El pasado sábado 7 de agosto las estudiantes de la Licenciatura en Teoría de las Artes de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, María Paz Vásquez, Nicole González y María Beatriz Morán, y la egresada de la carrera y del Postítulo en Restauración, Francisca Pemjean, en compañía de la académica del Departamento de Teoría de las Artes, Johanna Theile, pospusieron sus actividades habituales y partieron rumbo a la comuna de Rengo (sexta región). ¿El motivo? Ayudar a la comunidad religiosa del Monasterio de las Benedictinas a restaurar su iglesia que quedó enormemente dañada tras el terremoto del 27 de febrero.
La actividad se gestó a través de la profesora Theile, quien conocía a una de las religiosas del recinto. Tras el terremoto todo el convento sufrió daños, siendo la iglesia el área más perjudicada. La congregación realizó de manera personal el trabajo de reordenamiento y reconstrucción del lugar, sin embargo, había labores que requerían de la expertiz de un profesional. Por ello y ante el apremio por la realización del Congreso Benedictino Latinoamericano en Chile- y en sus dependencias- es que se la profesora Theile ofreció su ayuda a la comunidad eclesiástica, la que fue rápidamente aceptada.
Sin embargo, para cumplir con las labores dentro de los plazos correspondientes la académica necesitaría más manos que la apoyaran. Como es habitual en este tipo de situaciones recurrió a sus alumnos del curso de Museos y Colecciones y a egresados, quienes siempre tienen una excelente disposición para participar de iniciativas como esta. "Les gusta mucho ir a apoyar (alumnos) porque es distinto cuando haces el curso y ensayas con cualquier cosa, pero cuando se trata de objetos de verdad es diferente. El altar lo limpiamos con recetas antiguas y tu vez que por tú acción el altar nuevamente comienza a brillar y se pone bonito, cualquier alumno se entusiasma con esa posibilidad. Es trabajo de verdad", explicó.
La profesora además comenta lo positivo de la iniciativa pues "hace dos años atrás se decidió que Chile fuera la sede para el Congreso Benedictino Latinoamericano y con el terremoto la madre Alejandra trató de que se cambiara la sede pero les dijeron que no se podía, que vendrían igual, entonces estaban muy afligidos".
Francisca Pemjean fue una de las personas que respondió al llamado de la académica Johanna Theile y evalua la actividad como "increíblemente enriquecedora. Por una parte se enmarca en el contexto que hemos vivido todos, esto es el terremoto de febrero, y además nos permitió demostrar la importancia de capacitar a los alumnos en áreas que por lo general se encuentran postergadas por no considerarse de primera necesidad. Aquí vimos la importancia de estos actos que ayudan a volver a la normalidad la vida de comunidades devolviéndoles la normalidad a sus vidas y en parte la alegría".
Respecto al trabajo mismo, Francisca comenta que éste consistió "en un ejercicio de conservación preventiva, en que se habilitó la iglesia del convento tanto el su espacio físico, ya que se trabajó interviniendo el altar que se encontraba deteriorado por la necesaria restauración del edificio, como de los objetos que se ubicaban en él. Se conservaron lámparas de lágrimas que habían perdido piezas, se reubicaron los objetos de la iglesia y el sagrario, se conservaron los objetos a través de limpieza mecánica y química, y se restauró un mural que se encontraba fracturado".
La ex estudiante también comenta que la recepción de la comunidad fue "maravillosa y nos dieron todas las facilidades para desarrollar este trabajo y nos acogióeron con mucho cariño, preocupándose de todos los detalles para hacer agradable esta labor, preparándonos desde empanaditas hasta berlinés, los que disfrutamos muchisismo", dijo.
