"Ésta es la primera vez que gano el Altazor, un reconocimiento que tiene la particularidad de distinguir obras que uno crea con la finalidad de exponer y no para ser postuladas a un premio. Por lo tanto, la sorpresa es mucho mayor", señala Nury González, artista, académica del Departamento de Artes Visuales y Directora del Museo de Arte Popular Americano Tomás Lago (MAPA), sobre el premio que a principios de mayo recibió por Sueño de una noche de verano, exposición que presentó en D21 Galería de Arte y que fue distinguida en la categoría Grabado y Dibujo de este certamen que se organiza desde el año 2000 y en el que son los propios artistas los que destacan y reconocen el trabajo de sus pares.
Nury González ya había sido nominada a los premios Altazor en 2010, cuando Sueño velado se expuso en el MAC Quinta Normal, en el marco de la Trienal de Chile. "En esa oportunidad, por todo el feedback que había recibido, pensé que ese trabajo podía ganar, pero no. Por eso es que ahora estaba sin mucha expectativa", dice esta artista y académica del Departamento de Artes Visuales que ni siquiera sabía qué diría si es que la llegaban a nombrar, cuestión en la que pensó sólo después de haber recibido el premio.
"Me hubiese gustado decir que un artista siempre está cruzado por el momento político y social del país en que vive y que lo único que me hacía sentido decir en ese momento era: Fin al lucro y al abuso generalizado. Educación gratuita y de calidad para todos. Pero me vino un blanco y dije puras vaguedades", cuenta Nury González, agregando que "después me repetí esa frase muchas veces. Uno no está acostumbrada a la estridencia del escenario. En todo caso, lo curioso fue lo que pasó luego, porque la cantidad de correos que recibí fue impresionante. Ahí me di cuenta de que este premio efectivamente tiene un cierto impacto en el medio".
¿Por la visibilidad que tuvo su trabajo?
Claro, gente increíble me mandó felicitaciones. Además, como te dije, tiene la particularidad de que es un premio al que uno no postula y donde los que votan son artistas, por lo tanto, personas que tienen la misma capacidad crítica de uno, la misma sensibilidad. Entonces, un trabajo que hiciste porque querías hacerlo, podría llegar a ser el mejor del año por lo que pudo haber significado en el momento en que lo exhibiste.
Un trabajo que además conjuga varios elementos que se vinculan a cómo ha ido desarrollando su trabajo.
Así es. Me postularon en el área Grabado y Dibujo, una cuestión muy particular porque aunque soy Licenciada en Artes con mención en Grabado, desde hacía mucho tiempo que no trabajaba en grabado. Y justo en esta exposición, en Sueño de una Noche de Verano, decidí resolver muchas cuestiones a partir del grabado: volví a la serigrafía, a la experimentación de materiales y a todo lo que yo hacía a partir del grabado hace 15 o 20 años atrás. De hecho, cuando estaba trabajando en el taller de serigrafía aquí en la Escuela, me decían "qué interesante esto", y yo les explicaba que eso era lo que yo hacía. Siempre imprimí de esa manera, siempre tenía miles de materiales posibles, de soportes posibles, porque lo que buscaba era lograr ciertas tensiones. Entonces, este trabajo tiene muchos desplazamientos del grabado y para mí fue particularmente significativo porque me produjo mucho placer volver a trabajar en serigrafía, por ejemplo. Recordé toda esa época de los 80 y los 90, porque fue esa experimentación la que me permitió resolver cuestiones formales para dar forma a esta muestra. Además, también está la fuerte presencia de la gráfica en las pizarras y los paños. Me interesa ese desplazamiento del dibujo a otros soportes.
Y más allá de la formalidad, ¿qué pasa con las temáticas que abordó en este trabajo?
Siempre he dicho que el arte y lo que uno hace está íntimamente relacionado con el momento político histórico en el cual ese trabajo es pensado. Y los soportes de esta obra, que están hechos de fieltro, corresponden a un enmarañamiento de fibras que opera como metáfora del Chile actual, donde la trama y la urdimbre están completamente perdidas entre sí. Entonces, en esta obra que comencé a realizar en el verano de 2010 y que continué en 2011 y 2012, planteo que hay muchas maneras de hacer exilio y que además uno vive pequeños exilios en este país donde somos ciudadanos de segunda, tercera, cuarta y quinta categoría, un país que está un poco irreconocible y que claramente no es como uno quisiera, similar a lo que sucede con esas letras que flotan a la deriva en el video que se exhibía en la muestra. Entonces, la obra trabaja con esos restos, con esos remendados que son como heridas y fracturas. Y por eso es tan inquietante que sea ese trabajo y no otro el que haya ganado ese premio en este momento en particular.
¿Por qué?
Por varios motivos, entre ellos, por lo que está pasando en esta Escuela, donde nuestros estudiantes están reflexionando activamente en torno a cuál es el rol de los artistas en la sociedad. Desde mi punto de vista, creo que el artista tiene la posibilidad y la libertad de decir lo indecible. Eso es lo que puede aportar a la sociedad: visibilizar lo que otros no quieren ver, como en el caso de este trabajo, por ejemplo, que está pensado desde la incomodidad que vivimos como sociedad. Entonces, efectivamente el artista tiene un rol clave, creo yo, porque va un paso más adelante de lo que va sucediendo. Además, la postura que uno tiene como artista en esta sociedad y las peleas que ha dado desde la dictadura en adelante se ve reflejado en lo que uno hace, porque efectivamente creo que el arte es capaz de poner en visibilidad algo que sólo se está percibiendo en el aire.
