gracias a un taller que impartió en marzo de 2008 el Ensamble für Intuitive Musik Weimar en el Instituto Goethe en Santiago”, comenta Leonardo Cendoyya, académico del Departamento de Sonido. La actividad, en la que también participaron los académicos del Departamento de Música, Rolando Cori y Edgardo Cantón, “se centraba en potenciar la creación de nuevas agrupaciones para discutir respecto a sus maneras de abordar los procesos creativos”, recuerda el prof. Cendoyya.
Tras esa experiencia, los tres académicos de la Facultad de Artes decidieron comenzar a trabajar juntos y a buscar formas de improvisación. “Nos declaramos una agrupación que utilizaba instrumentación mixta, permitiendo el uso sin límites de instrumentos tradicionales así como también electrónicos o basados en software de computador. Lo esencial, para nosotros, era el sonido final logrado y cómo esa fusión que se producía nos permitía dialogar mutuamente”, añade el académico del Departamento de Sonido.
De ese modo, la improvisación se transformó en el eje del proyecto, lo que obligó, entre otras cosas, a que los integrantes del grupo desarrollaran la capacidad de comunicarse y reconocerse de forma mucho más activa durante la ejecución de las piezas. “El mayor desafío, impuesto desde el comienzo, fue tratar de salir de las zonas cómodas creativas de cada uno de los integrantes”, dice el prof. Cendoyya, añadiendo que, “poco a poco, comienzas a reconocer los elementos que a cada uno le resultan particularmente recurrentes y empezamos a trabajar para que el diálogo musical nos impulsara a salir de estos espacios”.
Leonardo, ¿qué fue lo que, en lo concreto, te motivó a integrar Tierra de Larry?
Inicialmente me interesaba la experimentación con sonido, pero había participado de varias agrupaciones que tendían a poner inmediatamente una serie de reglas que bloqueaban demasiado el objetivo sonoro. Además, me di cuenta de que Rolando Cori y Edgardo Cantón tenían una conciencia más desarrollada respecto a la importancia del sonido final y estaban muy interesados en complementarse con nuevas sonoridades. Siempre me he mantenido en un espacio intermedio entre la creación/interpretación en vivo y los aspectos técnicos sonoros de la agrupación, lo que me ha permitido descubrir que estos dos elementos están muy conectados. De hecho, existe una conciencia de ambos mundos, en todo momento, cuando improvisas. Muchas veces vuelves a revisar cada uno por separado, pero a la hora de interpretar esto se difumina.
Desde tu perspectiva, ¿qué es lo que caracteriza al trabajo desarrollado por ustedes?
A pesar de que al hablar de improvisación uno puede pensar que es algo que no está preparado -por lo tanto, que pudiera tener la connotación de menor valor frente a otras manifestaciones-, me he podido dar cuenta de que la validación del instante en que se realiza la acción artística (performática) en las artes ha tomado una gran importancia y resulta estimulante que pueda ser abordada a nivel universitario, considerando que este acercamiento nos permite estructurar o poner en tensión una serie de elementos de manera constante. Lo que resulta más característico es lo inesperado que puede terminar siendo el resultado en relación a la energía que se siente cuando la agrupación está concentrada y tocando en vivo, ya sea con público presente o de manera virtual por las redes de streaming que utilizamos.
Y en ese contexto, ¿cuáles crees tú que han sido tus aportes al proyecto?
Tierra de Larry permite dar espacio a la intuición en el arte, validando la importancia de la conexión en el instante. Los distintos medios tecnológicos nos entregan diversas maneras de comunicarse, pero esto también ha traído una nueva manera de abordar el conocimiento. Buscar estrategias para lograr conexión en un instante presente y hacerlo a través de elementos presenciales reales o virtuales, es un aporte que nos permite acercarnos a nuevas maneras de abordar la integración y la creación musical.
Al abordar actualmente este grupo como un taller en que participan estudiantes de pre y postgrado, académicos de distintos Departamentos y nodos o grupos virtuales del mundo, nos ha obligado a desarrollar estrategias de trabajo que utilizan los sonidos/colores/formas/movimientos como recursos de comunicación instantánea. Este es un aprendizaje especial que, nos parece, deberían tener los estudiantes de pregrado de distintas disciplinas, pues se convierte en un logro de comunicación de estar aquí (Da Sein) en este proceso de creación.
Por último, ¿qué es lo que destacas de todos estos años en Tierra de Larry?
Destaco la capacidad que hemos tenido como agrupación de concentrarnos en un modelo de taller donde cada uno tiene un espacio para desarrollarse y aportar a los demás. En un contexto donde miramos logros mayores y hemos dejado de lado los detalles a corto plazo, esta visión de creación con desafíos, nos ha permitido avanzar en un diálogo con los otros. Actualmente estamos en contacto con disciplinas biológicas, visuales, performáticas, ingenieriles, filosóficas, técnicas. Es como un viaje donde conoces otras culturas y no tienes conciencia de lo que estás aprendiendo de los demás, pero lo estás haciendo.