Desde Enero 2014:

Académico Daniel Cruz asume coordinación del Magíster en Artes Mediales

Académico Daniel Cruz asume coordinación del Mg. en Artes Mediales

A partir de enero del 2014, el artista y académico del Departamento de Artes Visuales, Daniel Cruz, tiene a su cargo la coordinación del Magíster en Artes Mediales. Un programa de la Escuela de Postgrado de la Universidad de Chile que en el 2013 se propuso una pausa en el ingreso de estudiantes con el fin de "retomar el 2015 con un Magíster renovado y actualizado en diversas líneas en las cuales ya estamos trabajando", según señaló el nuevo coordinador.

La idea es que en el 2015, el Magíster en Artes Mediales tenga nuevo plan de ingreso de estudiantes y una nueva estructura curricular. Para ello el programa ha ingresado en un proceso de actualización y reestructuración en el último tiempo, el cual integró al académico Daniel Cruz en la coordinación. "La aceptación de este cargo tiene diversos desafíos que se me presentan de manera interesante. En especial por el hecho de ser parte del grupo de académicos de pregrado y postgrado que hemos observado la noción medial del arte y las posibilidades tecnológico expresivas de los medios contemporáneos por medio de diversos proyectos, tanto autorales como colectivos, que se vinculan con nuevos campos de integración artística" comentó el artista.

Para Daniel Cruz resulta relevante que un programa de estas características se construya al interior de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile y según sus propias palabras "la orientación de enseñanza disciplinar de la facultad permite formar un cuerpo crítico, tanto en su orientación investigativa como de cruces y derivas disciplinares, para proponer un campo de relevancia local referido a las artes mediales, lugar que no es sólo pertinente para la visualidad" dijo y agregó, "en consecuencia la condición integradora de una maestría puede ser un foco de innovación para la Facultad como también un modelo articulador de diversas líneas de creación e investigación que acontecen en este territorio, el cual tiene un sentido ampliado de integración que mira con buenos ojos las interrelaciones, no solo del arte, sino también de las ciencias, humanidades y otros campos afines".

Es en base a ese sentido de integración que el nuevo coordinador se propone una serie de desafíos para encabezar el Magíster en Artes Mediales que él mismo explica: "Proponer un programa actual para el medio, que aborde lineamientos que se originan en pregrado y que se proyecten hacia un territorio de desborde y especulación creativa con énfasis en investigación en Postgrado. Un sentido orgánico, que tenga una convergencia con lo local y las necesidades contemporáneas del campo del arte. Esto propone un ejercicio proyectivo de la maestría de pertinencia y pertenencia al interior de la facultad", indicó.

Este es un punto que para el académico resulta primordial a la hora de reestructurar el Magíster. "Hay que consolidar la vinculación con las etapas previas de la enseñanza en pregrado. Dado el carácter disciplinar de nuestra Facultad, pensar en que esta maestría sea un espacio de interrelaciones, un lugar de consecuencia y proyección, pareciera ser coherente. Un espacio para las artes integradas o campos de asociación entre otras ramas, permiten entregar un refresco a los procesos creativos, su capacidad de insertarse en la sociedad, no solamente desde el arte sino más bien en una conjunción de actores que involucra otros conocimientos" aseveró el profesor.

"También debemos construir un programa que represente las necesidades del medio en convergencia con el rol de la universidad. Hacer patente la historia a la cual nos hemos apegado para sortear los diversos escenarios políticos y económicos", añade el artista.

Haciendo referencia a las proyecciones hacia el exterior que se ha propuesto establecer, Daniel Cruz afirmó que, "debemos generar vínculos que promuevan este sentido de integración de las artes. Quizás una de las labores más complejas hoy en día, pero que las tecnologías han permitido. La idea de transversalidad de la información y de la consecuencia en el campo de lo tangible, nos debiera permitir ser un lugar de aglutinamiento de inquietudes y preguntas hacia diversos aspectos contemporáneos de nuestra sociedad. Como por ejemplo el rol del artista hoy, su dimensión tanto política como discursiva desde un estado de acción visible con su entorno".

Es por eso que una de las proyecciones que el académico Daniel Cruz  desea instalar, es un espacio de investigación vinculante con universidades nacionales y extranjeras. "La idea es proponer una mirada local con proyecciones hacia otras geografías. Poder contrastar el problema de lo medial como un asunto expansivo, proyectual, que permita acercarse a lo 'inevitable' de las tecnologías contemporáneas sin dejar de lado el sentido crítico y reflexivo", aseguró.

Arte, tecnología y nuevos medios

"Mi relación con la tecnología parte básicamente por la necesidad de resolver proyectos que surgieron en un momento en que existía, inicialmente, la posibilidad de lo analógico y lo digital, cuestión que coincidía con lo que ocurría en esta Facultad hace quince años, cuando se incorporaron ciertas tecnologías de manera más bien intuitiva sin un  plan claro en sus proyecciones pero con la visión de algunos académicos de que era relevante atender a esta zona de expansión artística", recuerda el coordinador del Magíster en Artes Mediales, que en ese entonces era estudiante de la Licenciatura en Artes mención Artes Plásticas de la Universidad de Chile. "Yo venía trabajando con desplazamientos de la fotografía y video, pero fue la posibilidad de resolver una instalación que tenía cierta complejidad de calces temporales, lo que me obligó a buscar una respuesta en esa línea", agrega.

Así fue como empezó a investigar en torno a las posibilidades que ofrecían ciertos softwares, pero a partir de tutoriales web, ya que en esa etapa no había mucha enseñanza a nivel local cuyo estado se encontraba en una etapa de alfabetización. "De hecho, recuerdo que en esta escuela teníamos un computador, sin saber mucho qué era lo que podíamos hacer con él. Era un objeto de diseño muy atractivo, pero no conocíamos sus posibilidades o alcances reales. Existía una sensación de que estábamos presenciando un cambio inevitable", recuerda respecto de lo que sucedía a fines de los años 90 en la sede Las Encinas de la Facultad de Artes el hoy académico y socio fundador de Duplo.cl, arte y tecnologías interactivas, proyecto que promueve precisamente la vinculación entre arte y tecnologías contemporáneas a través de enseñanza, gestión, asesorías y trabajo colaborativo. Una de estas iniciativas es el concurso Matilde Pérez, del cual forma parte como co-autor y co-gestor.

"Por eso es que mi vinculación con la tecnología siempre tuvo que ver con preguntas que derivan en el uso de ellas. Por lo tanto, el inicio de todo esto, al menos para mí, está en responder a una necesidad que acontece en el orden del proyecto y no como un asunto techie", añade el artista que en sus obras trabaja con tecnologías de registro, reproducción y sampleo, explorando las distancias y límites existentes entre cuerpo, poder y arte; proyectos construidos desde la investigación y creación individual y/o colectiva que se emplazan en galerías, museos, espacios públicos e internet, abarcando problemáticas que oscilan entre simulación, realidad y ficción.

Daniel, ¿con qué te fuiste encontrando a medida que profundizabas en tu investigación?

Es interesante lo que pasa en el campo de las artes porque desde una óptica historicista uno suele pensar que los referentes pertenecen a las décadas más cercanas, cuando en verdad nos podemos encontrar en el Dadá cuestiones bastante alucinantes que permiten comprender algunos de los elementos que cruzan hacia otros terrenos, como el problema de la lógica, de los algoritmos o de la matemática incorporada a la producción artística. Entonces, pareciera ser que muchas veces se proponen miradas sólo desde lo tecnológico cuando ése no es necesariamente el problema porque, para el campo del arte, más allá de los rótulos, lo importante es su vinculación con los problemas contemporáneos. Finalmente, las definiciones tienden a acotar los campos de la especulación y yo creo que este territorio tiene mucho de especulación, no necesariamente funcional, sino más bien de proponer desde la articulación del lenguaje o más bien de los "trastornos del lenguaje".

¿Tensionar?

El arte tensiona la tecnología hacia bordes que no están claros, propone zonas de cruces borroneando definiciones y paradigmas, mientras la tecnología le permite al arte ingresar a campos proyectuales, espacios de incertidumbre tanto en líneas de autonomía como procesos colaborativos. Eso es bastante interesante, lo colaborativo como modelo creativo, porque pareciera ser que el modelo dentro de la creación es individualista: el autor por sobre todo. Pero, ¿qué pasa cuando tú borras ese rótulo y ya no hay un autor o el autor es quien lanza una pregunta que deviene resultados no controlados?

Tuviste la oportunidad de viajar a Estados Unidos a especializarte. Desde esa perspectiva, ¿cómo ves lo que está pasando allá en relación a lo que sucede en Chile hoy?

Nosotros estamos a una distancia considerable conceptualmente y también en términos de plataformas de desarrollo. Lo similar que he podido observar en el último tiempo es que los grupos etarios ya no son nichos. Es decir, no son personas de 20 años los que están interesados en la inserción de las tecnologías en campos indirectos. Siendo esto, un territorio inevitable donde uno genera ciertas definiciones que convergen en diversos campos al cual el arte debe insertarse para cumplir un rol desestructurante de las estrategias globales de la avalancha tecnológica. Observar el objeto tecnológico desde su condición ideológica, como también la concentración de poder que existe desde el rótulo de la innovación. En definitiva generar un espacio crítico que permita ampliar las aristas. Esto sucede tanto en generaciones mayores como mucho más chicas, las que también se hacen preguntas acerca de estas triangulaciones. De hecho, en algunas conferencias o talleres específicos a los que asistí en Nueva York, tenía al lado a un niño de 12 años y al otro a una señora de 60 o más años, personas con las que tenía intereses similares y que al parecer se hacían preguntas muy próximas a las que me hacía yo. Esa cuestión está empezando a ocurrir en Chile, ya no es un grupo definido el que se está interesado por el rol de las tecnologías en la sociedad o por cómo las tecnologías pueden dar una revisión al campo del arte. Y eso es bastante interesante porque nos lleva a preguntarnos qué es lo que nosotros podemos proveer desde lo local hacia afuera, porque pareciera ser que sólo somos consumidores de tecnología. Entonces, hay una cuestión de posibilidades, de poder proponer miradas locales desde el uso de la tecnología, y no necesariamente de alta tecnología, sino también desde lo más low.

Claro, porque uno suele creer que se trabaja con lo último en tecnología.

De hecho, existen diversas actividades en nuestro panorama local que se han construído por la insistencia y resistencia también. Como el concurso Matilde Pérez, del cual soy parte desde sus orígenes y cuya orientación está dedicada a tres grupos, estudiantes de colegio en vinculación con sus profesores, estudiantes universitarios y egresados, para que puedan generar proyectos de vinculación artística con medios tecnológicos. Una muestra que da cuenta del esfuerzo que implica el trabajo colaborativo, pero claro, las exigencias también son otras, tema que demuestra que el tiempo provee un sentido más crítico.

¿Existen las condiciones en Chile para hacer más muestras de esas características?

Los espacios para exponer existen y los fondos también, por lo que creo que lo más complejo es la etapa en que estamos ahora: la crítica y sentido discursivo sobre el medio tecnológico. Es decir, ya no estamos en un estado en el que cualquier desarrollo o propuesta que ocupa tecnología vale, porque lo que pesa es qué está pensando esa propuesta o qué está proponiendo para el medio. Entonces, la pregunta es cuál es el rol del arte con la tecnología. Ésa es la pregunta que a mí me interesa. No me interesa el último gadget o el último cruce entre el software x y el no sé qué. Tengo la impresión de que eso ya está agotado hace rato, pero pareciera ser que también hay una cierta insistencia en algunos clichés. Por eso es necesario que surjan visiones que puedan proponer zonas más reflexivas, porque también hay que hacer una lectura más generacional: qué pasó hace 60 años, qué pasó en los 90 y cómo uno puede quizás revisitar ciertos elementos. Ahí hay una labor que tiene que ver con un espesor crítico que es urgente hoy, en especial una lectura ampliada y no sesgada por juicios previos.

En ese contexto, la existencia del Magíster en Artes Mediales o los Diplomas de Postítulo en Arte Sonoro o en Producción Gráfica, Video y Fotografía de la Escuela de Postgrado de la Facultad, ¿qué indicarían para ti?

En ese contexto es inevitable preguntarse por el rol de la Universidad de Chile en todo esto. Es decir, en esencia, el artista es un personaje que se pregunta sobre los elementos a los cuales se enfrenta, por lo que nosotros no podemos seguir haciéndonos las mismas preguntas de hace 30 años. Entonces, creo que estas respuestas a nivel académico vienen a dar sentido a las preguntas de las que hablábamos, un sentido que no está fuera de una tradición porque un Magíster en Artes Mediales no puede obviar el hecho de formar parte de una Escuela de Arte y de la tradición artística que hay detrás. No pueden ser ajenos a esa historia y a esa tradición porque de lo contrario serían solamente un problema del diseño, de ciencias o de la ingeniería.

 

 

 

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