Entrevista a Víctor Hugo Bravo:

"El ser de Caja Negra oficia como rector de una mirada especifica"

"El ser de Caja Negra oficia como rector de una mirada especifica"

“El proyecto surge hace dos años, como una invitación que nos hace el museo a través de su curadora, María Irene Alcalde. En ese momento, y frente a la magnitud del espacio y su contexto, nos planteamos la idea de armar una exposición de carácter histórico. Es decir, intentar armar una línea temporal de sucesos y hechos que nos construyeran una memoria al interior de Caja Negra, un formato que en ese momento estaba muy ligado a las investigaciones desarrolladas por Patricio M. Zarate en el libro sobre Caja Negra”, recuerda Víctor Hugo Bravo sobre el origen de Heroica - Territorio de resistencia, exposición que bajo su curatoría se exhibe hasta el 27 de julio en el Museo de Artes Visuales, MAVI.

En eso estaban cuando, en agosto de 2013, les avisaron que debían dejar el espacio que los había albergado durante más de 20 años en Av. Irarrázaval #2345. “Eso se supo al final del proceso, lo que de alguna forma le dio el tono y el carácter a esta exposición, un tilde de recomposición de filas, de reciclaje, y la posibilidad de generar nuevas estrategias de funcionamiento. El proceso transitó varios contextos, lo que generó también una movilidad orgánica sin prefijos que caracteriza las puestas en escena del taller, sin guiones predeterminados”, añade el curador de esta exposición en la que se exhiben las obras de más de veinte artistas que han estado vinculados a Caja Negra Artes Visuales.

Así, la muestra se transformó en una instancia que les permitió realizar revisiones más profundas respecto del trabajo realizado así como “determinar posteriores movimientos como formas estratégicas de sostener en el tiempo el proyecto, inclusive sin territorio físico”, dice Víctor Hugo Bravo. Y agrega: “Una reunión plenaria de esta magnitud permite, además, fijar posiciones, remarcar una idea y un sistema sostenido en el tiempo. Más allá de los avatares locales, es un punto de fijación de planteamientos, de razones y de pulsiones que son propias de nuestro proceso en colectividad, por tanto el ejercicio coyuntural de término restablece también una articulación política correspondiente a las ideas circulantes del cuerpo Caja Negra como bases primordiales de un restablecimiento de las acciones inherentes a su estado contextual, a sus procesos internos y las situaciones personales”.

¿Cómo fueron seleccionando las obras que allí se exhiben?

Me plateé tres periodos a revisar. En primera instancia una línea histórica que desarrollamos, in situ, junto a Claudia Osorio, armada desde una subjetividad emocional, manteniendo también ciertos hitos significativos de la historia de Caja Negra. Esta línea organiza, mediante imágenes y textos elaborados al interior del colectivo, el tránsito desde su inicio como espacio físico hasta el día que entraron las maquinarias a demoler el lugar. Está organizada a modo de pizarra de ejercicios, con apuntes directos que se van armando a medida que cada cual fija momentos, estados, tiempos precisos, y además hay dos videos documentales: uno de entrevistas que armó Francisco Huichaqueo y María José Rojas, y otro de carácter subjetivo que traspasa la vida del taller desde el año 94, de Claudio Oyarce, dos visiones distantes que extrapolan la orgánica al interior de lo que fue el espacio taller.

Por otro lado, un periodo de obras clásicas generadas en el taller, marcaciones específicas que definen etapas y características de producción determinantes. Estos trabajos, junto al proyecto CUBO, dan cuenta de ecualizaciones por las cuales pasó el taller Caja Negra según su población flotante, como etapas donde predominaron artistas del ARCIS u otros donde sólo habían artista de la UMCE o la U. de Chile, situación determinante y marcativa en la medida que las producciones estaban caracterizadas por las procedencias formativas. Líneas estilísticas asociadas a las vías formativas.

¿Y el tercer periodo?

En el periodo final se presentan obras actuales, trabajos realizados específicamente para esta muestra, los cuales funcionan al interior del montaje como señas colectivas. Son marcas-obras que están dispuestas por cada uno de los artistas a convivir efectivamente sin prejuicio de sus cruces, de sus pérdidas o fricciones, obras que articulan escenarios globales donde los núcleos de sentido se van generando in situ en el momento del montaje a partir de asociaciones semánticas, de vínculos formales, de la comprensión del espacio como la página en blanco. El tilde que podría definir una característica en las exposiciones y acciones del colectivo no está definido por las obras en sí, sino más bien por la capacidad asociativa y distributiva de los trabajos y los artistas, la pérdida de las individualidades, la pérdida del territorio de la obra en pro de una organización gremial de la imagen. La producción y la escenificación como un hecho asociado.

¿Eso también caracteriza a las obras que se exhiben en el MAVI?

Son trabajos pertenecientes, y hago la cita a Fernando van de Wyndgard, anterior director de Caja Negra, a estéticas calientes, un conceptualismo borroso, orgánico, errático. Son trabajos maledicentes que están muy asentados en una factura y escenificación precarias, en el uso del desecho, en las variantes del pop barroco al objeto encontrado. Propuestas subjetivas que responden a líneas de producción intimistas, las que tienen una bisagra contextual presente constantemente.

No puedo separar la fina línea roja entre las obras y sus montajes, pues éstas se van constituyendo y cargando de sentido en la medida que co-habitan unas con otras, es el símil del proyecto CUBO, una situación de obra como señal o elemento formal recluida al todo colectivo. Y al encontrarse los proyectos en sus cruces y choques van generando una producción global, un todo como obra más que una pieza en solitario.

La mayoría de los trabajos potencia críticas directas al medio y al sistema, se definen y constituyen desde su precariedad y en facturas sólidas donde la carga poética no transita un campo estilístico glamoroso sino más bien ataca la visualidad desde el uso de las formas y los elementos significantes. Subyace una agresión característica que está definida por la misma idea de comprensión de la colectividad en la medida que esa pertenencia, el estar, el ser de Caja Negra, oficia como rector de una mirada especifica. Es un tono general que se permite y se sostiene en el tiempo, son propuestas radicales que circulan mayormente en espacios fuera del medio, en proyectos independientes, en cápsulas de investigación sin derroteros certeros o definidos

Y desde esa perspectiva, ¿cuál es la relación que, concretamente, establecen entre estas obras y Caja Negra?

Como decía anteriormente, es una permicencia de los autores de Caja Negra en cuanto se significa el espacio y sus formatos de producción. La mayoría de los artistas que trabajan con y desde Caja Negra Artes Visuales están en una sintonía común, donde los elementos formales muchas veces los gesta la misma contaminación producida por la convivencia colectiva, pero también es fundamental una toma de posición, convicción frente a las ideas y los procesos de trabajo, las contaminaciones por osmosis, los diálogos de pasillo, las maneras de vida y de gestión que se hacen cercanas, donde predomina una sustentación en desarrollos autónomos, ejercicios independientes, procesos íntimos, miradas agudas y resistencia a la obviedad de un medio minado de fórmulas exitistas. Más que una ruta de borde es un camino al fracaso.

En Caja Negra Artes Visuales, como espacio de investigación, producción y reflexión plástica, se definen ciertos procesos y operaciones de funcionamiento interno que determinan una manera y una forma de ver y hacer arte. Existe un sistema de rotación constante de sus integrantes, el taller maneja un cuerpo estable que genera, conduce y desplaza al medio sus acciones, sean estas en el campo visual, escritural o formativo. Se genera de esta forma un sistema circulatorio que permite interactuar obras ya consolidadas con producciones en génesis de las nuevas generaciones. Esta simbiosis productiva genera una retroalimentación de formas y conceptos que definen y caracterizan las puestas en escena del colectivo, dejando entre líneas las múltiples cercanías, junturas y roces entre las propuestas. Esta especulación linda constantemente con el campo de la experimentación, el estado de pruebas de obra, justificado precisamente en esta cualidad de razonamiento colectivo con el cual se opera en cada puesta en escena.

¿Por qué Heroica - Territorio de resistencia?

Cada gesto expositivo, cada punto de análisis donde hacemos una prueba de estado se convierte en un ejercicio cuesta arriba, donde la colectividad asume toda la producción en términos generales. La envergadura de este proyecto efectivamente, y más aún pensando en un acto cruzado por el término, por el cierre del espacio, con una dispersión inesperada, se vuelve heroico. Un grito de guerra para demarcar un inicio.

Hasta el próximo 27 de julio se podrá visitar Heroica - Territorio de resistencia en el Museo de Artes Visuales, espacio en el que actualmente se exhiben las propuestas de René Van Kilsdonk, Claudia Osorio, Claudio Oyarce, Ana María Fell, Angie Saiz, Mauricio Bravo, Carlos Osorio, Sebastián Silvat, Sergio Acevedo, Carlos Montes de Oca, Daniel Cerda, Mario Z, Gonzalo Latoja, Francisco Huichaqueo, María José Rojas,  Aldo Garrido, Felipe Weason, Sergio Cerón, Nicolás Fuentes, Carolina Muñoz, José Dumay, Manuel Ormazábal, Enrique Flores, Victoria Bravo, Javier Rodríguez, Francisco Rodríguez, Juan Esteban Reyes y Andrés Durán.

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