Lo anunció a inicios de año Luis Orlandini, reconocido guitarrista nacional y actual Director del Departamento de Música de la Universidad de Chile, de que la presente temporada de conciertos de la Sala Isidora Zegers estaría dedicada a mostrar la obra de autores nacionales. Y así será con el concierto del próximo miércoles 7 de julio cuando la soprano Marisol González, el tenor Germán Greene, el contrabajista Sebastián Espinosa y los pianistas Virna Osses y Miguel Ángel Jiménez presenten en el céntrico anfiteatro una selección de obras que se pasean por la creación docta y popular de nuestros compositores.
A lo largo del concierto, cuya entrada es gratuita y parte a las 19:30 horas, se podrá recorrer la historia de las tendencias y estéticas musicales que se sucedieron durante el siglo pasado, partiendo por las miradas post-romaticistas de Alfonso Leng y Enrique Soro y el lenguaje vanguardista de Acario Cotapos, hasta llegar a la plena integración de los lenguaje docto y popular de Sergio Ortega, pasando por Federico Heinlein y Juan Orrego Salas. La mirada netamente popular y folclórica vendrá de la mano de las obras de Víctor Jara y Violeta Parra. También asoma en el programa la musicalización de dos poemas de Gabriela Mistral por parte del compositor argentino Carlos Guastavino: "El vaso" y "Apegado a mi".
Del grupo de Los Diez a la integración de la música docta y popular
Agitadas fueron las primeras décadas del siglo XX en nuestro país. A las celebraciones por el centenario se sumaba la revolución obrera encabezada por Luis Emilio Recabarren, el terremoto que asoló a Valparaíso en 1906, el esplendor del salitre y una convulsionada vida política a raíz del sistema parlamentarista y de las agudas diferencias sociales que cada vez se hacían más críticas. En medio de este contexto, una generación completa de artistas e intelectuales se unió en torno al cultivo libertario del arte en todas sus formas. Fueron conocidos como el grupo de Los Diez (a pesar de que fueron más de diez sus integrantes y carecían de principios estrictamente establecidos), y entre sus filas se encontraban los músicos Alfonso Leng (1884 - 1974) y Acario Cotapos (1889 - 1969).
Cada uno, desde su propia perspectiva, proponía la búsqueda de una estética propia, moderna y progresista. Mientras Leng se afirmaba del romanticismo alemán de Wagner, Strauss y Scribian y del impresionismo francés para generar un lenguaje íntimo y auténtico, el cual se encuentra muy latente en la serie "Doloras", según el pianista Miguel Ángel Jiménez, Cotapos, como buen músico autodidacta, se libró de ataduras estilísticas y puso su acento en una creación expresiva y centrada en el sujeto, transformándose en una piedra angular de la literatura musical de vanguardia en nuestro país, tal como lo muestra su Sonata Fantasía.
A la par de ellos se encuentra el maestro Enrique Soro (1884 - 1954), uno de los primeros músicos nacionales que alcanza el estatus de figura mundial. Pianista virtuoso desde niño, maravilló a las clases altas al punto de que el Senado lo envía becado a estudiar a Italia cuando apenas tenía 14 años. Siguiendo la huella del romanticismo y el posromanticismo, Soro se aleja de las vanguardias y de las óperas para cultivar la música de cámara y sinfónica. Entre sus pares es reconocido como un maestro de maestros, perfeccionista y academicista, por cuya instrucción pasaron Domingo Santa Cruz, Adolfo Allende y el propio Alfonso Leng, entre otros. En esta oportunidad se presentará "A te...", obra para canto y piano.
La preocupación por generar una composición vanguardista y a la vez con raíces en la identidad nacional y latinoamericana se instala fuertemente en la generación de Federico Heinlein (1912- 1999), Gustavo Becerra (1925 - 2010) y Juan Orrego Salas (1919 - ). Para el compositor Eduardo Cáceres, Becerra es "el primer gran maestro de composición que instaló un discurso liberador respecto al colonialismo de la cultura europea", poniendo en práctica la fusión entre la música docta, el folclor y la música popular. En tanto, Orrego Salas, proveniente de una familia de tradición musical y más apegado al estilo neoclásico, fija su mirada en el folclor continental gracias a la influencia del compositor argentino Alberto Ginastera. De esta manera profundiza en su compromiso artístico con el mundo contemporáneo, el cual vive a través de la composición y de la crítica musical.
Federico Heinlein también comparte su tiempo entre la composición y la crítica musical y de danza. Nacido en Berlín, emigra junto a su familia a Buenos Aires y se radica definitivamente en Viña del Mar en 1940. Se le define como un músico ecléctico, que fácilmente puede navegar en las aguas del tonalismo y del serialismo dodecafónico. También cultiva con especial gusto la música vocal, a través de la musicalización de poemas en castellano y alemán. De su autoría se presentarán "Nocturno" y "No hay tiempo que perder"; mientras que por parte de Gustavo Becerra estará en el programa "Sonata para Contrabajo y Piano" y de Juan Orrego Salas "Madrigal del peine perdido", con textos de Rafael Alberti.
El acercamiento definitivo a la música popular durante el concierto llegará con "Poema 15", "Te recuerdo Amanda" y "Luchín" de Víctor Jara (1032 - 1973), y "Gracias a la Vida" de Violeta Parra (1917 - 1967). El puente entre ellos y la composición docta lo construye Sergio Ortega (1938 - 2003), discípulo de Gustavo Becerra, quien cuenta con musicalizaciones para teatro, la cantata "Fulgor y muerte de Joaquín Murieta" y un amplio repertorio de la Nueva Canción Chilena. De su autoría se interpretarán "La noche en la isla" y "El monte y el río", ambas obras basadas en textos de Pablo Neruda.