"Las conferencias fueron resultado de invitaciones realizadas en el verano europeo mientras estaba contratado por el Banco Santander España para poner en valor la colección de arte electrónico analógico y digital del MIDECIANT, por un lado, y también como consultor para la creación de la Universidad de las Artes por el gobierno ecuatoriano, por otra", recuerda Arturo Cariceo sobre el contexto en que se originaron las actividades que a principios de este año lo llevaron de regreso a España, país en el que en 2012 había permanecido durante tres meses para estudiar y poner en valor las obras pertenecientes a la colección del Museo Internacional de Electrografía - Centro de Investigación en Arte y Nuevas Tecnologías, MIDECIANT, y al que regresó en febrero de este año para dictar estas conferencias que "ya tenía conceptualizadas como una extensión de mis experiencias artísticas, quiero decir, parte de mi hacer como artista y no una actividad complementaria o colateral como habitualmente percibo en pares del mainstream y colegas indies", dice.
Así, para este académico del Departamento de Artes Visuales, todas éstas son "experiencias de artista", igual que cuando "asumí el rol de comisario en muestras internacionales de arte o en mi pasado reciente como autoridad pública", explica sobre esto que, para él, es una "consecuencia lógica del arte contemporáneo y los vaivenes críticos de las artes actuales". Y agrega: "Estamos en la segunda década del siglo y la consideración social de artista hace rato que asumió su autonomía y su ampliación de giro como autor y productor. Eludir esto sería seguir perpetuando lo que para mí define al arte chileno: un producto formalmente contemporáneo y conceptualmente retrógrado, lo que denomino desde mis tiempos adolescentes, neopompierismo, y que satirizo sistemáticamente en mi quehacer académico y artístico. El paso de los años y mis estadías fuera del país más que cambiar esta apreciación, han ido acentuándola más tras cada retorno".
Estas apreciaciones, ¿fueron abordadas en las conferencias que dictaste? Es decir, ¿tuviste libertad para decidir qué temas abordarías en cada una de esas instancias?
De hecho, este punto de vista y actitud fue lo que generó las invitaciones a impartir la conferencia en el Museo Nacional Reina Sofía pero también en la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad de Castilla-La Mancha, mientras, entremedio, participaba como profesor invitado al Máster en Medios Digitales impartido en el Museo Internacional de Electrografía y Centro de Investigación en Nuevas Tecnologías, MIDECIANT. Y sí, en todas ellas se me otorgó la libertad de hablar y actuar no sólo como académico sino principalmente desde mi papel de artista, explicando mis procesos creativos y producción artística desde la noción de Obra Invisible. Destacar este aspecto es muy importante para mí, porque cada conferencia-obra, por intentar nombrar de alguna manera lo que hice, me permitió desarrollar distintos registros performáticos haciendo cada conferencia irreconocible una de otra. Estas invitaciones fueron como rocanrolear en el Royal Albert Hall. Respiré una libertad que es difícil conseguir por los Andes, abriéndome otros tempos y texturas a bordo de una de las mayores crisis económicas de la llamada Unión Europea, sea dicho de paso.
Desde esa perspectiva, ¿qué es lo que más destacas de esta experiencia?
A veces resulta fácil a mis amigos del mundo del arte olvidar que la invisibilidad que frecuento no es la de la setentera Lyppard o el Lyotard más ochentero. Sería cool en todo caso pero no es así. Nunca lo fue. Es interesante enfatizar esto lejos de casa, el laboratorio del economicismo y un montón de cosas más, porque las pistas de mi concepción de lo invisible siempre ha sido una lectura irónica de la invisibilidad apropiada por Milton Friedman de la acuñada por Adam Smith. También hay mucho de sátira a la dimensión política del arte chileno, sobre todo cuando conoces los requisitos que exijo para que una obra sea invisible. No resulta exagerado afirmar que mi actitud convenientemente desafinada canalizó en el Reina Sofía, la Autónoma de Madrid o en el MIDECIANT una puesta en escena que rayó en un desdén sudaca o panchito, sobre todo después de mis frenéticas presentaciones en Ecuador, suponiendo todo esto que mi búsqueda de formas de expresión artística más al margen del arte tiene para un buen rato. Entendiendo por rato el año 2077, cuando mi proyecto Loyola Records llegue a su fin y la Obra Invisible esté completa.
La conferencia que Arturo Cariceo dictó en la Universidad Autónoma de Madrid se enmarcó en el programa de artistas invitados de la asignatura "Historia, Teoría y Práctica de la Crítica de Arte" del Grado de Historia del Arte de la Facultad de Filosofía y Letras. La que dictó en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en tanto, fue un encuentro teórico con estudiantes del Máster de Cultura Visual y Arte Contemporáneo que desarrollan la UAM y la Universidad Complutense de Madrid y que "coincidió con una exposición muy importante, La invención concreta. Colección Patricia Phelps de Cisneros. Por lo tanto, un marco muy prestigioso para comunicar mis ideas con una libertad de la que pocas veces dispongo en mi país y donde conté con el respaldo de Fernando Castro Flórez, quien me presentó al público español, situando mi trabajo en el contexto del arte latinoamericano", concluye Arturo Cariceo sobre esta actividad con la que cierra el ciclo de conferencias-obras que ha denominado "De Cuenca a Cuenca" que comenzó a desarrollar mientras "participaba en la XI Bienal de Cuenca y que finalizaré con mi retrospectiva en el MAC en septiembre de este año", dice.
